Necesitamos ser amados, aunque así no lo admitimos en ocasiones. Comenzamos por el amor de nuestros padres y luego vamos cambiando la imagen de lo que es el amor según vamos adquiriendo experiencias emocionales. Disfrutamos la emoción que produce el sentirse amado, pero prontamente aprendemos a rechazar la emoción que envuelve el entender o creer que ya no te aman. Lo primero que pensamos es que es nuestra culpa o que tenemos algún defecto que nos hace personas difíciles de amar. Y es entonces cuando nuestro concepto del amor se vuelve en una emoción que es temporera e inestable como una bomba de tiempo. Estos conceptos erróneos sobre lo que es amar pueden llevarnos a dos extremos: a hacer hasta lo imposible para ser amados y no experimentar un rechazo, o el encerrarnos detrás de una muralla impenetrable donde ya no pueden herirme mas. Nada de ésto es saludable, ni correcto. Llevamos entonces este molde para medir el amor de Dios hacia nosotros. Con las aflicciones que tenemos que enfrentar en este mundo corrompido por el pecado, y sabiendo que Dios tiene el control de todas las cosas, podemos pensar fácilmente que ya Dios dejó de amarnos por haber permitido dolor y sufrimiento en nuestras vidas. Relacionamos el que nuestros seres que decían amarnos nos dieron la espalda, nos fallaron, o el amor terminó para ellos, con que Dios actúa de la misma forma. Dios es amor. Él es la definición correcta de amor. Él es fiel y su Palabra nos lo afirma muchas veces. No hay mayor amor que dar a su ùnico hijo a morir por alguien que no lo merecía. Él no nos abandona. Él no nos traiciona. Él tiene un plan de bien para nuestras vidas que en el momento no logramos comprender, porque requiere muchas veces de revelación, oración y de actuar en fe sin entender. Debemos entregar a Dios nuestro concepto del amor para que sea transformado, para que las heridas puedan ser sanadas y para que realmente aprendamos a amar. Oremos al Señor para pedirle que escudriñe nuestras vidas y nos muestre donde se nos hace difícil amar. Que podamos tener fe como para confiar en que su amor es eterno y verdadero.
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Celebramos los cumpleaños por tradición, sin conocer realmente como comenzó. Busqué un poquito de la historia, y el primer cumpleaños registrado fue entre los egipcios, con el del faraón específicamente. Para aquella cultura contaban los años de los faraones para con el uso de la astrología tratar de determinar lo que el futuro les tenía destinado. Es por esta razón que los judíos no los celebraban por considerarlo algo pagano debido a la influencia de la astrología. La iglesia cristiana en sus comienzos comenzó por celebrarlos al incorporar el nacimiento de Jesús como una fecha a celebrar. Más adelante se extendió como una celebración, ya no sólo a reyes y figuras públicas, sino también a la gente común, por decirlo así. Yo solo recuerdo que mi madre me celebró con un bizcocho cada uno de mis cumpleaños, aún yo casada, mientras ella vivió. De pequeña, con grandes fiestas en la casa, con muchas decoraciones, comida y música, ya de grande, con el bizcocho y una salida a comer en algún restaurante. Aunque fuera cambiando la forma de celebrarlo, lo importante es que ella siempre celebró mi vida como un gran acontecimiento. Fui el resultado de una anhelada concepción, esperada por nueve años. Un día como hoy Dios me dio vida física en este mundo, aunque prematuramente para los médicos, en el tiempo perfecto para Él. He sido más que bendecida en estos cuarenta y dos años y ha tenido cuidado de los detalles mas pequeños de mi vida, y de las cosas más grandes de ella. Me bendice a diario con tantas cosas que serían necesarios todas las entradas de blog del año quizás para describir un sólo día. Pero de algo estoy segura: yo también puedo celebrar el aniversario de mi salida de Egipto como el pueblo de Israel. Hay otra fecha de cumpleaños en mi vida, inmerecida, igual que la primera, y es mi nacimiento espiritual. Yo también andaba atada, esclava del pecado y de la corriente de este mundo, igual que el pueblo e Israel en Egipto. Dios en su infinita gracia y misericordia, me buscó un día, y me salvó. Mi espíritu estaba muerto y Él le dio vida a través de la sangre se Cristo. Me dio un nuevo nacimiento el veinticuatro de marzo del mil novecientos ochenta y nueve. Como mi primer nacimiento físico, éste fue muy esperado también por mi prima Mili quien estuvo siempre orando por mí y sembrando la semilla del evangelio en mi corazón desde muy pequeña. Dios ha sido bueno, y ha sido fiel. En estos años yo le he fallado, pero Él me ha limpiado y perdonado y me ha cubierto con su amor. No puedo hacer más que rendirle adoración, mi vida, mis anhelos y mi voluntad. Deleitarse en su presencia no tiene precio y no sólo me regaló dos nacimientos, me regaló la vida eterna. Oremos al Señor agradecidos por tanto amor, y por el beneficio de una salvación que no depende de nosotros, ni de lo que podamos hacer, sino que fue pagada por su Gracia y Misericordia. Que podamos orar por nuestros familiares que aún no han tenido el segundo nacimiento y podamos sembrar en ellos la semilla de la fe. Dios hará el alumbramiento. Leía anoche la Biblia cuando entró mi nene a mi cuarto (mi nene que ya tiene 13 años y es mas alto que yo). Se sentó a mi lado y lo miré, y le pregunté: "¿Cuál es tu historia favorita de la Biblia?". El me miró y me dijo que no tenía una en particular. "Pues... --le dije-- dime entonces tu personaje favorito de la Biblia". A lo que él respondió: "Mami...Jesús, claro. Por eso quiero parecerme a Él. Lo único que le dije que quiero parecerme a Él y ahora estoy castigado aquí y en casa de papi. ¡En dos sitios!". Concluyó diciendo con una sonrisa de medio lado y una expresión como queriendo decir: ¡Wow! ¡Qué bien lo hice! Todos los días podemos aprender de otras personas y nuestros hijos en su inocencia y falta de madurez nos enseñan grandes lecciones también. En primer lugar, me asombró su contestación en cuanto al personaje bíblico preferido porque muchas veces cuando pensamos en personajes de la Biblia, tenemos en la mente a David, José, Moisés, Rut, Pablo... pero no pensamos en Jesús. Me gustó su respuesta porque está bien claro de su prioridad. Y es magnífico su deseo de querer parecerse a Jesús. Él es nuestro modelo a seguir aunque el mundo en que vivimos lo critique como algo anticuado, o pasado de moda. Nuestra meta como cristianos es crecer para alcanzar la estatura de Cristo. Y es ahí donde nos encontramos con un gran problema. Ya aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, recibimos al Espíritu Santo para guiarnos, asistimos y participamos en una comunidad de fe, y pensando que tenemos ya todo lo que necesitamos, nos damos cuenta que tropezamos tratando de lograrlo. Y es cierto, tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida de santidad y crecer espiritualmente. El problema no es una carencia de algo. El problema es que nos sobra. Nos sobra un "yo" que quiere tener el control y todos los beneficios. Nos sobra un cuerpo terrenal imperfecto por la entrada del pecado a este mundo. Nos sobran modelos erróneos y torcidos que hemos estado observando desde pequeños. Nos sobran las experiencias dolorosas que en muchos casos se viven a muy temprana edad. Nos sobran enemigos espirituales que nos tientan para vernos caer. Nos sobra muchas veces el desánimo y la falta de conocimiento de las promesas de Dios. Pero, ¿sabes? Tenemos suficiente de todo lo necesario para cambiar. Dios nos provee a diario de su misericordia, que no se agotan, sino que son nuevas cada mañana. Nos dio su Gracia, que llena gratuitamente todo lo que no podemos completar, todo para lo cual no damos el grado. No nos falta nada para seguir a Jesús. Mas bien, debemos pedirle al Señor que nos ayude a eliminar poco a poco todo lo que nos sobra. Oremos al Señor agradecidos porque ya Él suplió todo lo necesario para crecer espiritualmente y para ser salvos por Él. Pidámosle que remueva todo lo que nos sobra para poder ir cambiando a parecernos a Él y darle gloria. La vida se compone de enfrentar batallas, una tras otra. Unas son más fáciles de conquistar, otras nos toman más tiempo y esfuerzo. Entre mis grandes batallas, se encuentran: el episodio donde mi ojo izquierdo sufriò desprendimiento de retina y pensé quedar ciega, el caso judicial de mi papá donde pensamos que podía ir preso, mi divorcio con mis nenes casi bebés, la pérdida de mi madre, mi padre y otros seres queridos cercanos que murieron jóvenes, sin contar las situaciones de salud por mi anemia, las veces que me han calumniado, las veces que me han traicionado, y los desánimos y frustraciones que solo Dios conoce. En todas Dios me ha llevado de la mano, y he salido airosa, aunque con algunos razguños. Muchas de las personas que me conocen han podido saber de casi todas estas batallas. Otros han podido ver cuando vivimos luchando por conquistar un problema o una situación. Muchos han visto un carácter fuerte de mujer que ha luchado para salir adelante. Otros han visto como Dios ha obrado a mi favor. Pero aunque mis batallas se puedan ver, hay otras batallas que solo Dios ve, que son los temores detrás de ellas. Cada batalla comienza a lucharse venciendo los temores que sentimos ante una prueba difícil. La capacidad de saber que podemos vencer lo que tenemos delante va a depender de cuán rápido venzamos el temor a luchar ante esa situación. Dios nos dice en su Palabra que el verdadero amor vence el temor. Si comprendemos al menos un poco del amor de Dios para nosotros, podemos desarrollar una fe que venza los temores, porque sabremos que no hay nada que pueda ir por encima de la voluntad de Dios. Comenzamos nuestras batallas venciendo los temores que nadie ve. Pero Dios escudriña los corazones, conoce nuestros pensamientos, está consciente de nuestras debilidades...Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Sabe que necesitamos de Él. Quiere que dependamos de Él. Nos alienta diciéndonos que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Pablo enfrentó muchas batallas, sin descanso, y tuvo que vencer temores. Pero vio la mano poderosa de Dios a través de Tito. Tito fue como un bálsamo fresco y de ánimo a la vida de Pablo. Yo he estado en situaciones donde llega alguien no necesariamente a decirme que me entiende, sino que su sola presencia infunde ánimo y alegría. Tito no estaba libre de batallas, pero fue un instrumento de Dios para con amor ayudar a otros. ¿Puedo decir que he sido aliento para otros como Tito? Porque no sería bueno quedarme entre mis temores y mis batallas y perderme la bendición de animar a otros. Mis temores los venzo con el amor de mi Señor y las batallas las conquisto con su poder. Puedo dedicarme a ser aliento a otros. Oremos dando gracias a Dios porque podemos mostrarle todas nuestras debilidades y nuestros temores, y ponerlos en sus manos para que Él obre. Que podamos ver que podemos ayudar a otros porque ya hemos vencido batallas y hoy no estamos donde nos encontrábamos ayer. Recuerdo la película animada de la sirenita donde ella quiere convertirse en humana para poder conocer a este príncipe que logró ver un día. Su sueño fue cumplido pero privándole de hablar o cantar. Ella vio perdida todas sus esperanzas porque la habilidad de las sirenas era el canto y no podría utilizarlo esta vez para llamar su atención. En ocasiones actuamos como la sirenita y pensamos que son nuestras palabras las que cautivarán a otros y no quien realmente somos. Se nos enseña de pequeños a poner caretas muchas veces y a mentir para poder salir airosos de situaciones difíciles. Traemos eso que hemos aprendido a nuestra vida espiritual una vez nos convertimos. Queremos hablarle a otros de las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas y como ellos mismos pueden ser cambiados también. Se nos olvida como a la sirenita que no son nuestras palabras las que producirán un cambio. Es bueno hablarle a otros de nuestro Señor, pero debe ir acompañado de oración por esa persona, y de un testimonio que hable por sí solo. De nada vale lo que podamos decir si no es evidente nuestro cambio. Nuestras acciones hablarán mas fuerte que nuestras palabras. Ante la presencia de Dios, sea en oración, o en la adoración, hay momentos en que a través del Espíritu Santo fluyen palabras de exaltación a nuestro Dios, y hay momentos en que es mas profundo el estar conscientes de su presencia en nuestras vidas, y no hay palabras que fluyan en nuestros labios, pero si hay una gran convicción en nuestros corazones. Por eso el salmista dice "considera mi gemir". Dios igual que las personas, se agrada cuando le exaltamos y adoramos, pero mas allá de las palabras, Dios mira el corazón. A Él no lo podemos impresionar. Lo mejor es que aún conociendo nuestros defectos mas ocultos, Él murió por nosotros para salvarnos y nos amó hasta el fin. Él se complace en que seamos transparentes en su presencia y abramos nuestro corazón para poder seguir el proceso de cambiarnos para su gloria. Las mejores palabras son las que el Señor a través del Espíritu Santo pone a flor de nuestros labios. Oremos dando gracias a Dios por tanta misericordia y porque podemos desnudar nuestra alma en su presencia y aún así nos ama, y nos restaura. Que podamos cultivar a través de la oración y el estar conscientes de su presencia en nuestras vidas 24/7, el dejarnos dirigir por su Espíritu al momento de hablar a otros de sus maravillas. Aún cuando no puedo hablar, Él me escucha. Me asombra ver como cada día las personas viven demostrando menos integridad y fidelidad a sus cónyuges, novios o parejas como le suelen llamar hoy día. Tan es así que nos hemos acostumbrado a esa práctica, y cuando vemos a alguien que hace tiempo no veíamos, lo que preguntamos es si todavía sigue casado (con la misma persona). Nos parece extraño ver matrimonios que llevan muchos años de casados y mas aún si se ven felices. De la misma manera, cada vez hay mas personas con los corazones rotos porque le entregaron toda su confianza y secretos a alguien que no los tomó en cuenta al momento de interesarse en una nueva conquista. Y ésto va tanto para hombres, como para mujeres. Estos eventos han desarrollado un adulto trabajador, que no incluye en sus metas el tener una relación seria de matrimonio, por el miedo a exponerse nuevamente y salir heridos. O son ellos los que terminan prontamente con la relación para no vivir nuevamente un rechazo. Por algo la Biblia nos exhorta y nos aconseja que "sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida". Dios conoce que este mundo fue corrompido por el pecado y sabe que nos herimos unos a otros con frecuencia. En su amor y querer guardarnos nos dice que no debemos confiar en los hombres, sino que nuestra confianza debe estar puesta en Él. Pero no me malinterpretes, no te estoy diciendo que no confíes en nadie y apoyes la teoría de no tener una relación seria. Hablo de confiar en el Señor para todo, comenzando por dejar que sea Él quien guie tu vida. Que sea Él quien me provea de lo que necesito, incluyendo eso quien será mi compañía en la vida. Pero es más fácil reconocer la fidelidad de Dios cuando ya hemos experimentado rechazos e infidelidad. Podemos saber que Dios suple nuestras necesidades cuando hemos estado necesitados de algo. David escribió salmos al Señor exaltando su fidelidad y protección al haber pasado por situaciones difíciles donde su vida corría peligro y los que un día le apreciaron le buscaban para matarle. El que nosotros hayamos experimentado situaciones dolorosas no nos exime del mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No nos da el poder de lastimar a otros. La Biblia nos manda a perdonar y a pagar mal con el bien. Dios está disponible para restaurarnos. Si seguimos su voluntad todo obrará para bien. Es triste ver como el amor de muchos se ha enfriado y piensan que no son capaces, o no merecen una relación digna, que puedan exhibir con al frente en alto y recibir la bendición de Dios para sus vidas. El cambio y el afectar los que nos rodean comienza ppr nosotros y nuestro ejemplo. No necesariamente es el tiempo de comenzar una nueva relación. El tiempo lo pone Dios. Pero podemos aconsejar a otros con lo que hemos recibido de lo alto, y no con el archivo de nuestras malas experiencias. Oremos al Señor dando gracias porque su fidelidad es para siempre y es nuestro refugio y nuestra roca fuerte. Que podamos entregarle a Él lo que llevemos cargando de otras relaciones que nos impidan amar correctamente el día de hoy. Que pueda usarnos para hablar a otros de sus grandezas y amor. Nacemos bajo el dolor de parto. El dolor aunque no es deseado en nuestra vida, es parte de ella. Quizás algunas personas hasta se acostumbran demasiado a él. Hablaba esta mañana con un muchacho que tenía un tatuaje en su antebrazo y lucía muy reciente. Le pregunté acerca de él mientras le tomaba unas muestras de sangre y me relataba que tomó tres horas hacerlo, y sintió mucho dolor en el área próxima a la muñeca. Así conozco otras personas que se hsn realizado tatuajes en lugares que resultan muy dolorosos. Sin embargo, para tomarles unas muestras de sangre, que es un procedimiento que dura treinta segundos en lugar de tres horas, se resisten ante el miedo al dolor que pueda causarles. Entonces, somos selectivos ante el dolor. Hay dolor que no queremos enfrentar, y hay dolores que estamos dispuestos a enfrentar por gusto. Por ejemplo, los que practican el juego del gotcha o armas cargadas con pintura u otras balas de aire, se divierten aunque esos ataques producen un dolor momentáneo que hasta les deja marcas en el cuerpo. Muchas veces entramos en una relación amorosa aunque sabíamos de antemano que íbamos a sufrir, pero preferimos arriesgarnos y lamentarnos luego. El problema consiste en como vamos a manejar luego el dolor emocional. A veces fue buscado, y en muchas otras ocasiones llegó sin invitación. El profeta Jeremías se encontraba en un momento difícil, y al igual que a otros profetas y personas que amaban a Dios, sus sentimientos y emociones quedaron grabados en la Palabra de Dios. Dios no escondió sus debilidades, ni sus momentos de dolor, y fueron hombres que el Señor usó con poder. Dios sabe que con la entrada del pecado a este mundo también entró el dolor. Pero todo no queda ahí, ni estamos destinados a vivir en dolor. Dios trae libertad a sus hijos. Él nos trae paz y alivio a nuestros padecimientos. Se ha mostrado como un Dios sanador y de provisión. Se define como un Dios que es amor. Conoce tu dolor. Jesucristo vivió el dolor en carne propia. Sintió el rechazo, la traición, las calumnias, aún dice que lo odiaron a Él y al Padre, y experimentó el dolor físico a un nivel insoportable en la cruenta forma en que murió en la cruz. Tenemos un sumo sacerdote que experimentó todo, pero sin pecado. Muchas veces sufrimos un dolor emocional y pensamos que nadie nos puede entender porque no ha vivido lo que hemos vivido nosotros, y es muy cierto, pero Jesús entiende tu dolor. Él siendo Dios, lo dejó todo para darnos vida. Cuando decidimos seguirle ponemos sobre nuestros hombros ser motivo de rechazo para otros que no creen a este evangelio. Que a partir se hoy, si decido sentir dolor que sea por la causa del evangelio, pero decido liberarme de cualquier otro que solo traiga pesar a mi vida y me detenga en mi jornada espiritual. Jesús me dijo que en este mundo tendría aflicción, pero que confiara, que Él venció al mundo. Oremos presentando nuestra vidas al Señor y que nos escudriñe para restaurarnos y remover cualquier dolor que estemos padeciendo. Que si es un dolor físico nos traiga sanación o alivio al poner nuestra mirada en Él. Si es un dolor emocional que pueda entregarlo a sus pies para que traiga sanación a mi vida y pueda seguir creciendo en Él y gozarme como dice su Palabra que dichosos son los que le buscan. Que pueda compadecerme del dolor de otros y ser de apoyo. Todos tenemos un precio. Todos tenemos algo que nos derrumba. Quizás lo que me derrumba a mí, no es lo mismo que te derrumba a tí. Yo soy fuerte en unas áreas en las que tú eres débil, y yo soy débil en unas áreas en la que tú eres fuerte. Pero tenemos algo en común: tenemos la capacidad de tropezar y caernos; no somos fuertes todo el tiempo. Y de eso se trata la vida, de caminar, caernos y levantarnos; correr, caernos y volvernos a levantar. A veces nos cuesta trabajo levantarnos solos y necesitamos ayuda. En ocasiones podemos levantarnos solos, pero nos toma mucho tiempo. Así que si aceptamos ayuda podemos estar de pie en menos tiempo. Si queremos pasar mas tiempo de pie, que en el suelo, debemos identificar esas cosas que nos derrumban. Dios en su infinito amor nos ha provisto de varias herramientas para ayudarnos a estar de pie. En primer lugar, nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Nos dio una vida espiritual a nuestro espíritu muerto. Nos regaló una vida eterna, que nos da una esperanza mas allá de la muerte física a la que tantos temen. Nos selló con su Espíritu Santo, quien viene a morar en nosotros para guiarnos, redargüirnos, consolarnos y alentarnos a seguir las cosas espirituales. Dios nos dejó su Palabra escrita, como libro de instrucciones y agenda que nos recuerda sus promesas para nuestar vida. Pero aún con todo eso y el contar con su provisión para todo lo que realmente necesitamos, Él sabía que no podemos funcionar solos y necesitamos alguien que nos sostenga los brazos como le ocurrió a Moisés, y nos hizo parte de un cuerpo, el cuerpo de Cristo que se supone que somos uno, y cada parte del cuerpo sienta y padezca con los que se duelen, y ayuden a los que caen, y mas aún, que ayuden a otros a no caer. Pero, tenemos un precio, ¿recuerdas? Y el enemigo de las almas busca conocer el tuyo para hacerte caer. Otras personas identifican tu precio para hacerte caer. Por lo tanto, yo debo ser sincero y examinarme, pedirle a Dios que me examine para conocer qué es lo que me hace caer y prepararme, pedirle fuerzas y sabiduría al Señor para trabajar en esa área de mi vida. ¿Qué me hace tropezar: que me toquen mi salud, que me falle mi esposo, que toquen a mis hijos, que me falten mis comodidades, que no tenga muchos amigos o que me fallen, que no pueda ser el centro de atención, que se afecte mi trabajo? Según somos tan diferentes, así hay opciones para cada uno. Hice una petición al Señor hace un tiempo de que me usara para su obra, que quería servirle mas, crecer mas en Él, y poco a poco ha ido mostrándome mis puntos débiles. Necesito conocer lo que me detiene al servirle, qué me impide completar la tarea que se me asigne. Dios no nos pide que seamos fuertes, Él conoce nuestra condición humana. Él espera que dependamos de Él y en cuanto a nuestros hermanos en la fe, que los ayudemos a levantar porque solo a Él le toca juzgarlos. Oremos presentándonos al Señor reconociendo que sin Él nada somos. Que podamos identificar nuestras debilidades, donde tenemos nuestro corazón y arrepentidos lo entreguemos a Él. Que podamos ser humildes y reconocer que nosotros también caemos y podamos ser de ayuda para levantar a otros. Que podamos ttener contentamiento en el Señor en todo tiempo. Hoy al salir de la iglesia íbamos para el quinceañero de una amiga de mi nena, en un lugar cerca del campo, con piscina y al aire libre. Como nunca habíamos visitado anteriormente ese lugar y no teníamos ni idea de como llegar, ambas (mi nena y yo) consultamos el gps (o navegador de mapas) en nuestros teléfonos celulares. Su mapa le indicaba que nos encontrábamos a quince minutos del lugar y mi mapa me decía que tardaríamos cuarenta y siete minuyos en llegar a nuestro destino. Tuvimos esa discrepancia ella y yo y corroboramos el nombre del local y realizamos la búsqueda nuevamente, obteniendo los mismos resultados diferentes. Le dije que entonces llamara a alguien que ya hubiera llegado a la fiesta para ver cual de las dos direcciones era la correcta. Gracias a Dios resultó ser la de quince minutos de distancia. No sólo vimos rutas diferentes sino que mi ruta larga no llegaba al lugar del evento, sino casi a otro pueblo. Para un mismo fin, obtuvimos resultados diferentes y no finalizaban al mismo lugar. Muchas veces en mi vida quiero llegar a un lugar específico, o a lograr una meta, y me siento como en un laberinto donde no encuentro la salida. Tengo un fin, pero me pierdo en la búsqueda. Muchas veces me desconcierta el no conocer hacia donde me dirijo. En ocasiones, me propongo yo misma muchos destinos, que envuelven rutas diferentes y no llego a ningún lado. Funciona pedir consejo espiritual, o leer la Palabra, que es nuestro libro de instrucciones y direcciones, ir a Dios en oración, en fin, buscar ayuda. El problema es cuando nos hemos desarrollado siendo tan independientes que tenemos por costumbre resolver todos nuestros asuntos solos. Pensamos muchas veces que es señal de debilidad el pedir ayuda o consejo, cuando la Palabra dice que el éxito está en la multitud de consejos. Podemos tener herramientas, como las tuvimos hoy, y aún así errar. Hoy llamamos a alguien que ya hubiera llegado, en lo espiritual ya otros pasaron por situaciones similares en este caminar de crecimiento a la estatura que el Señor quiere para nosotros. Es normal que nos sintamos perdidos. El mundo nos quiere dirigir en una dirección y nuestro espíritu sensible al Espíritu Santo nos dirige al lado contrario. Nuestras metas ya no son las mismas cuando nuestro fin es agradar al Señor y muchas veces nos podemos cuestionar si vamos en la dirección correcta. Cuando nuestro anhelo es vivir en la voluntad de Dios, Él nos dirigirá por el camino correcto. Él es el camino, la verdad y la vida. Si pensamos que vamos mal en nuestra ruta, llamemos a alguien. Oremos al Padre celestial y demos gracias por su amor y misericordia. Pongamos ante Él nuestras metas y el lugar a donde nos proponemos llegar para que Él nos brinde dirección y seguridad de que estamos bajo su Voluntad. Ya no estamos perdidos si hemos encontrado el Camino. Con todo este comienzo de clases de mis hijos y todos los que ví en las redes sociales, me puse a recordar mis años de escuela. Recuerdo los grupitos que hacíamos en las diferentes áreas como el patio, el lobby, en los pasillos, etc. Pero entre esos grupitos, siempre uno tenía esa mejor amiga con quien pasaba la mayor parte del tiempo, no solamente en la escuela, sino que fuera de horas escolares también. Tuve varias amigas así en las diferentes escuelas, y hay algo bien peculiar, y es que siempre que la gente nos veía nos preguntaban si éramos hermanas porque nos parecíamos. Y para nada que nos pareciéramos, pero cuando uno tiene un amigo, es común terminar vistiendo iguales, o con el mismo estilo, hablamos con las mismas frases, frecuentamos los mismos lugares... en fin, comenzamos a tener muchas cosas en común a medida que crece la amistad. Recordando eso encuentro este pasaje en la Biblia donde me encantó esa parte que dice "la amistad con Dios se sentía en mi hogar". La frase chocó en mi mente por unos minutos. Amo al Señor, le sirvo, le dejo saber a otros sobre la iglesia que asisto, cosas en las que he visto la mano de Dios en mi vida, pero ¿puedo decir que mi amistad con Dios se siente en mi hogar? ¿pueden otros percibir y sentir mi amistad con Dios? ¿pueden otros decir que me parezco a Dios como decían que me parecía a mis amigas? En estos tiempos donde el tiempo vuela de prisa, y lo invertimos en nuestros propios intereses y en trabajar o en entretenimiento, es común ver una vida cristiana rayando mas en la religiosidad que en una relación personal con Dios. Ir a la iglesia es tiempo que puedo programar y poner en mi agenda, pero ser amigo de Dios ocupa toda mis horas. La relación íntima con Dios no sigue un protocolo, ni una minuta. Es la pasión de dedicarle todo mi entendimiento, mis fuerzas, mi tiempo. Es anhelar las cosas espirituales, tener sed por conocer su Palabra mas y más, implica orar sin cesar como se nos exhorta en la Biblia, reconocer la presencia de Dios en mi vida 24/7 y no solo cuando estoy en la iglesia. Esta amistad con Dios debe llevarme a querer imitarlo, a querer obedecerlo. Dios quiere estar contigo hasta en las cosas pequeñas. Si practicamos la presencia de Dios en cosas cotidianas y sencillas, estaremos ejercitados para buscarle en las cosas grandes. Pero volvemos a la pregunta clave, ¿pueden otros sentir mi amistad con Dios? ¿estoy impactando a otros con mi amistad? Muchas amistades que tuve en la escuela no perduraron hasta el día de hoy, pero tengo por seguro que mi amistad con Dios durará una eternidad. Oremos al Señor pidiéndole que nos muestre a qué nivel se encuentra nuestra amistad. Que podamos estar conscientes de su presencia en todo momento del día y agradecerle porque en su misericordia y su gracia nos permite acercarnos a Él, confiadamente, siendo nosotros pecadores. Que podamos impactar nuestros hijos y nuestra familia cuando puedan sentir nuestra amistad con Dios en nuestro hogar. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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