Ayer fue uno de esos días en que tuve antojos de comer risotto. Sé que mis hijos y mi esposo no comparten ese gusto conmigo. Pero... no importa. Yo les preparé otro menú a ellos, y entonces comencé a prepararme mi risotto de quesos. No mucha gente lo prepara porque encuentran muy complicada su preparación. Si no lo sabes, el risotto se prepara con el grano de arroz arborio y es un grano que expande bastante con la adición de líquidos. No es como preparar arroz de la forma acostumbrada, sino que hay que tener paciencia, cocinarlo a fuego bajo, mezclarlo cada varios minutos e ir añadiendo líquido poco a poco, se le añade un poco y cuando lo absorbe, se añade otro poco y así sucesivamente. Ya todos estaban comiendo cuando todavía yo me encontraba a mitad de proceso. Pero con toda mi calma, no obvié ningún detalle, ni me apresuré porque sabía que el resultado valía la espera y el esfuerzo. Así que lo preparé con paciencia. Y, ¿saben qué? Todo esto es muy irónico ya que siempre he dicho que la paciencia no es una de mis virtudes. Y sí, conozco que como cristiana, la paciencia es parte del fruto del Espíritu que el Señor plantó en mí al nacer a una vida nueva. Pero me he visto impaciente en largas filas, pasando horas de espera por algo, hasta cuando estuve embarazada le dije a mi ginecólogo que me hiciera los partos antes de tiempo. Pero lo qur pienso me puede afectar mas es cuando no espero pacientemente a lo que Dios tiene planeado para mi vida. Muchas veces quiero ver resueltos mis problemas el mismo día, que lo que necesito sea suplido al instante, conocer lo que tiene el futuro el día de hoy. Dios tiene un plan perfecto, con un fin que siempre me va a beneficiar. Entonces, ¿porqué se me hace difícil ser paciente? ¡Fuí muy paciente para hacerme el risotto! He descubierto que puedo ser mas paciente cuando ya conozco y estoy segura del final. Por ejemplo, si necesito comprar algo y sé que no hay suficiente inventario, puedo ir y hacer la fila porque sé que así voy a obtener lo que quiero. Me tomó cinco años estudiar en la universidad, pero lo hice porque sabía el resultado y esperé y me esforcé. Pero creer y esperar pacientemente en las cosas espirituales que no puedo ver o controlar, se hace difícil. Y es ahí donde recuerdo el pasaje que dice que se sostuvo como viendo al Invisible. Puedo lograr ser paciente si mi fe está firme. Cuando sé con certeza que el propósito se va a cumplir y que lo que espero es seguro, aplico la paciencia. Cuando espero por algo que anhelo con todo mi corazón, puedo ser paciente. Dios nos ha llamado a confiar en él y a tener fe (la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve). El ser paciente demuestra que creo lo que Dios me ha prometido. El ser paciente demuestra que descanso en Su voluntad. Estoy convencida que el fin de todas las cosas en Dios es más que bueno. Debo ser paciente. Oremos presentando nuestra impaciencia al Señor. Pidámosle que podamos tener la revelación de que Él es fiel y podemos confiar plenamente en Él y en sus promesas. Mi fe va a aumentar mi paciencia.
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Mi mamá siempre recitaba un refrán popular que dice: "Nadie aprende por cabeza ajena". Se refería a que por mas consejos que le des a alguien, la persona espera a experimentar en carne propia una situación antes de seguir el consejo. En otras palabras, las experiencias que yo he vivido, las cuales me han hecho madurar y ser mas fuerte, no son transferibles a otros para evitarles pasar por el camino de dolor que yo un día transité. Y es que al parecer, lo que aprendemos con el intelecto no lo internalizamos a menos que vaya acompañado de algún sentimiento. Es esa emoción acompañada de diferentes sentimientos, la que nos marca el alma, y nos refresca la memoria cuando volvemos a estar en la misma situación o en alguna similar. Así que para lograr nuestro crecimiento, debemos exponernos a momentos donde nuestros sentimientos nos marquen. Por ejemplo, aprendí que no tolero las mentiras, y que de igual forma no debo mentirle a nadie ni permitir que me traten así, porque ya experimenté el que me mintieran y me causaran dolor y eso no se olvida. Aprendí que no debo caerme ante las críticas de otros, porque ya me criticaron y sentí derrumbarme. Aprendí que solo debo depender de DDiosen mi vida, porque la gente falla, y lo aprendí viviendo desiluciones y traiciones. Pensamos muchas veces que todo sería mas fácil sin problemas, pero Dios permite los desiertos para que aprendamos que Él es fuente de vida. Dios permite la escasez para que dependamos de Él como proveedor. Dios permite las desiluciones y falta de fidelidad en este mundo para que veamos como Él en su santidad aún permanece fiel. Aprendemos con el dolor pero Dios no lo deja todo ahí. Dios trabaja con nosotros en nuestra restauración. Ya aprendí mi lección, ahora me falta cicatrizar. Oremos dando gracias por que nos acompaña en los procesos difíciles de la vida y su fidelidad y amor no es cambiante ni variable como en este mundo. Que su Espíritu Santo nos dirija a seguir creciendo y madurando en Él, y a seguir los consejos plasmados en la Palabra para evitar el dolor. ¿Cuánto vales? ¿Cuánto valgo? Creo que son preguntas difíciles de contestar, mas aún cuando somos cristianos. Sabemos que tenemos un valor, lo difícil está en fijarlo. Se espera de nosotros humildad, así que no queremos pensar mas alto de nosotros mismos de lo que Dios espera. Pero la misma Biblia dice que somos real sacerdocio, así que pienso que tengo un gran valor. A ésto le añadimos que el mundo nos está poniendo un precio, que es tan variable como el precio del petróleo. Así que ¿cómo trabajo con mi valor? ¿Tiene importancia? No puedo hablar por otros, pero puedo hablarles de mi. Crecí con una muy alta autoestima en lo que académica e intelectualmente se refiere, y una muy baja en el aspecto de mi apariencia. Siempre me consideré entre las menos hermosas, y llegué a los dieciocho años antes de mi primer beso. El concepto que tenía de mí misma, se fue deteriorando ante la presión de la sociedad de no haber tenido ni un novio, así que comencé a bajar mis estándares de aprobación. Al mismo tiempo había comenzado la universidad, me había apartado muy sigilosamente de los caminos del Señor, y mi imagen comenzaba a transformarse. Cometí mi primer error cuando acepté para novio al primero que lo propuso, y como era de esperarse, todo fue un fracaso. Así como tomé esa mala decisión tomé otras, que incluían vestir para llamar la atención, frecuentar clubes sociales para sentir que pertenecía a algún lugar y aparentar un estatus social mejor del real para poder sentirme mejor y buscar aceptación. Ya la imagen con la que crecí se desvanecía, pero muchas otras cosas se afectaron en mí, como no escoger bien mis amistades por ejemplo, y entre tanta gente, no tener amigos fieles. Pero Dios llegó a tiempo, como llegó al encuentro de la mujer samaritana. Yo no tuve cinco maridos, pero tenía una vida vacía y buscaba mi valor donde no iba a hallarlo. Hoy día puedo decir que aunque todo lo bueno que hay en mí proviene de Él, yo valgo lo suficiente, mi cuerpo vale lo suficiente porque su Espíritu Santo vive en mí. Dios me ama lo suficiente como para dar a su Único Hijo a morir por mí. Hoy día le exalto porque llegó a mi vida y me dio un nuevo propósito, una bella familia y una nueva canción. Hoy quiero servirle al que dio todo por mí. No soy digna de hacerlo, pero Él me capacita cada día. Mi valor me lo da Dios. Oremos para presentar a Dios nuestras inseguridades y las áreas donde tengamos baja autoestima. Que al tomar decisiones tengamos presente nuestro valor en Él y no el que el mundo nos hace creer. Podemos lograr grandes cosas cuando Él nos capacita. Doy gracias a Dios por pertenecer al ministerio del coro de nuestra iglesia. Ésto es algo que me encanta y de igual manera me ministra mucho. En estos momentos somos cincuenta voces quienes lo componemos, o sea que nuestra directora tiene mucho trabajo. Dios la ha bendecido con su talento en gran manera y cada día vamos aprendiendo nuevas técnicas vocales, así como lo que es la oración como grupo para cubrirnos y apoyarnos. Este domingo nos hablaba de la importancia de la "mezcla" en el coro. Nos explicaba que este término se refiere a que aunque somos muchas voces debemos escucharnos como una sola. Para lograr ese fin y la excelencia en la pieza interpretada, debemos cada uno de nosotros escuchar los que cantan alrededor nuestro. Al escucharnos debemos arreglar nuestra afinación y nuestro volumen y color de la voz. En otras palabras, no debe escucharse voces mas altas que las otras, sino todas al mismo volumen. El coro no es un lugar para solistas, así que debemos trabajar unidos y a la par. Nuestra vida cristiana trabaja de la misma forma. Somos muchos los que formamos el cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Todos somos diferentes y unos sonamos mas alto, y otros mas bajo. Tenemos cristianos con grandes autoestimas y egos, y otros con su autoestima en el suelo. Pero todos tenemos en común que llegamos a los pies de Cristo con miles de defectos, y cada día su Espíritu Santo va corrigiéndonos en amor. Así que debemos mezclar entre nosotros y no buscar nuestro propio beneficio, o querer sobresalir en algún ministerio o función, sino apoyar a los más débiles para que vayan creciendo a la par con nosotros. La meta es sonar como uno, ya que somos uno en Cristo y la gloria no es nuestra, sino toda de Él. Nuestro fin es exaltar a Dios en todo lo que hagamos, sin buscar cada cual lo suyo. No sólo debo buscar crecer cada día mas, sino que debo preguntarme si ayudo para que otros crezcan. Hay maneras tan simples de ayudar a otros, desde proveerle transportación a quien no la tiene, orar por un hermano, visitarlo cuando esté enfermo, ayudando a otros en tareas que nos parezcan simples, colaborar con otros ministerios, etc. Es importante no hablar cosas negativas de otras congregaciones. El mundo podrá escuchar la voz de la iglesia con excelencia cuando escuchen una sola voz. Oremos dando gracias a Dios porque aún siendo pecadores Cristo murió por nosotros. Que podamos vernos como iguales a nuestros hermanos en Cristo, con debilidades todos, pero lavados con Su sangre. Que pongamos nuestro granito de arena para que el mundo nos escuche como una sola voz que refleje a Cristo. En la semana de los retos quiero compartir algo con ustedes. Leí en estos días una frase que me impactó mucho: "No te daña lo que te falta, sino la creencia de que lo necesitas". La realidad es que podemos vivir con tan poco, pero nos han hecho creer que necesitamos mucho. Les confieso algo, este verano me sentí un poco frustrada en cierto punto porque por la naturaleza de mi trabajo, no tengo oportunidad de hacer las cosas que muchas personas hacen para disfrutar el verano: irse de playa, salir a los parques, ir a viajar, bañarse en el río, pasar varios días en un hotel, y cosas así. En mi caso, trabajo seis días de la semana y el séptimo día lo dedico a la iglesia. Pues llegó un día feriado y pensé que esta era mi oportunidad. Así que busqué en el internet y conseguí una oferta de un hotel para irnos mi esposo y yo a pasar el fin de semana. Pensé que por fin iba a hacer algo en el verano y al otro día mis hijos llegaban de California con sus abuelos y los buscaríamos al aeropuerto al salir del hotel, que se encontraba muy cerca. Ya tenía el plan perfecto, y culminaría mi verano como dicen por ahí "cerrándolo con broche de oro". Para mi sorpresa la noche antes de irnos, mi esposo se despertó con un fuerte e irresistible dolor y fuimos a la sala de emergencias del hospital cercano. Resultó ser una condición inesperada de cálculos renales, o como le dicen, piedras en el riñón. Él no quería ni ir a atenderse por no dañarme mis planes, pero ésto era algo que no estaba en nuestras manos resolver. Mis planes del cierre del verano terminaron con una estadía de cuatro días en el hospital. Y, ¿saben?, no me sentí molesta ni nada, ya que me encontraba preocupada por mi esposo, pero aprendí una lección. ¿Cuáles fueron mis motivos para planear esas mini vacaciones? ¿Que todo el mundo lo hace así? ¿Que todas mis amistades así lo hacían? ¿Que los medios de comunicación me decían que así se disfruta el verano? Podría decir que sí a todas esas preguntas. La realidad: ya yo lo tenía todo para ser feliz en verano y todo el año. Tengo un esposo maravilloso, unos hijos bellos a quienes amo con todo mi corazón, un bonito hogar, un trabajo para el sustento, mi nevera siempre llena, un closet lleno de ropa y zapatos, buena salud dentro de mi lucha con la anemia, amigos, buenos compañeros de trabajo, unas hijas nuevas, un nieto nuevo, una Biblia, una iglesia en la que puedo congregarme en libertad, un ministerio de coro al que pertenezco con un gran grupo de hermanos... y el don de escribir este blog. ¡Son tantas cosas más! No me daría el espacio para escribirlas. Tengo la bendición de que Dios en su infinita misericordia y amor me rescató y me dio una vida nueva. Tengo gozo y tengo paz. Por eso el reto del día de hoy es mirar todo lo que tengo a mi alrededor y durante todo el día dar gracias a Dios porque soy rica en bendiciones. Medita en todo, no dejes nada por lo que podrías dar gracias. Le doy gracias por todo, porque puedo ver las grandezas de los cielos porque tengo vista. Oremos sin cesar al Señor dando gracias porque somos millonarios en sus bendiciones y pidamos perdón por las veces que creemos que tenemos tan poco. Como trabajo en un laboratorio clínico van muchas personas mayores o envejecientes a tomarse muestras de sangre y hacerse estudios. Y cuando los saludo al atenderlos muchos de ellos cuando les pregunto como se encuentran, me responden que cada día mas viejos y me dicen que no llegue a vieja. Yo les respondo que es una bendición llegar a tal edad, ya que en estos tiempos, muchas personas están muriendo jóvenes. Y el alcanzar la vejez o la ahora llamada "edad dorada" es algo que nos toca a todos, de lo que no podemos escapar. De la misma manera, visito los hogares para brindarle el servicio a aquellos que se les hace difícil caminar o tienen padecimientos y condiciones médicas que no les permiten llegar a nuestras facilidades. Y es común encontrar envejecientes que están completamente solos. Muchos de ellos tienen hijos que casi nunca los visitan. Se les hace muy difícil todas las tareas diarias que damos por sentado. Dios nos solicita que ayudemos a las viudas y los ancianos. Ellos dieron sus vidas para criar aunque no hayan sido perfectos. Nuestras vidas tan ocupadas, que mas bien, son prioridades invertidas, nos mantienen alejados de estas personas mayores que se sienten en soledad. Como hijos de Dios debemos brindar ayuda al necesitado y amar a nuestro prójimo. A veces lo poco que podemos dar, es muy grande para el que tiene necesidad. Puede ser un abrazo, un beso, una sonrisa, una llamada, entablar una conversación, etc. Estas nuevas generaciones están perdiendo el respeto y el aprecio hacia las personas mayores de edad. Pero todavía podemos poner nuestro granito de arena, enseñando a nuestros hijos, pero sobre todo dándoles el ejemplo. Así que el tercer reto es llamar, buscar o regalarle algo al menos a dos envejecientes. Piensa en tios, abuelos, vecinos o personas mayores que hace tiempo no visitas o llamas y saca al menos quince minutos para este propósito. Te aseguro que vas a ser ministrado tu también. Oremos dando gracias a Dios por aquellas personas mayores que dieron de su tiempo para criarnos, o enseñarnos. Que Dios nos muestre a quien debemos llamar y podamos ser de bendición a sus vidas. Que pofamos mostrar el amor de Dios a sus vidas. Llegamos al segundo día de la semana de los retos. Pude lograr obsequiar los tres cumplidos del primer día. Eso sí, les confieso que cuando queremos hacer algo bueno, aparecen muchos obstáculos en el camino, y ahí es que podemos medir nuestro compromiso a lo que queremos lograr. Como tuve el reto en mente, llegué a pedirle al Señor que me ayudara a serle fiel. Y Él me mostró como lograrlo, así que toda la gloria le pertenece a Él. Y es que de eso se trata nuestra vida cristiana. Al conocer a Dios tuvimos una conversión, o sea, cambiamos el rumbo por donde iba nuestra vida, ahora vamos por otro camino, contrario al que conocíamos. En nuestro ser cohabitan el querer agradarle y honrarle al que nos salvó junto al querer rebelarse y complacer nuestros propios deseos. Pero no estamos solos en esta lucha. Aparte del Espíritu Santo, Él nos ha dado herramientas para ayudarnos en nuestro caminar, y una de ellas es la oración. El querer realizar las cosas con nuestras propias fuerzas, debe llevarnos a reconocer que sin Él nada somos. Por medio de la oración podemos despojarnos de todo lo que nos agobia y nos agota, y recibimos del Señor nuevas fuerzas. Entonces solo nos queda entregarle toda la gloria y todo el reconocimiento por lo que hagamos. La oración es como la gasolina de nuestro vehículo espiritual para poder seguir moviéndonos. Cuando nos deleitamos orando, cosas grandes suceden. Va a venir el desánimo y el cansancio, pero si estamos realmente comprometidos, podremos vencer los obstáculos que se presenten. A través de la oración podremos experimentar el poder de Dios obrando en nuestras vidas y en las de los demás. Se espera que oremos unos por otros, que atendamos las necesidades, no solo físicas, sino también las espirituales y emocionales de los que nos rodean. Hay cosas fuera de nuestro alcance, como problemas familiares, enfermedades, depresión, problemas de escasez económica y otros. Para esos casos, podemos ayudar presentándolos en oración y dejándoles saber que hay alguien orando a Dios por ellos. Yo he estado en situaciones difíciles de enfrentar, donde las oraciones de mis hermanos en la fe han sido refrigerio a mi vida. Y diciendo ésto, el reto del día de hoy es orar. Debes buscar al menos tres personas a las cuales vas a escuchar su necesidad, y te vas a llevar sus nombres, y les vas a decir que vas a estar orando por ellas. No solo van a ser bendecidos ellos, verás que gran bendición será para ti también. Oremos para presentar nuestro reto al Señor y que sea Él quien nos muestre por quien debemos orar. Que nos use para derramar poder sobre otras vidas que lo necesitan. Que nos ayude anestar comprometidos con honrarle y darle gloria a Él en todo lo que hagamos. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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