Con todo este comienzo de clases de mis hijos y todos los que ví en las redes sociales, me puse a recordar mis años de escuela. Recuerdo los grupitos que hacíamos en las diferentes áreas como el patio, el lobby, en los pasillos, etc. Pero entre esos grupitos, siempre uno tenía esa mejor amiga con quien pasaba la mayor parte del tiempo, no solamente en la escuela, sino que fuera de horas escolares también. Tuve varias amigas así en las diferentes escuelas, y hay algo bien peculiar, y es que siempre que la gente nos veía nos preguntaban si éramos hermanas porque nos parecíamos. Y para nada que nos pareciéramos, pero cuando uno tiene un amigo, es común terminar vistiendo iguales, o con el mismo estilo, hablamos con las mismas frases, frecuentamos los mismos lugares... en fin, comenzamos a tener muchas cosas en común a medida que crece la amistad. Recordando eso encuentro este pasaje en la Biblia donde me encantó esa parte que dice "la amistad con Dios se sentía en mi hogar". La frase chocó en mi mente por unos minutos. Amo al Señor, le sirvo, le dejo saber a otros sobre la iglesia que asisto, cosas en las que he visto la mano de Dios en mi vida, pero ¿puedo decir que mi amistad con Dios se siente en mi hogar? ¿pueden otros percibir y sentir mi amistad con Dios? ¿pueden otros decir que me parezco a Dios como decían que me parecía a mis amigas? En estos tiempos donde el tiempo vuela de prisa, y lo invertimos en nuestros propios intereses y en trabajar o en entretenimiento, es común ver una vida cristiana rayando mas en la religiosidad que en una relación personal con Dios. Ir a la iglesia es tiempo que puedo programar y poner en mi agenda, pero ser amigo de Dios ocupa toda mis horas. La relación íntima con Dios no sigue un protocolo, ni una minuta. Es la pasión de dedicarle todo mi entendimiento, mis fuerzas, mi tiempo. Es anhelar las cosas espirituales, tener sed por conocer su Palabra mas y más, implica orar sin cesar como se nos exhorta en la Biblia, reconocer la presencia de Dios en mi vida 24/7 y no solo cuando estoy en la iglesia. Esta amistad con Dios debe llevarme a querer imitarlo, a querer obedecerlo. Dios quiere estar contigo hasta en las cosas pequeñas. Si practicamos la presencia de Dios en cosas cotidianas y sencillas, estaremos ejercitados para buscarle en las cosas grandes. Pero volvemos a la pregunta clave, ¿pueden otros sentir mi amistad con Dios? ¿estoy impactando a otros con mi amistad? Muchas amistades que tuve en la escuela no perduraron hasta el día de hoy, pero tengo por seguro que mi amistad con Dios durará una eternidad. Oremos al Señor pidiéndole que nos muestre a qué nivel se encuentra nuestra amistad. Que podamos estar conscientes de su presencia en todo momento del día y agradecerle porque en su misericordia y su gracia nos permite acercarnos a Él, confiadamente, siendo nosotros pecadores. Que podamos impactar nuestros hijos y nuestra familia cuando puedan sentir nuestra amistad con Dios en nuestro hogar.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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