Honrar a Dios con nuestros bienes. Esta es un área que también debemos trabajar para vivir al vida abundante que Dios quiere para nosotros, sus hijos. Esta práctica comenzó con ofrendas del fruto de la tierra y de la crianza de animales, cuando el dinero como lo conocemos hoy aún no existía. No es un nuevo consejo. Es un acto de adoración a Dios, reconociendo que todo lo que tengo es gracias a Él quien es mi provisión. El hombre puede cultivar la tierra, pero si no hay lluvia, o si por el contrario hay inundaciones, o vienen tormentas, su cosecha no será como la espera. Siempre va a depender de la mano de Dios para todo lo que trabaje. Entregar las primicias, lo primero a Dios, es un acto de desprendimiento también, donde la avaricia y el egoísmo no me dominan. El egoísta o el avaricioso puede ver que tendrá menos, el que se humilla ante el señor reconoce que sin Él no es nada, y que todas las bendiciones vienen de su amor. ¿Para que voy a acumular pequeñas cosas cuando el dueño del universo es mi Padre? Hay muchas maneras de honrar a Dios con nuestros bienes. El aportar a nuestra congregación para la obra es una de ellas. Pero no implica que no debemos hacer nada más. Honro a Dios cuando lo que tengo es bien administrado, y sirve de bendición a los que me rodean. Conlleva el evaluar cada día si lo que poseo me lleva a ser egoísta y anhelar cada día más, o si soy buen administrador, pero desprendido para el reino de Dios. La mentalidad humana es dada a pensar que yo lo trabajé, me lo merezco y es mío. La mentalidad espiritual piensa que cada minuto y cada recurso que tengo debe glorificar a Dios y ayudar a su obra. Si el dinero del mundo estuviera distribuido de acuerdo a esa visión, no habría personas que se acuesten sin comer. Y no solo hablo de aportar dinero. Tus bienes incluye que si tienes una estufa y comida en tu nevera, puedes alimentar a alguien que lo necesite. Tus bienes incluye que si tienes carro, puedes ayudar a alguien que camina a pie. Tus bienes incluye que si tienes una computadora puedes ayudar a alguien a preparar un resume para buscar trabajo. Tus bienes incluye que si tienes negocio propio, le des empleo a alguien y seas buen jefe. Tus bienes incluye que si eres estudiante, prestes un lápiz o un libro. Tus bienes incluye que si compras ropa nueva, dones la que ya no uses a los pobres. ¡Hay tantas formas de ayudar! Quizás pienses que no tienes nada, pero puedes dar un vaso de agua a alguien sediento. Quizás pienses que no tienes nada, pero si me estás leyendo tienes un medio electrónico para contar las grandezas de Dios a quienes no le conocen. Todo lo que poseamos puesto a los pies del Maestro, terminará en gran bendición. Solo debes dejarte usar y decir “aquí traigo mis primicias”. Oremos al Señor presentando nuestras vidas y nuestras primicias a sus pies para que todo lo que tenemos sea usado para su gloria y la expansión de su reino. Puedo ser de bendición a otros y eso será de victoria y gozo a mi vida.
0 Comments
Me imagino que has estado enfermo alguna vez. Y a nadie le gusta sentirse así. Las enfermedades afectan nuestro cuerpo, y nos quitan nuestro bienestar, por lo que también nos afectan, en muchas ocasiones, emocionalmente. A veces nos hemos enfermado por algún descuido, y en otros casos, lo contrajimos de manera inevitable. Cuando nos enfermamos, nuestro cuerpo cambia sus prioridades, y va directo a atacar la enfermedad. Comienza una guerra interna, aunque no estemos conscientes de ello. Los medicamentos ayudan al cuerpo en enfermedades que son más fuertes, y te ayudan a sanar en un tiempo menor. Las medicinas no son agradables, hasta que tienes la madurez suficiente para entender que solo te harán bien. Podriamos decir que así somos espiritualmente. El temor a Dios y su sabiduría es para nosotros como medicina que sana nuestro cuerpo y alivio a nuestros huesos. No es hasta que reconocemos qué hay algo mal en nosotros, que algo nos duele y no nos deja funcionar normalmente, que anhelamos una medicina que nos alivie. Hasta que no vamos desarrollando una madurez espiritual , y vamos aprendiendo a discernir la voz del Espíritu Santo en nuestras vidas, no nos damos cuenta, de lo necesaria que es la Palabra y la sabiduría de Dios en nuestras vidas. Mientras más crecemos en el Señor, más pecadores nos vemos y más necesitamos de su ayuda para poder tener una vida en abundancia. Para cada área de nuestra vida que nos estorba en nuestro caminar, o esa debilidad, ese defecto, hay una cura y alivio de parte del Señor. Ya Él ha hecho provisión para nosotros. Mientras más anhelamos conocer su Palabra y que su presencia se manifieste en nuestras vidas, más experimentaremos el gozo. Un tiempo en la presencia de Dios en transparencia, humillación y adoración liberan más el stress que una sesión de yoga. Heridas del pasado, rencores, amarguras, al ser removidas por la sanidad que sólo Él puede realizar en nuestros corazones, nos liberarán de dolores físicos y otras dolencias. La confesión de pecados, nos libera de la culpa, la vergüenza y nos devuelve nuestro valor, nos sentimos libres. Hoy vamos a buscar sanidad. Oremos al Señor presentando nuestros corazones de forma transparente para que sea Él mostrándonos lo que debemos entregar para poder sanar. Que nos ayude a dedicar tiempo al estudio de su Palabra para ir adquiriendo la sabiduría que traerá bienestar a nuestra vida. “¡Tú puedes! ¡Tú tienes todo lo necesario dentro de ti para triunfar! “ Frases como éstas nos enseñan desde pequeños a confiar en nosotros mismos. Y es bueno motivar a otros para ayudarles con su autoestima, pero cuando abrimos nuestros ojos al mundo espiritual, a una vida nueva en Cristo, muchas cosas van a cambiar, y parecerán contrarias a la lógica que nos ha guiado por años. El mundo nos dice que debemos empoderarnos. Esta de moda la frase de “mujeres empoderadas” pero creo que a veces podríamos confundirnos con entender dónde se encuentra el poder. Nos dicen que podemos lograr todo lo que nos propongamos, más las escrituras dicen : “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Mi poder viene de lo alto, junto con la sabiduría. Creo que los años de experiencia nos llevan a confiar primeramente en nuestro conocimiento, que nos ha costado y hemos adquirido con el tiempo, y luego evaluamos las demás alternativas. El único conocimiento que podemos confiar, que hemos adquirido con el tiempo, es que Dios conoce nuestros caminos y sabe lo que es mejor para nosotros, aunque de momento, las circunstancias parezcan muy desfavorables para nuestro lado. El ejercitar la fe, nos lleva a una fe más profunda cada vez, donde es mucho más que lo que vemos frente a nosotros, es lo que creemos, nuestra convicción es más fuerte que los problemas. Nuestro conocimiento está contaminado por todo lo que el mundo nos ha programado a través de la televisión, prensa, internet, cine, y muchas veces la solución a un problema, es esperar en el Señor, y no el tomar una acción inmediata, como nuestros instintos lo harían. Confiar en Dios va contra nuestra naturaleza controladora, y que no confía en nadie por las veces que alguien nos ha fallado. Mientras mas nos han herido, más controladores nos volvemos, porque no confiamos en nadie, y como mecanismo de defensa, queremos tener el control de todo lo que pueda afectarnos. Pero ese control es falso. ¡No podemos controlar nada en este mundo! El único control lo tiene Dios, quien creó todas las cosas y las sustenta. Para no ser sabios en nuestra propia prudencia, debemos conocer las escrituras. Sé que puedo confiar en Dios porque Él es fiel. Puedo confiar en Él porque no cambia. Puedo confiar en Él porque es Todopoderoso. Puedo confiar en Él porque todo lo conoce. Puedo confiar en Él porque es amor y me ama como nadie en este mundo puede hacerlo. Debo conocer más acerca de Él para darme cuenta, de que realmente todo lo que he conquistado hasta el día de hoy es por su gracia y misericordia, y nada bueno puedo yo aportar que no provenga de Él. Confiar en Él me traerá paz. Oremos al Señor para que sea Él quien dirija nuestros pasos y nos lleve a vivir una vida en paz, la vid abundante que quiere para nosotros. Que entendamos que podemos vencer con su poder en nuestras vidas, conforme a Su voluntad, y su voluntad es agradable y perfecta. La verdad nos hace libres, pero sin la misericordia de Dios y su gracia, no podríamos ser salvos. Debemos conocer la verdad. Jesucristo dijo “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. El primer paso para ser salvos es llegar al conocimiento de la verdad, que es Jesús. Su Espíritu Santo nos convence de pecado y abre nuestros ojos a la verdad. Justo ahí podemos entender que necesitamos de su gracia, y que sólo por su misericordia hemos llegado hasta donde nos encontramos hoy. Como hijos de Dios, Proverbios nos aconseja a llevar la misericordia y la verdad juntas, y tenerlas muy presentes. Dios es verdad y en Él no hay espacio para la mentira. Somos llamados a ser imitadores de Él, por lo tanto, no puede haber mentira en nosotros tampoco. Eso no da testimonio de un Dios santo. Ejercemos eso sin olvidar que somos llamados a tener misericordia. Esos dichos populares de que la verdad duele, y “yo hablo con la verdad les guste o no”, y como dicen en Puerto Rico, “no tengo pelos en la lengua”, no van muy de la mano con la misericordia. Previamente hablamos de la prudencia. La verdad podemos llevarla en amor, teniendo misericordia con el prójimo. El prójimo incluye a nuestros cónyuges, nuestros hijos, familiares, vecinos, hermanos en la fe y el resto del mundo. Nuestra verdad no ofende, nuestra verdad puede llevar al arrepentimiento y a que reconozcan a Dios. ¿De que me vale hablar verdad a la gente y no compadecerme de sus necesidades y sus aflicciones? A veces cubriendo una necesidad hablamos más de lo que podemos decir en palabras. A eso nos llamó Dios. Debemos ejercer la verdad sin orgullo ni vanagloria. El conocer la verdad nos lleva a ver que sin su gracia nada somos. Debo ver al prójimo como a mi mismo: no merezco nada, no puedo ganarme nada, solo soy un pecador que ha recibido por gracia la salvación y el perdón de Dios. Que esto lleve nuestras vidas a ser transparentes, con integridad, para que lo que tengan que reprochar de nosotros sean calumnias. Llevemos la misericordia (sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda) más allá de nuestra zona de comodidad. No podemos confundirla con una simple simpatía. Hagámoslo en verdad, no para ser vistos o por vanagloria. Que sea el Señor quien se lleve toda la honra y toda la gloria. Recuérdalo como una ley de vida. Oremos al Señor pidiéndole que nos ayude a recordar cada día que debemos vivir en verdad y misericordia. Que sea aún Espíritu Santo dirigiendo nuestras vidas y enseñándonos cómo debemos andar. Comencemos por definir qué es un pacto. Pacto es un acuerdo entre dos o más personas que obliga a ambas a cumplir con una serie de condiciones, o condición en la que se ha de cumplir un acuerdo. En palabras sencillas, un pacto lo acuerdan dos partes y tienen que cumplirlo. Los pactos no deben romperse. Todo va a depender de la integridad de la persona que pacta, y las consecuencias que habría que enfrentar si no se cumple. Un pacto debe ser inquebrantable, pero el pecado que entró a este mundo, y a nosotros, nos lleva a no ser íntegros, y a no ser personas en las que se puede confiar. El adquirir al sabiduría de Dios, nos dice que nos hará discernir entre el pacto del matrimonio, aún hecho en la juventud, cuando no hemos alcanzado cierta madurez, y las circunstancias que se presentarán en el camino como más atractivas. Dios diseñó el matrimonio como un pacto tan hermoso en inquebrantable que podría compararse con el pacto que tiene Él por su iglesia. Pero el pecado nos nubla la vista, nos hace confundirnos entre lo que percibimos que es mejor y lo que es correcto. Nuestra percepción de las cosas está tan distorsionada, con el apoyo de Hollywood y la sociedad cambiante en la que vivimos, que son más los divorcios cada día, y menos las personas que contraen matrimonio, aún viviendo como si lo fueran, que lo hermoso del matrimonio se ha ido menospreciando. Ese concepto donde el esposo ama, cuida y protege a su esposa, y esa esposa que respeta a su esposo, y lo ama ayudándolo a ser la cabeza y sacerdote del hogar, ha pasado a un segundo plano, como una idea anticuada y que ha entrado en desuso. Tengo en mi hogar a la persona que amo, y me llevó ese amor a hacer un pacto ante Dios que dura para toda la vida, pero es “normal” que si fuera del hogar alguien dice o hace algo que me atraiga más, yo menosprecie lo que tengo en mi casa y me olvide del pacto. ¿Sabes qué? Siempre va a haber cosas fuera de tu matrimonio que te llamen la atención, y ofrecimientos que se verán tan maravillosos como los espejismos en el desierto. Las tentaciones nos asechan cada día. Pero Dios nos da su sabiduría y su discernimiento para poder reconocer las cosas como son realmente. Nuestra relación con Dios funciona de la misma forma. Dios comenzó un pacto de amor con nosotros, al que nos unimos cuando le entregamos nuestra vida para recibir una vida nueva en Él. Él es el perfecto esposo que nos ama, nos protege, nos cuida, y nos provee de todo lo que necesitamos. Y al igual que el matrimonio en este mundo imperfecto, llegan a nuestra vida palabras que halagan, ofrecimientos de cosas que no tenemos en esta relación y llaman nuestra atención. Estos ofrecimientos o estas tentaciones nos hacen fallar a nuestro pacto con Dios, sobre todo cuando nuestra relación está fría y no le dedicamos nuestro tiempo. Dios no va a fallarnos jamás. Él es fiel. Es su naturaleza. No es la nuestra en este cuerpo terrenal. Lo que vemos en el mundo fuera de Él, como la fama, el supuesto poder, el dinero y la lujuria, y todos esos placeres, parecen muy atractivos, pero son como los espejismos, pasajeros, no son realmente lo que necesitamos. Todo lo que encontramos fuera de Dios no nos da un verdadero gozo, nos da una emoción temporal, que como a los adictos con el efecto de la droga, nos deja en baja cuando ese momento se acaba. La sabiduría de Dios nos lleva a valorar lo que realmente importa, lo que realmente nos conviene, lo que nos dará verdadero gozo en medio de cualquier situación. Entender el pacto del matrimonio va de la mano de conocer y entender el pacto que tenemos con nuestro Señor. Es una bendición hermosa. Aún si no estás casado, el mejor pacto que puedes tener en tu vida, es el pacto de amor con tu Señor, creador, y Salvador. Yo viví un divorcio por la falta de sabiduría en Dios y por llevar las cosas en nuestra ignorancia lejos de quien hace todas las cosas perfectas. Ahora estoy en un nuevo pacto matrimonial confiando en que sea la sabiduría de Dios quien nos dirija, y eso hace diferentes todas las cosas. Oremos al Señor para que nos revele cuan hermoso y profundo es el pacto que tenemos con Él y podamos aplicarlo a nuestros matrimonios y a nuestras vidas. “Un pajarito me dijo”... es una frase usada en mi país cuando queremos contar un rumor, o mejor dicho, un chisme, sin delatar quien nos hizo partícipes de él. Pero hay muchas otras formas de abordar el tema. “Yo creía que tú sabías...”, podemos espiritualizarlo también: “hay que orar por la hermanita por lo que le pasó “. Uno de los primeros cambios que ocurrirán en nuestra vida al adquirir sabiduría, como lo menciona Proverbios, es el hacer uso de la discreción, otros le llaman prudencia. Pero, ¿qué es la discreción? Es la reserva o cautela para guardar un secreto o para no contar lo que se sabe y no hay necesidad de que los demás lo conozcan. Nuestra cultura latina es muy dada al chisme y el estar hablando de los demás. Lo triste del caso es que en su mayoría, hablamos secretos de los demás que son negativos, o exponen debilidades y defectos en ellos Lo bueno se comparte y la privacidad de cada uno también debe guardarse. Se puede destruir una vida solo con palabras. Las palabras son como flechas lanzadas, que una vez están en el aire, no tienen marcha atrás, y penetran en su aterrizaje. Cuando hablamos lo que no debemos sobre alguien, podemos disimular con la otra persona nuestra intención, pero no debemos olvidar que Dios conoce nuestro corazón. Él sabe si lo que hablamos fue consecuencia de envidias, rencores o heridas que no hayamos entregado para sanar. Actualmente, estamos viviendo tiempos donde personas se han suicidado por chismes y rumores que han circulado sobre ellos en las redes sociales. Ya no es solo lo que hablamos con otros, las redes sociales nos han complicado el asunto, multiplicando exponencialmente lo que se publica. Años atrás podías contar un chisme a alguien y se enteraban los vecinos, ahora con las redes sociales en el internet, se conoce a nivel mundial. Entiendo que la responsabilidad no sólo recae en el que publicó el original, sino en todos los que lo comparten. El ser discretos es una gran herramienta para mantener nuestro testimonio como cristianos. Lo que divulgamos de los demás muestra mi amor por el prójimo. Si conozco los mandamientos de Dios y medito en ellos todo el día, debo ser redargüida por el Espíritu Santo cuando hablo o comparto algo que raya de la discreción. Siento dolor en mi alma cuando veo como se comparten videos y noticias de pastores o Iglesias que están fuera de la voluntad de Dios, o tienen prácticas extrañas que no pasan el filtro de la Palabra, o iglesias que sólo están por dinero. Aunque son prácticas contrarias a la Palabra, publicidad negativa o positiva, son publicidad. Estamos dando a con a otros la maldad que existe y dando publicidad a lo que no vale la pena. Y no es que lo escondamos, es no perder nuestro tiempo compartiendo cosas que no edifican. Mejor seamos discretos y compartamos palabras de vida, hablemos de los testimonios que hemos vivido, que muestran que Dios es real en nuestros tiempos. Hablemos de que existe esperanza en este mundo perdido. Hagámonos disponibles para escuchar, garantizando a esas personas que somos lo suficientemente discretos para que puedan desahogarse con nosotros. Los sicólogos están llenos hoy día, en su mayoría, de personas que necesitan hablar con alguien, necesitan ser escuchados, pero quieren tener la certeza de que mantendrán sus secretos. ¿Cómo vamos a hacer la obra del Señor sanando a los quebrantados de corazón, si no pueden abrir su corazón con nosotros por miedo a que sean revelados sus más íntimos sentimientos? En un mundo que todo lo divulga y todo lo ridiculiza, que todo lo burla, nuestra discreción, por si sola, hablará de la grandeza de Dios. La verdad nos hace libres, así que conocer la verdad no nos da el derecho de acusar o criticar a otros. ¿Quieres desear discreto? Busca la sabiduría de Dios, y deja que sea el Espíritu Santo quien te dirija aún en lo que debes hablar o publicar. Si tienes dudas, utiliza el filtro que te da la Palabra: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8 Lo que voy a hablar o publicar, ¿es honesto? ¿Es verdadero? ¿Es amable? Utiliza el filtro y tu vida con los que te rodean será de bendición y tú serás de bendición para ellos. Oremos al Señor presentando nuestras vidas para que escudeiñe nuestros corazones y revele las intenciones que tenemos al hablar. Que podamos adoptar la discreción como parte de nuestra vida y ser de bendición a otros. Que nos ayude a que no prestemos oídos ni compartamos cosas que no pasen el filtro de Filipenses. La sabiduría y el conocimiento están disponibles para el que los desee. Nos dicen los versículos que “claman en las calles y en las plazas”. Más adelante nos dice que “el que esté falto de sabiduría que la pida”. Todo comienza por el temor de Jehová, y como ese temor nos lleva a conocer, guardar y obedecer sus mandamientos. Pero no basta solo con desear la sabiduría. Debemos anhelarla como se anhela un tesoro, y como el hombre natural busca hacer dinero toda su vida. Este versículo nos habla de escudriñarla. Escudriñar por definición es examinar algo con mucha atención, tratando de averiguar las interioridades o los detalles menos manifiestos. Se nos manda a escudriñar las escrituras, a escudriñar nuestros corazones, nuestros caminos. No se trata de simplemente cumplir con unas rutinas: leo la Biblia a diario, tengo un tiempito de oración, voy a la iglesia... Se trata de algo más. Si deseamos crecer espiritualmente en el conocimiento de Dios para vivir esa vida abundante que Él ofrece, de esos dedicarnos a escudriñar. Cuando leemos la Palabra, no es más importante cuántos versículos leíste, sino el detenerse a meditar en ellos, ver cómo aplican a mi vida, orar para pedir a Dios que me hable a través de ellos, memorizar los que han sido de gran impacto, y sus promesas. Es detenerse en palabras que no entiendo bien, y volverlos a leer, buscar definiciones, buscar esos pasajes paralelos que la Biblia me da al calce de la página, relacionarlos a su contexto, o sea, de que está hablando el capítulo, el libro, no como un versículo aislado. En palabras sencillas, es sentarse a estudiar, a desmenuzar la Palabra, y dejar que Dios hable a mi vida a través de ella y luego obedecer lo que me dice. Esto implica disciplinarme a tener un tiempo con Dios para que a través de su Espíritu Santo nos vaya revelando lo que debemos conocer. Todo esto debe llevarnos a amar su Palabra. Cuando amamos algo lo anhelamos, no va a ser una carga, al contrario, vamos a entender que es nuestro alimento espiritual y que lo necesitamos para vivir. Podemos vivir vidas victoriosas desde ahora, solo debemos tomar el tiempo de conocer cuál debe ser el camino que debemos tomar. Dios hará el resto. Oremos al señor para que nos ayude en este caminar de anhelar la sabiduría que sólo Él puede dar y que será de bendición a nuestras vidas. Que nos ayude a ser disciplinados con sus cosas también como lo somos con los estudios o los trabajos. Que podamos contagiar a otros con lo que vayamos aprendiendo. Durante mucho tiempo estuvimos buscando una palabra para la obediencia, una virtud que los nativos nunca practicaron ", relató un misionero." Un día, cuando salía de la aldea, mi perro se quedó atrás. Silbé, y él vino corriendo detrás de mí a toda velocidad. Un anciano nativo en la carretera dijo con admiración: "Mui adem delegau ge"; literalmente, 'Perro tuyo, el oído es solo', es decir, 'Tu perro es todo oído' (obediente). Tomé esa expresión de inmediato y descubrí que tenía una hermosa palabra para obediencia. Seamos todo oídos para nuestro Señor "- Christian Herald (Londres) Quizás hemos escuchado muchas veces la palabra mandamiento, y no conocemos su verdadera definición. Mandamiento o mandato es una orden dada por alguien con autoridad para hacerlo. Nuestra naturaleza rebelde, caída, se resiste a ser obediente a lo que otro nos ha ordenado. Desde que somos niños tratamos de retar la autorizad de nuestros padres, hasta que encontramos que hay consecuencias al respecto. El concepto de mandato en este mundo muchas veces se asocia a un aspecto negativo. Pero no así los mandatos de Dios. Pero el obedecer un mandato va a depender de cuán atentos escuchamos o entendimos lo que se nos ordenó. ¿Cómo vamos a obedecer lo que no sabemos? El versículo que aquí comparto de Proverbios, está relatado desde un punto de vista de un padre un hijo, que quiere darle un mensaje muy importante. Dios nos habla a diario, sea en oración o en el estudio y meditación de su Palabra. Pero, ¿le estamos prestando atención? ¿Somos todo oídos? O, ¿andamos tan envueltos en los afanes diarios que no prestamos suficiente atención? Los mandamientos de Dios no están diseñados para ser una carga para nosotros. Están diseñados perfectamente para mostrarnos que somos pecadores, que necesitamos depender de Dios para todo, y para guiarnos a la vida abundante, llena de paz que Jesús vino a conquistar para nosotros en la cruz. ¿Puedo obedecer y atesorar sus mandamientos si no los conozco bien? Conocerlos implica conocerle también a Él. Implica dedicar tiempo a profundizar en su Palabra para poder amarla y atesorarla. Conlleva disciplíname a mi mismo para que lo espiritual gane sobre lo carnal. La Palabra dice que e que le ama guarda sus mandamientos. Si le amo, voy a querer conocerle mejor y voy a querer honrarle. Como consecuencia de esa obediencia sólo obtendré bendición para mi vida. El libro de Proverbios presenta muchos consejos prácticos pero debo aprenderlos y estudiarlos para hacerlos parte de mi. Oremos al Señor para presentarnos como oidores dispuestos a atesorar su Palabra para ser obedientes a ella. Entreguemos a Él nuestra voluntad y que sea su Espíritu Santo guiando nuestras vidas. Vivir tranquilo. Es algo que hoy día parece un mito o una leyenda del pasado. ¿Quién puede vivir tranquilo hoy día? Entre las muchas horas de trabajo, e dinero que nunca alcanza para todo lo que queremos, o todo lo que quisimos en un momento dado que hoy hay que pagar, el gobierno como está, de mal en peor, la sociedad que cada día pierde más la moral y la cordura, los problemas que llegan inesperadamente, como la enfermedad o la pérdida del empleo...en fin, son tantas las cosas que se acumulan en nuestra mente, sin contar las que cada día pesan más en nuestros corazones con tantos divorcios, infidelidades, falta de amor y la envidia y la maldad de los que nos rodean, a veces, hasta en nuestras propias familias. ¿Quién puede vivir tranquilo? Si llegamos a Dios buscando soluciones, buscando algo genuino, y a veces nos vemos agobiados por el pecado que nos asedia. ¿Quién puede vivir tranquilo? Voy a decirte quienes pueden vivir tranquilos: los que aman a Dios sobre todas las cosas, porque su máxima prioridad es todo lo que te lleva a enamorarte más, conocerle, obedecerle, anhelar sus cosas, lo que le agrada, sin ser una carga, o un castigo. Pueden vivir tranquilos los que buscan la sabiduría de Dios, en su Palabra y en oración. Dice en Proverbios que el que le oyere habitará confiadamente. Si escuchamos su voz, si conocemos sus atributos, su naturaleza, sabemos que sobre un Dios Todopoderoso nada puede ir por encima, sobre Dios que es el amor verdadero, nada puede dañáramos, sobre Dios quien es nuestro Padre, adoptándonos en su familia por medio del derramamiento de la sangre de Jesucristo en la cruz, no hay nada que nos pueda separar de Él. Su sabiduría plasmada en las escrituras, y la que nos puede dar a través de una relación con Él, nos llevan al camino correcto, a las decisiones correctas y a aumentar una fe, que es dada por Él, que nos hace confiar en que Él obra sobrenaturalmente aunque no lo podamos entender. Es e recordar sus promesas lo que quita toda ansiedad de nuestras vidas. Es esa disciplina de poner nuestra mirada en las cosas de arriba. Es saber y creer que cuando tengo necesidad, no veo una forma posible de tener lo que necesito, pero de la nada Él me va a suplir. Es saber que me quedé sin empleo, pero Él tiene un plan mejor que el que yo diseñé, es creer que en medio de la enfermedad Él se va a glorificar en mi vida y voy a tener la victoria, es saber que en medio de situaciones con nuestros hijos, es Él quien los acompaña donde nosotros no podemos ir, es creer que es real y cambia en nosotros nuestros mayores defectos, es tener la certeza de que el éxito que no he alcanzado aquí es nada comparado con la vida que Él tiene para mi y sus bendiciones en gloria, es saber que cuando clame, Él me escucha, que cuando no sé a donde voy, Él es el camino, cuando todos me engañan, Él es la verdad y la vida. La persona que es ambiciosa pretende conseguir algo que actualmente no tiene. La Real Academias española la define como el deseo de obtener poder, riquezas o fama. Se considera que la ambición puede ser saludable cuando promueve la acción y te lleva a alcanzar metas. Pero recuerda que todo lo que hacemos está contaminado por el pecado en nuestras vidas, así que en su gran mayoría, la ambición nos lleva a una búsqueda desmedida, que nunca termina, porque una vez obtenemos lo que queremos, necesitamos más. Siendo Proverbios un libro que quiere guiarnos a alcanzar la sabiduría y llevarnos a vivir plenamente y en paz, menciona la codicia en varios versículos más adelante. El pecado del mundo comenzó por una desobediencia aspirando el ser igual a Dios. El ser humano anhela el poder desde el principio. Las propagandas, los medios de comunicación y las redes sociales que tenemos hoy, van sutilmente, menoscabando las enseñanzas de Dios y sus principios en nuestras vidas, para arrastrarnos a la corriente de este mundo donde tu valor lo determinan tus posesiones y tus posiciones en la sociedad. La gente te aprecia por los éxitos terrenales, por las marcas que usas, y por el prestigio basado en los modelos de la publicidad del momento. Para complacer al mundo, debes ser codicioso, porque los estándares que pretendes alcanzar, siempre van a estar muy altos para ti, y cambian todos los días. Es una vida de esclavitud, de agotamiento emocional y físico, que nada aporta, si no más bien, a la destrucción de nuestras familias. Debes estar alerta a esas trampas, como bien dicen los versículos, un ave vuela lejos de la trampa que le han tendido, más nosotros tenemos un razonamiento y nos dejamos atrapar fácilmente. Lo contrario al pecado y a la ambición, es la santidad de Dios y nuestra humillación ante esa santidad. Dios nos da el Espíritu Santo para que habite en nosotros y sea nuestra guía, nuestro maestro y nos convenza de pecado. Cada propaganda nos llena la mente de falsas necesidades y espejismos de felicidad, que sólo eso son. Llenémonos de la Palabra de Dios y así conoceremos la voluntad de Dios para nuestras vidas y tendremos la verdadera felicidad. Prefiero el poder de Dios en mi vida, que el supuesto poder terrenal que yo pretenda alcanzar. El poder terrenal lo define el momento, y es efímero, el poder de Dios es el que creó todo lo que vemos y subsiste a través de los siglos. Las palabras de sabiduría espiritual nos traen paz a nuestras vidas, y eso es algo que no el dinero, ni el poder, ni la fama nos puede comprar. Puedes tener los lujos más grandes en tu habitación y no poder dormir tranquilo. Puedes tener la fama que desees y sentirte solo. Puedes tener el poder que anhelabas y solo tienes enemigos a tu alrededor que sólo maquinan cómo derrotarte. Pero La Paz que solo Dios puede dar sobrepasa todo entendimiento. Sé ambicioso para las cosas espirituales. Anhela disfrutar de la presencia de Dios y ten sed por su Palabra. En estas cosas, nunca te detengas, pues éstas son vida. Oremos al Señor presentando nuestras vidas y pidámosle que escudriñe nuestros corazones para revelarnos si estamos siendo ambiciosos para algo que no sea espiritual . Que podamos entender la grandeza del tesoro que nos ha sido dado y anhelemos cada día el pan espiritual que nos da vida. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |