Anoche mi esposo fue a buscar al chico al salir de la clase de dibujo y vino relatándome como utilizó el camino de regreso para darle una "charla motivacional". Le pregunté a que de debía eso y me contestó que el nene le dijo que había ganado en una competencia de matemáticas en el colegio y ahora la maestra le dijo que lo llevarían a competir a nivel isla, en la capital, San Juan. Lo que debió ser causa de gozo a cambio le trajo descontento porque él no quería participar. Luego, cuando más tarde me siento a dialogar con él me dice que en primer lugar, él no había escogido competir y que, no veía porque debía ir. Yo asombrada le digo que es una tremenda oportunidad y una buena experiencia que no debe pasar por alto. Le dije que solamente el hecho de que lo hubieran escogido para ir a competir con otros colegios era ya una bendición y que nos sentíamos muy orgullosos de él. Muchas veces Dios nos tiene en el camino grandes bendiciones y nosotros no las queremos, o las vemos sin la importancia que tienen, o no las disfrutamos. ¿Cuánto tiempo de cada día dedicamos a trabajar para el Señor? Y no hablo dentro de una iglesia. Ya Él nos escogió para ir y predicar el evangelio. Hablar a otros de Cristo y ver cómo el Espíritu Santo obra en una vida es una bendición sin igual. Pero muchas veces lo vemos como mi hijo ve el ir a la competencia de matemáticas: "¿porqué yo voy a ir a hablarle a alguien si no sé que decir?" A veces hasta pensamos que eso es obra de los misioneros. O cuántas excusas más ponemos en el camino a la bendición. Todo lo que Dios ha planeado para nosotros es una tremenda bendición. Dios nos llamó para Él cuando aún éramos pecadores, no merecíamos nada, pero en su infinita misericordia y amor, proveyó para nuestra salvación. Entendiendo ésta, cualquier trabajo que realicemos para el reino y para que otras vidas puedan encontrar lo que ya nosotros encontramos es tremenda bendición. No debemos perdernos esto por nada del mundo. Hay oportunidades que se nos presentan una sola vez. Si tú no quieres ser usado para bendecir a otros, Dios siempre utilizará a alguien más. Él no va a dejar de bendecir, pero tú perdiste la oportunidad. Oremos al Señor haciéndonos disponibles para su obra y para lo que sea que Él nos quiera enviar. Lo que ya Él ha escogido para nosotros terminará en bendición.
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El viernes pensé que tenía todo el laboratorio bajo control como a eso de las diez de la mañana. La tecnóloga que entra al abrir el laboratorio tuvo un percance y no podía llegar a trabajar, así que tuve que cubrirla, estando yo sola en el área de procesar las muestras por unas horas mientras llegaba el resto de personal. Me organicé y realicé mis tareas con gran rapidez, a pesar de la gran cantidad de pacientes que se habían atendido. Y entonces...¿les ha pasado que llega el elemento sorpresa? Pues a mí me llegó. El instrumento que dejé para el final, me produjo redundantemente, un final inesperado. Había preparado la máquina, le había procesado los controles y las primeras muestras y cuando fui a seguir el proceso, comenzó la computadora del instrumento a escribir alertas diversas, y una detrás de la otra. Hice lo que muchas veces me resuelve, que es lo más complicado del mundo: la apagué y al encendí de nuevo (de verdad). Al parecer no resolvió el problema está vez. Así que tuve que llamar a los ingenieros de servicio porque ya era un problema fuera de mi alcance. Por su experiencia y conocimiento me dijo que era una pieza que se había dañado. Él podía cambiarla pero se encontraba llegando a otro laboratorio a varios pueblos de distancia y llegaría casi a la hora de cerrar. Se comunicó con otros técnicos, y encontró uno que se encontraba como a 2 horas de distancia. Viendo así el panorama, me indicó que podía guiarme por teléfono para cambiarla, ya que la tenía en mi inventario de reemplazos. Dudé por un momento, pensando que quizás no podría tener éxito en esa mecánica, pero para no atrasar las muestras, accedí. Me dijo cuál era la pieza, y me dijo que buscará el manual de instrucciones de equipo porque allí había fotos de cómo hacerlo, para que tuviera una idea visual de lo que me indicaría. Luego me dijo cuál herramientas debía usar. Estuvo guiándome y yo mecaneando hasta que logré cambiarla, y todo trabajó de maravilla. Pensaba luego en esto al terminar mi jornada de trabajo, cuando pude ver la relación con mi vida espiritual. Muchas veces creo que tengo todo en mi vida bajo control, por mis fuerzas y mi conocimiento y me sorprenden situaciones que me resultan difíciles de lidiar. Pero Dios siempre está ahí. Solo debo acercarme y confiarle mi situación. Ya Él me dio la Biblia como mi manual de instrucciones y allí está descrito todo lo que necesito para resolver. Pero Él en su misericordia también me habla, por medio de su Espíritu Santo y me va guiando. Todas las cosas Él las puede resolver con tan solo su Palabra, pero hay cosas que Él va a querer que yo las trabaje asida de su mano, para poder crecer y para que aprenda a dejarle todo el control, porque a la larga, ya es Suyo, pero en ocasiones se nos olvida. Las herramientas Él en su amor también me las provee a través de hermanos en la fe, estudios y predicaciones y otros recursos que encuentro al congregarme. No importa que no sepamos de mecánica, el Maestro nos guiará. Oremos al Señor rindiendo nuestra voluntad y nuestro "control" para que podamos confiar en que Él hará. Que el saber que Él nunca nos deja sea motivo de gran gozo y entendamos que ya Él nos dio la victoria. Mi esposo y yo venimos de crianzas muy diferentes. Él siendo unos años mayor que yo y viviendo en lugares muy diferentes, crecimos viendo el mundo de maneras muy distintas. Él se crió siendo uno de once hijos, mientras que yo sólo tuve una hermana. Él jugaba en la calle, trepaba árboles, corría bicicleta en cuestas, y se relacionaba con los otros muchachos del barrio, mientras que yo jugaba con las muñecas y veía muñequitos en la televisión, ya que no me dejaban jugar afuera, a menos que fuera en el patio de la casa. Tuve muchísimos juguetes y antojos, ya que mi mamá trabajaba en una tienda por departamentos. Él tuvo sus juguetes, pero no eran su mayor diversión. Así que cuando hablamos de cosas de nuestra niñez, él siempre me dice este conocido refrán: "Tú tuviste juguetes, pero no tuviste infancia", refiriéndose a que aún teniéndolo todo, no disfruté de una niñez a plenitud. Nos pasa así en la vida. Las ofertas a través de las redes sociales, la televisión y los medios de comunicación nos hacen sentir una necesidad por las cosas materiales, que en la mayoría de las veces es desmedida, y en nada nos proveerán la felicidad. Podemos estar rodeados de los mayores lujos, y de muchas personas, y tener una vida social activa, y sentirnos vacíos...incompletos. Y es que lo que le da sentido verdadero a nuestras vidas es la presencia de Dios en nuestro corazón. No hay nada que pueda compararse ni ser sustituto para eso. No llegamos a conocer el amor verdadero hasta que conocemos el amor de Dios. No encontraremos paz verdadera hasta que experimentemos La Paz que solo Cristo puede dar. Podemos cantar y escribir mil canciones pero ninguna se compara a la nueva canción que Dios puso en mi ser. No sabremos lo que es el persón genuino hasta que nos enfrentemos a la realidad de nuestro pecado y veamos que necesitamos el perdón de Dios. Doy gracias a Dios por rodearme con su misericordia y su gracia. Hoy día vivo muy bien. No tendré todos los lujos pero tengo al Rey de Reyes y una vida abundante que perdurará por la eternidad. Oremos presentando a Dios las cosas por las cuales nos afanamos y dejemos todo en sus manos. Él nos proveerá lo necesario y nos dará su misericordia en exceso de lo que merecemos. Mi esposo me había hablado de una película animada que a él le había gustado mucho y que se basaba en una historia real. En estos días estábamos en la casa y la vimos. Trata sobre la historia de un perro, que era al parecer, de descendencia de lobos, y era rechazado por todos. Un día surgió una epidemia entre los niños del pueblo al contraer difteria, y los medicamentos se habían terminado. Era tiempo de invierno y el clima para ese tiempo no permitía el paso de vehículos hacia el área por las tormentas de nieve. En fin... fue Balto quien salvó a los niños del pueblo trayendo con los otros perros en trineo los medicamentos tan esperados. Pero hubo una parte de la película que me llamó la atención. Y fue cuando, ya el operador del telégrafo perdió las esperanzas de que el cargamento llegara, pues no habían escuchado nada de la expedición. En ese momento, dejó su mesa de trabajo, y apagó las luces. Los vecinos del pueblo, al ver este acto, aceptaron a su vez, que su esperanza estaba perdida, y cada casa apagó sus luces, dejando todo el pueblo en oscuridad. Todo esto fue momentáneo ya que como por un milagro, el cargamento de medicinas llegó a tiempo y los niños se salvaron. Al escuchar que se acercaba la expedición al pueblo, todos comenzaron a encender sus luces, como un acto de que su esperanza seguía viva. Todo esto me llevó instantáneamente a recordar las palabras de Jesús cuando dijo que Él era la luz del mundo. Ciertamente con la entrada del pecado, nuestras esperanzas se perdieron, y quedamos en oscuridad. Más ciertamente el amor de Dios y su misericordia proveyeron una salvación, una nueva esperanza, que es en Cristo Jesús. Él es nuestra esperanza, una esperanza viva que nadie puede apagar. En ocasiones, cuando atravesamos diferentes pruebas, nos sentimos como que andamos en la oscuridad y no podemos ver el camino delante de nosotros, pero es ahí cuando debemos recordar que Dios está adelante iluminándonos el camino, mostrándonos la luz verdadera. A veces, nos confundimos siguiendo otras luces que se apagan muy pronto: relaciones fallidas, fama, lujos, dinero, poder... todas estas cosas parecen iluminarnos con un gran destello, pero son como las estrellas fugaces, según vimos su luz, la vemos desaparecer. Sigamos la verdadera luz, que nos alumbra de igual manera a nosotros para que otros puedan ver qu también somos luz. Oremos al Señor dando gracias porque es nuestra luz y esperanza, que nunca se desvanece. Que podamos ser luz en medio de la oscuridad para que otros anhelen el tesoro que ya hemos encontrado y que perdura por la eternidad. Escribía anoche las postales para el Día de San Valentín para mis hijos y mi esposo. Algunos le llaman el día de los enamorados, otros le dicen el día del amor, y otros le llaman el día del amor y la amistad. Lo cierto es que al menos es esta parte del mundo donde vivimos, la mayoría de las personas esperan algún detalle en este día, sea que se encuentren en una relación de noviazgo o matrimonio, o si son solteros, siempre queda la esperanza de que ese día alguien nos confiese su amor, o aparezca un admirador secreto. Hay otros que no les interesa celebrarlo porque han tenido malas experiencias o los han herido en días como este, o en relaciones fallidas. Lo cierto es que a todos nos gusta leer lo que una persona que nos ama tiene que decirnos. Esas postales o cartas que confiesan amor y nos llegan al corazón, las guardamos por años, y aquí entre nos... las leemos más de una vez. Pues de algo estoy segura un día como hoy: Todos recibimos una carta de amor. En la misma nos juran amor eterno. Nos describen lo que es verdaderamente el amor, y el sacrificio que conlleva. Nos comprueba que el amor no se basa en emociones, sino en un compromiso. Nos dice que el amor lo soporta todo y no es egoísta. Nos muestra la historia de amor más grande de la historia y sobre cómo ésta no tiene comparación. Te hablo de la Biblia. Según nos gusta escribir a quienes amamos para expresarle el amor que sentimos, Dios también nos escribió sobre su amor en la Biblia. De principio a fin vemos como desde antes de la fundación del mundo, ya Él nos había amado y todo el libro nos muestra su plan para salvarnos y acercarnos a Él. Con nuestra carta, recibida por Dios, podemos tener un modelo para aprender cómo debemos amar a los demás, y podemos conocer el carácter y los atributos de Dios para poder vivir confiados. Conociendo a Dios y cuánto nos ama, podemos convertir nuestras vidas del camino en que andábamos, a una dirección que nos lleva a una vida abundante en Cristo Jesús. La mayor historia de amor te la escribieron a ti. La carta de amor más importante te la escribieron a ti. Oremos al Señor anhelando disfrutar su presencia en nuestras vidas y dando gracias por un amor incondicional y fiel. Que podamos atesorar la Biblia como la carta de amor más importante que nos hayan escrito y Dios nos ayude a amar a los demás como Él nos mostró. Esta tarde estaba trabajando con mis nenes en la preparación de la feria científica para la escuela. Ya mis hijos son adolescentes y estamos en esas de dejarlos que hagan sus cosas solos. Mi nene, que es el menor, lleva menos tiempo haciendo sus trabajos solo, y yo, como madre protectora, estuve vigilándolo, y dando instrucciones de cerca. Le expliqué que debía primero medir y cortar los bordes para luego pegarlos. Él me repetía constantemente, que él sabía lo que estaba haciendo, que ya yo no tenía frente a mi a un niño pequeño. A fin de cuentas, lo hizo muy bien y el resultado satisfactorio. Nuestra vida Cristiana es un proceso de día a día. Dios nos llamó a su luz admirable y nos regaló la salvación al creer por medio de la fe en su hijo Jesucristo. Como un acto de amor, Dios comi nos un proceso de cambiarnos de tener parecido con el mundo en que nos criamos a reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas. Es un proceso como el de los bordes. Debemos medir lo que cabe y encaja perfectamente en nuestra nueva manera de vivir, y cortar de nuestras vidas lo que no nos conviene, lo que no le da gloria al Señor. Entonces, lo que es bueno, lo pegamos y lo hacemos parte de nuestra manera de vivir. Todos los días debemos cortar algo y pegar otras cosas. El que comenzó la buena obra en nosotros la perfeccionará hasta el día que Él venga. Oremos con toda humildad pidiendo a nuestro Señor que nos revele que debemos cortar hoy de nuestras vidas y que cosa debemos pegar o adoptar a nuestra manera de vivir para poder darle gloria y ser de testimonio a los demás. Viendo una pecera que estaban vendiendo recordé y le relataba a mi esposo de una gran pecera que había en casa de mis tíos cuando yo me criaba, la cual atendía mi prima. Pero recordé que mi tío era quien se encargaba de los pajaritos. Tenía una gran variedad de periquitos de colores, los que llaman "love birds" y canarios. Recordaba con asombro como el solo construyó una jaula de madera y rejilla para los pajaritos. ¡Era como una mansión para ellos! Él cabía de pie dentro de ella. Recuerdo que al finalizarla pintó las partes de madera en colores brillantes. Se encargó de cubrir todos los detalles. Colocó bebederos de agua, creó las casitas que servirían de nido para cubrir los huesitos y los pajaritos por nacer, añadió dispensadores de alimento y columpios para ellos descansar y mecerse...en fin... una casa para pajaritos espectacular! De niña me parecería más grande de la cuenta, y aún lo relataba ahora, años más tarde con el mismo asombro. Y eso es algo que un hombre pudo hacer para unos pajaritos con los materiales que tuvo disponibles y las habilidades que había adquirido con los años. ¡Cuánto más debe sorprendernos la creación de Dios! Él lo creó todo con el poder de su Palabra, Él habló y fue hecho, y era bueno. Dios creó un mundo para que fuera nuestra habitación. Pensó en todos los detalles. Todo trabaja en perfecta coordinación y balance. No lo hizo monótono. Utilizó una gama de variedades y colores que aún no terminamos de conocer. Creó nuestros cuerpos a su imagen y semejanza, y nos hizo únicos, a tal punto que ni aún los gemelos idénticos son iguales en todo lo que son. Y no solo eso. Nos amó. Con un amor inexplicable, que no podemos entender y que lo entregó todo. Nuestra perfección se corrompió con el pecado, pero nos redimió con la sangre derramada en la cruz por el sacrificio de Jesús. Debemos sentirnos asombrados a diario. Ésto es algo que con nuestra mente terrenal no podremos entender en su totalidad. Pero algo si sé. Estoy en las manos del que lo formó todo, en las manos del que con todo me amó. Oremos agradeciendo al Señor por tan grande amor. Meditemos en los detalles que Él ha preparado para nosotros desde antes de la fundación del mundo. Vivamos confiados porque estamos en sus manos. Anhelamos el descanso cuando estamos agotados. Buscamos comida cuando nos da hambre. Anhelamos el frío cuando tenemos calor. Extrañamos la casa cuando llevamos mucho tiempo fuera de ella...y... buscamos la luz cuando estamos en oscuridad. Conocer más de Dios es fascinante e indescriptible. Disfrutar su presencia es todo un deleite. Pero como humanos, le buscamos más cuando lo necesitamos. Mientras nos creamos autosuficientes, pensamos ingenuamente que no necesitamos mucho de Él, o qué hay cosas en las que nosotros solos podemos resolver. Anhelamos sentir el amor y el abrazo de Dios más en los días en que alguien nos ha rechazado. Deseamos con gran paso el ser obedientes a Su voluntad cuando hemos pecado y las consecuencias nos alcanzan. Decimos amar y esperar la justicia de Dios cuando creemos que han sido injustos con nosotros. Llegamos a amarle de tal forma que ocupe el primer lugar en nuestras vidas cuando nos damos cuenta de que todo lo demás no nos llena más de un momento. Anhelamos más su cielo cuando pensamos qué hay un infierno. Dios nos creó. Él nos conoce mejor que nadie. Nuestro Señor conoce nuestras necesidades y también nuestras debilidades. Muchas veces tenemos que pasar por la tormenta para poder anhelar su paz. Somos así. Pero Él que es grande en misericordia y en su gracia para con nosotros, permanece fiel, y nos acompaña para poder sostenernos cuando caemos. Muchas veces, para poder seguirle y obedecerle queremos conocerlo todo, el porqué de las cosas, sin embargo, su amor es incondicional y no depende de nada que hagamos ni el porqué le fallamos constantemente. Él nos ama y punto. Busca restaurarnos y llevarnos a su vida abundante. El encontrar la gratitud para mover nuestras vidas nos ayuda a anhelarle aún cuando me siento completa y feliz. Mi gozo proviene de Él. Hasta aquí me ha traído Dios. Él es la luz, y cuando reconozco mi oscuridad, en humildad, su luz ilumina mi vida. Oremos dando gracias a Dios por su fidelidad y su amor. Demos gracias porque la relación que tenemos con Él es incondicional de su parte, y no cambia cuando le fallamos. Que podamos anhelar cada día el deleite de estar en Su presencia. Próximamente junto al coro de nuestra iglesia iremos a un viaje misionero a Santo Domingo. Estamos trabajando en la recaudación de fondos para los gastos de pasajes, entre otros. Así que a nuestra directora se le ocurrió la idea de llevar a cabo una venta de postres hechos por nosotros para utilizar las ganancias para el viaje. Diferentes personas del coro planearon llevar postres confeccionados en casa. Yo me ofrecí a llevar budín de pan. Al parecer el budín ha gustado entre varios hermanos de la iglesia que lo habían probado anteriormente y antes de llegar el día ya me habían ordenado once para tenerlos separados. Esto ya subía mi cuota de producción, así que fui a la panadería que queda frente a mi trabajo a preguntar por pan para hacer budín. ¡Y Dios es tan bueno que me regalaron el pan! Dios quiere utilizarnos para expandir su reino y ser sus manos y pies aquí en la tierra. Podemos servir de muchas maneras. Muchas veces no sabemos por dónde comenzar o de que forma hacerlo. Lo que Dios quiere es tu disposición y tu disponibilidad para servir. Lo demás lo va a suplir Él. Él va a capacitarte para la tarea que te ha asignado. Dios puede usarte donde tú estás a diario o puede moverte a otro lugar. Siempre va a haber una necesidad a tu alrededor. No podemos vivir ajenos al dolor y a la escasez de nuestros hermanos. No tenemos que tener mucho para poder servir. Dios va a probarte en lo poco que tengas para que seas fiel en lo mucho. Tenemos que ver que todo lo que tenemos proviene de Él. ¡Nos ha bendecido grandemente! y así debemos bendecir a otros. Tu pasión y tu amor por Dios debe ser reflejado en tu servicio. Su carácter debe verse reflejado en tu humildad ante los demás y tu anhelo por modelar a Cristo cuando más ellos lo necesiten. El servicio no mira a quien: mira a quien te envió. Debemos presentarnos ante Él como vasijas vacías que Él puede llenar. Soy rica en bendiciones. Cuando aprenda a ser agradecida con lo que tengo podré dar fácilmente a los demás y con gozo, porque entonces podré ver que tengo demás, mucho más de lo que merezco, y todo por Su Gracia. Acepta las oportunidades qué hay a tu alrededor, si cuando mires para el lado, ¡Él va a poner el pan! Oremos para dar gracias al Señor porque tenemos demasiado y no merecemos nada. Que nos ayude a serle fiel en lo poco y a tener una actitud de humildad para el servicio como la tuvo Jesús aquí en la tierra. Que otros puedan ver nuestro gozo al servir y reconocer que Él suple todo lo que necesitamos. La semana pasada llegaba en la mañana a trabajar y cruzando la calle, ya que me estacioné en la acera del frente, ví brillando en la calle varias pesetas, o monedas de veinticinco centavos. Me agaché y las tomé y seguí mi camino. ¡Qué bueno! -pensé- ¡Hacía tiempo que no me encontraba dinero, comencé el día muy bien! Hoy en la mañana llegando al trabajo, volví a estacionarme en la acera del frente y cruzando la calle ví brillando un chavito prieto, como le decimos a la moneda de un centavo en la isla. Así mismo seguí mi camino sin agacharme a tomarla. Ésta respuesta diferente ante la misma situación de la semana pasada daba vueltas en mi mente. Ambos días encontré monedas en el suelo, pero la segunda vez no le di valor a la moneda de un centavo. A diario recibimos muchas bendiciones, algunas de ellas pasan desapercibidas por nosotros, y otras llaman nuestra atención. Muchas veces nos sentimos frustrados esperando por cosas a las que les damos mucho valor, y son las cosas pequeñas las que nos harían disfrutar con alegría cada momento que estamos viviendo. Por ejemplo, la sonrisa de nuestros hijos, el que podemos caminar, podemos ver todo el paisaje, tenemos accesible en una nevera o en la alacena alimentos para consumir cuando tenemos hambre, el hecho de tener personas a nuestro lado y hasta el tener un trabajo. Pero muchas veces nos enfocamos en que no tenemos lo que otro posee, en que es un día lluvioso en vez de uno soleado, y no disfrutamos lo que Dios nos ha regalado para el día de hoy, que sólo dura veinticuatro horas y desvanece. Tenemos aún la bendición mayor, que es la salvación y la vida eterna por medio del sacrificio de Jesucristo en la cruz. En su misericordia nos ha preparado muchas bendiciones para vivirlas a cada momento. Las vemos muchas veces como pequeñas, pero son del tamaño suficiente para vivir agradecidos y sentirnos felices. La felicidad no se encuentra en buscar las cosas grandes. La felicidad la experimentamos cuando préstamos atención a las muchas cosas pequeñas y las disfrutamos. No menospreciemos lo que tenemos. Somos millonarios en muchos aspectos, y todos ellos más importantes que el dinero. Tomemos las riquezas que permanecerán por la eternidad. Oremos para dar gracias a Dios por que en su misericordia nos bendice de miles de maneras a diario. Que podamos disfrutar y ver cada una de ellas y tengamos contentamiento y felicidad, de manera que contagiemos a otros con lo que Dios está obrando en nuestras vidas. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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