Recuerdo la película animada de la sirenita donde ella quiere convertirse en humana para poder conocer a este príncipe que logró ver un día. Su sueño fue cumplido pero privándole de hablar o cantar. Ella vio perdida todas sus esperanzas porque la habilidad de las sirenas era el canto y no podría utilizarlo esta vez para llamar su atención. En ocasiones actuamos como la sirenita y pensamos que son nuestras palabras las que cautivarán a otros y no quien realmente somos. Se nos enseña de pequeños a poner caretas muchas veces y a mentir para poder salir airosos de situaciones difíciles. Traemos eso que hemos aprendido a nuestra vida espiritual una vez nos convertimos. Queremos hablarle a otros de las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas y como ellos mismos pueden ser cambiados también. Se nos olvida como a la sirenita que no son nuestras palabras las que producirán un cambio. Es bueno hablarle a otros de nuestro Señor, pero debe ir acompañado de oración por esa persona, y de un testimonio que hable por sí solo. De nada vale lo que podamos decir si no es evidente nuestro cambio. Nuestras acciones hablarán mas fuerte que nuestras palabras. Ante la presencia de Dios, sea en oración, o en la adoración, hay momentos en que a través del Espíritu Santo fluyen palabras de exaltación a nuestro Dios, y hay momentos en que es mas profundo el estar conscientes de su presencia en nuestras vidas, y no hay palabras que fluyan en nuestros labios, pero si hay una gran convicción en nuestros corazones. Por eso el salmista dice "considera mi gemir". Dios igual que las personas, se agrada cuando le exaltamos y adoramos, pero mas allá de las palabras, Dios mira el corazón. A Él no lo podemos impresionar. Lo mejor es que aún conociendo nuestros defectos mas ocultos, Él murió por nosotros para salvarnos y nos amó hasta el fin. Él se complace en que seamos transparentes en su presencia y abramos nuestro corazón para poder seguir el proceso de cambiarnos para su gloria. Las mejores palabras son las que el Señor a través del Espíritu Santo pone a flor de nuestros labios. Oremos dando gracias a Dios por tanta misericordia y porque podemos desnudar nuestra alma en su presencia y aún así nos ama, y nos restaura. Que podamos cultivar a través de la oración y el estar conscientes de su presencia en nuestras vidas 24/7, el dejarnos dirigir por su Espíritu al momento de hablar a otros de sus maravillas. Aún cuando no puedo hablar, Él me escucha.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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