Necesitamos ser amados, aunque así no lo admitimos en ocasiones. Comenzamos por el amor de nuestros padres y luego vamos cambiando la imagen de lo que es el amor según vamos adquiriendo experiencias emocionales. Disfrutamos la emoción que produce el sentirse amado, pero prontamente aprendemos a rechazar la emoción que envuelve el entender o creer que ya no te aman. Lo primero que pensamos es que es nuestra culpa o que tenemos algún defecto que nos hace personas difíciles de amar. Y es entonces cuando nuestro concepto del amor se vuelve en una emoción que es temporera e inestable como una bomba de tiempo. Estos conceptos erróneos sobre lo que es amar pueden llevarnos a dos extremos: a hacer hasta lo imposible para ser amados y no experimentar un rechazo, o el encerrarnos detrás de una muralla impenetrable donde ya no pueden herirme mas. Nada de ésto es saludable, ni correcto. Llevamos entonces este molde para medir el amor de Dios hacia nosotros. Con las aflicciones que tenemos que enfrentar en este mundo corrompido por el pecado, y sabiendo que Dios tiene el control de todas las cosas, podemos pensar fácilmente que ya Dios dejó de amarnos por haber permitido dolor y sufrimiento en nuestras vidas. Relacionamos el que nuestros seres que decían amarnos nos dieron la espalda, nos fallaron, o el amor terminó para ellos, con que Dios actúa de la misma forma. Dios es amor. Él es la definición correcta de amor. Él es fiel y su Palabra nos lo afirma muchas veces. No hay mayor amor que dar a su ùnico hijo a morir por alguien que no lo merecía. Él no nos abandona. Él no nos traiciona. Él tiene un plan de bien para nuestras vidas que en el momento no logramos comprender, porque requiere muchas veces de revelación, oración y de actuar en fe sin entender. Debemos entregar a Dios nuestro concepto del amor para que sea transformado, para que las heridas puedan ser sanadas y para que realmente aprendamos a amar. Oremos al Señor para pedirle que escudriñe nuestras vidas y nos muestre donde se nos hace difícil amar. Que podamos tener fe como para confiar en que su amor es eterno y verdadero.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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