Leía anoche la Biblia cuando entró mi nene a mi cuarto (mi nene que ya tiene 13 años y es mas alto que yo). Se sentó a mi lado y lo miré, y le pregunté: "¿Cuál es tu historia favorita de la Biblia?". El me miró y me dijo que no tenía una en particular. "Pues... --le dije-- dime entonces tu personaje favorito de la Biblia". A lo que él respondió: "Mami...Jesús, claro. Por eso quiero parecerme a Él. Lo único que le dije que quiero parecerme a Él y ahora estoy castigado aquí y en casa de papi. ¡En dos sitios!". Concluyó diciendo con una sonrisa de medio lado y una expresión como queriendo decir: ¡Wow! ¡Qué bien lo hice! Todos los días podemos aprender de otras personas y nuestros hijos en su inocencia y falta de madurez nos enseñan grandes lecciones también. En primer lugar, me asombró su contestación en cuanto al personaje bíblico preferido porque muchas veces cuando pensamos en personajes de la Biblia, tenemos en la mente a David, José, Moisés, Rut, Pablo... pero no pensamos en Jesús. Me gustó su respuesta porque está bien claro de su prioridad. Y es magnífico su deseo de querer parecerse a Jesús. Él es nuestro modelo a seguir aunque el mundo en que vivimos lo critique como algo anticuado, o pasado de moda. Nuestra meta como cristianos es crecer para alcanzar la estatura de Cristo. Y es ahí donde nos encontramos con un gran problema. Ya aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, recibimos al Espíritu Santo para guiarnos, asistimos y participamos en una comunidad de fe, y pensando que tenemos ya todo lo que necesitamos, nos damos cuenta que tropezamos tratando de lograrlo. Y es cierto, tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida de santidad y crecer espiritualmente. El problema no es una carencia de algo. El problema es que nos sobra. Nos sobra un "yo" que quiere tener el control y todos los beneficios. Nos sobra un cuerpo terrenal imperfecto por la entrada del pecado a este mundo. Nos sobran modelos erróneos y torcidos que hemos estado observando desde pequeños. Nos sobran las experiencias dolorosas que en muchos casos se viven a muy temprana edad. Nos sobran enemigos espirituales que nos tientan para vernos caer. Nos sobra muchas veces el desánimo y la falta de conocimiento de las promesas de Dios. Pero, ¿sabes? Tenemos suficiente de todo lo necesario para cambiar. Dios nos provee a diario de su misericordia, que no se agotan, sino que son nuevas cada mañana. Nos dio su Gracia, que llena gratuitamente todo lo que no podemos completar, todo para lo cual no damos el grado. No nos falta nada para seguir a Jesús. Mas bien, debemos pedirle al Señor que nos ayude a eliminar poco a poco todo lo que nos sobra. Oremos al Señor agradecidos porque ya Él suplió todo lo necesario para crecer espiritualmente y para ser salvos por Él. Pidámosle que remueva todo lo que nos sobra para poder ir cambiando a parecernos a Él y darle gloria.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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