Nacemos llorando. Creo que es un buen indicador de lo que nos espera el resto de nuestras vidas aquí en la tierra. No me malentiendan. No soy pesimista, pero hay una realidad de que enfrentamos día a día. Jesucristo nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicción pero que confiáramos, que Él había vencido al mundo.
Encontramos a diario muchas cosas buenas, pero también enfrentamos situaciones que sacan al relieve lo peor de nosotros: nuestro mal carácter, nuestras actitudes de coraje, pesimismo, egoísmo, venganza... Y vivimos en una lucha constante por tener paz y llevarnos bien con todo el mundo, pero coexistimos con el vivir a la defensiva, como en un campo de batalla, preparados para el próximo ataque. Como cristianos hemos sido enviados a dar testimonio del amor de Dios, del evangelio y de que en Él hay esperanza. Y una vez comenzamos esa vida nueva tenemoa toda la energía del mundo y las buenas intenciones de lograrlo; pero, vemos que se nos va haciendo difícil. Comenzamos a dar bien a los que nos rodean y a cambio recibimos mal, críticas y deseos de vernos fracasar. Y nuestra meta comienza a parecer lejana e inalcanzable. Pero, ¡hemos sido llamados a paz y a amar a nuestros enemigos! Es ahí donde tenemos que hacer inventario de nuestras debilidades y mostrarlas y rendirlas a Dios para que sea en Sus fuerzas y no en las nuestras que podamos retomar el camino donde nos quedamos. ¡Su poder se perfecciona en nuestra debilidad! Somos llamados a sembrar su Palabra, y realizar esa tarea nos trae gran gozo y crecimiento a nuestras vidas. El perseverar en hacer la voluntad de Dios, y rendir cada día nuestras emociones y actitudes van a rendir fruto. Seguir sembrando, en ocasiones nos traerá llanto, porque rendir nuestros "derechos" no es fácil, pero segaremos alegría, porque Dios sustenta nuestras vidas. Para sembrar en otros la semilla del amor de Dios tenemos que morir a nuestro yo. No dejemos de sembrar aunque sembrar nos cueste. Oremos para que Dios nos de las fuerzas y el gozo que necesitamos para seguir sembrando para el Reino. Que nos ayude a reflejar actitudes que lleven a otros a desear lo que nosotros tenemos.
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Crecí en un ambiente muy musical. Mi papá tocaba y cantaba en trios de guitarras desde joven. Mi prima tocaba guitarra y mi padrino tocaba guitarra y cuatro. Así que asistíamos a muchas fiestas donde los invitaban a tocar y en nuestra casa no podía faltar los domingos el poner el radio y los discos de música todo el día.
¡Pero yo no me quedaba atrás! Yo cantaba todos los anuncios que veía en la televisión y hasta tenía mi mini tocadiscos. Cantaba en el baño y en todas partes. Sin embargo, desistí de la idea de aprender a tocar la guitarra, y nunca estuve en el coro de la escuela siquiera. Cuando estuve en la escuela superior había un buen coro como clase electiva, y yo me matriculé en Teatro. Y la vida da muchas vueltas y años mas tarde descubrimos que mi nena tenía talento para cantar sorprendiendo a todos en la iglesia de la abuela cuando cantó con su abuelo. Luego ella entró en un coro de niños en la iglesia a la que pertenecemos. Luego de ella participar en las actividades de Navidad ese año hubo audiciones para el coro de adultos y es ella la que me dice e insiste en que vaya a audicionar. Fui sin ninguna expectativa de pasar la audición y ¿Qué creen? Al día de hoy pertenezco al coro y ha sido una gran bendición. Dios me ha hablado mucho sobre la adoración. En momentos donde no tuve palabra para orar, sí tuve una canción para entonar. Poder cantarle y exaltarle es un privilegio de los Hijos de Dios. Como dice Su Palabra, El me dio una nueva canción. Una canción que al entonarla le exalta pero ministra a mi corazón también. He visto como obra el Espíritu Santo cuando por medio de las alabanzas muchos corazones son tocados. Aunque no puedas entonar correctamente Dios también te ha regalado una nueva canción. Canción que trae gozo, paz y esperanza a nuestras vidas. Cántale no importa tus circunstancias y verás los resultados. Oremos para que Dios nos ayude a tener una actitud de adorarle en toda circunstancia. Esta semana estamos celebrando en Puerto Rico la semana del Tecnólogo Médico, profesión que ejerzo. Es una profesión que muchas veces es invisible o pasa desapercibida aunque proveemos una herramienta muy útil al médico para diagnosticar sus pacientes con exactitud y prontitud. Las personas conocen a los doctores y a las enfermeras pero de los tecnólogos médicos no se escucha mucho. En muchos lugares ni tienen un contacto directo con los pacientes porque una enfermera les toma las muestras y luego se llevan al laboratorio a procesar. Sin embargo, he sido bendecida esta semana por las felicitaciones recibidas a través de las redes sociales. Tuve hasta una sorpresa de parte de mi esposo que el día se ayer me preparó me unos regalos preciosos.
¡Qué bien nos sentimos cuando otros reconocen nuestro trabajo, cuando ven nuestros esfuerzos! Pero la realidad es que muchas veces nadie reconoce las cosas que hacemos. O quizás las personas de las que esperamos ese gesto de agradecimiento no son las que lo brindan. La Biblia nos dice que debemos trabajar como para el Señor y no para los hombres. Dios nos vé. Nos vio desde antes de nacer. Dice en el Salmo 139 que nos vio en el vientre de nuestra madre. ¡Aún nuestros cabellos están contados! Agar pudo experimentar en un momento de angustia la presencia de Dios. Nosotros podemos experimentar la presencia de Dios aún mas que Agar porque Su Espíritu Santo habita dentro de nosotros. En este mundo nuestras expectativas no van a ser llenadas la mayoría de las veces. Nuestras expectativas deben estar puestas en el lugar correcto: En Dios. Él es el único que no nos falla. Es mejor la recompensa que viene de Él que la recompensa temporal que recibamos en este mundo. Trabajemos y obremos con la mira puesta en lo eterno y no en lo temporal. Hagamos las cosas de corazón sin esperar nada a cambio. Oremos para que Dios nos ayude a enfocarnos en Él y a ubicar nuestras expectativas en el lugar correcto. Agradezcamos a otros por la labor que realizan en el amor de Cristo. Estaba en una clínica el día de ayer y una paciente me relataba una situación difícil que estaba enfrentando en su hogar. Me decía que su casa era de madera y en el segundo piso tenía un closet que se había llenado de abejas y no encontraba como eliminarlas. Había llamado ya a varias entidades de gobierno, pero ninguna le había resuelto el problema. Era muy difícil acercarse al área. Estaba determinada a exterminarlas de alguna manera.
Entonces le dije que según ella veía necesario exterminarlas, de igual manera, ahora las abejas se encontraban en peligro de extinción lo que nos provocaría grandes problemas a nivel mundial. ¡Quién podría pensar que un insecto tan pequeño es el responsable del 84% de la polinización a nivel mundial! Es su polinización la que da una seguridad a las siembras de alimentos y mantiene la diversidad. Ella desconocía todo esto. Le recomendé entonces que contactara a la Sociedad de Apicultores ya que ellos eran los expertos en el tema y sabrían como sacarlas de su casa, probablemente sin hacerles daño y reubicándolas en otro lugar. Dios todo lo creó con una función específica. Y no sólo eso, las especies dependen unas de otras para sobrevivir. Hizo lo mismo con su iglesia. Unos son maestros, unos son pastores, unos son evangelistas, etc... Dios nos asignó funciones diferentes pero que son necesarias entre sí. Dependemos unos de otros. Ninguno es mas importante que otro. Dios no nos llamó a ser estrellas sino servidores de Su obra. Según ella no había escuchado de la importante labor que llevan a cabo las abejas, así también nosotros muchas veces ignoramos las tareas que llevan a cabo nuestros hermanos y la importancia de ellas. Muchas veces pensamos que nuestra labor es la mas importante, cuando todas las tareas son igualmente necesarias. Oremos para que Dios nos muestre cuál es nuestra función y como llevarla a cabo en coordinación con mis hermanos en la fe. Oremos para que podamos apreciar la tarea de nuestro prójimo, viéndola con igual importancia que la nuestra. Estaba un sábado en la mañana trabajando en el laboratorio clínico y llega esta paciente que nos visita con regularidad. Luego de preparar todo para tomarle unas muestras de sangre, le busco un lugar para la punción venosa y no le encuentro. Le reviso el otro brazo, y tampoco encuentro nada. Me pareció extraño porque siempre es fácil tomarle las muestras. Le verifico sobre las manos como otra alternativa, y tampoco podía palparle sus venas. Entonces le pregunto si se encontraba un poco deshidratada, y me contestó que ya ella no tomaba agua. Me sorprendió su respuesta y le pregunté cuál era la razón. Ella me dijo que el médico le había prohibido consumir sal y entonces ya no le daba sed, y por lo tanto, ya no tomaba agua. ¡Wow! Por eso estaba deshidrata. No la intenté. Le dije que volviera el lunes temprano luego de hidratarse un poco. Y así fue, y lunes sus venas se veían claramente.
La sal no solo da buen sabor a nuestros alimentos, también tiene su función en nuestro cuerpo. Jesucristo nos dice que nosotros somos la sal de la tierra. Tenemos una función importante en este mundo. El mundo es soso o desabrido, sin nuestra sazón. Somos representantes de Dios ante los demás. Nosotros tenemos las buenas nuevas y la ùnica esperanza verdadera que existe. ¿Estoy haciendo el trabajo para el cual Dios me envió? Como le ocurrió a mi paciente, yo soy la sal que le provoque a otros tener sed de los ríos de agua viva que Dios ofrece, del cual no tendremos sed jamás. Oremos para que Dios ponga en nosotros una sed insaciable por llevar su Palabra a otros. Que pueda ser la sal que este mundo necesita Vivimos nuestras vidas tan a prisa que nos perdemos los detalles que tenemos a nuestro alrededor. A temprana edad nos relataron alguna vez el cuento de la liebre y la tortuga. La liebre muy veloz, termina perdiendo ante la tortuga por haberse confiado demasiado. Pero se nos ha olvidado la moraleja de la historia y vemos como sumergidos en el egoísmo las personas van corriendo sus vidas buscando llegar a sus respectivas metas.
Y si bien nos confirma Pablo que estamos en una carrera, pero también debemos estar alertas a las necesidades que se presentan en el camino y cómo podemos ayudar a cubrirlas. El llegar a la meta no puede detenernos de ayudar al prójimo que corre su propia carrera. Lo importante no es cuán rápido lleguemos sino con cuanto honor la corremos. Nuestra carrera está llena de obstáculos y situaciones que parecen aminorarnos la velocidad. Jesús nos invita a dejar sobre Él nuestras cargas que Él nos hará descansar. Junto a Dios podemos renovar nuestras fuerzas y seguir adelante. Igualmente Él nos coloca personas que son oasis y nos dan apoyo y una palabra fresca de aliento. Nosotros podemos ser los oasis de otros. ¿Cómo estoy corriendo mi carrera? ¿Estoy solo enfocado en mí? ¿Cuál es mi meta? Oremos para que Dios examine nuestras vidas y nos revele como estamos corriendo nuestras vidas, que podamos estar alertas a las necesidades de otros y les brindemos ayuda para terminar sus carreras. Venimos a este mundo con grandes expectativas. Todo es hermoso cuando nacemos. ¡Tenemos toda la atención del mundo! Pero luego vamos aprendiendo que en esta vida terrenal todo el mundo nos falla. Nuestras primeras experiencias son en nuestra casa con nuestros padres, que no son perfectos por mas que nos amen. Luego, vamos a socializar un poco mas lejos de casa cuando entramos en algún cuido o preescolar. Allí creamos nuevas amistades que esperamos nos duren toda la vida. Pero también nos fallan. En esa edad hasta que no quieran jugar un dia con nosotros por jugar con otra amiguita o amiguito nos hace sentir rechazados o que no fueron fieles a nuestra amistad.
Según vamos adquiriendo años y experiencias entonces según lo que hemos aprendido comenzamos a desconfiar de la gente. Pero seguimos poniendo el corazón cuando tenemos alguna ilusión. Hoy día vemos muchos matrimonios y noviazgos donde la fidelidad se ve como algo anticuado, o muy justificado según las circunstancias. Todos hemos sufrido heridas por causa de las personas que amamos y apreciamos. Hay que mantener nuestras expectativas realistas sabiendo que en este mundo ningún ser humano es perfecto. Lo que si me encanta de nuestro Dios es el atributo de su fidelidad. En muchos pasajes de la Biblia nos menciona que Su fidelidad es para siempre, aún cuando nosotros no le somos fieles a diario. Nos dio la promesa de enviar a su Hijo a morir por nuestros pecados y lo cumplió. Así también nos prometió estar con nosotros hasta el fin, y así lo ha hecho. Es tremendo saber que podemos confiar en Sus promesas porque El es fiel y no cambia. Podemos vivir eternamente agradecidos. Oremos para que Dios sane en nosotros las heridas que cargamos por las faltas de los que hemos amado. Pidamos a El que a diario recordemos que El es fiel y vivamo confiados en Él. Desde pequeños nos enseñan las 4 estaciones del año: Primavera, Verano, Otoño e Invierno. La primavera es el tiempo de los nuevos comienzos. Todo comienza a florecer. Las flores exhiben los más vistosos colores, los árboles comienzan a producir sus hojas nuevas, más brillosas, limpias y suaves. Se empiezan a observar nuevos frutos.
El Verano trae consigo una ola de calor que en los últimos años se han traducido en grandes sequías. Algunas cosechas hasta se han dañado y los fuegos forestales destruyen toda la vegetación que encuentran a su paso dejando un gran desierto. Las personas buscan los ríos y las playas para refrescarse. El Otoño llega a refrescar el clima. La naturaleza entra en una preparación para poder recibir el invierno sin grandes pérdidas. Comienzan algunas nevadas en algunos países. Las hojas de los árboles se lucen con la gama de colores otoñales antes de caer a tierra en alfombras naturales. Los árboles entonces quedan sin hojas, con sus ramas al desnudo. El Invierno es tiempo de acurrucarse en casa. Con el clima más frío las personas buscan calentarse con un buen café o chocolate caliente. Celebramos la Navidad y las fiestas de época. Nuestra vida espiritual también pasa por estas estaciones. Cuando nos convertimos tenemos el nacimiento espiritual que es nuestro nuevo comienzo. Comenzamos a tener nuevos intereses y pasiones. Comienzan nuevos frutos a ser notados por los demás. Nuestros rostros brillan por el reflejo de la nueva gloria de Dios en nuestras vidas. Pero pronto llega el verano y con él, el desierto. Comienzan los problemas y los rechazos por parte de nuestras familias y amistades por nuestro nuevo estilo de vida. Necesitamos en este tiempo refrescarnos con la fuente de agua de vida, para no tener mayores pérdidas. El Otoño llega oportunamente para refrescarnos luego del calor. Es tiempo de madurez, como maduran las hojas de los árboles. Es tiempo de prepararnos para lo próximo que se avecine. Profundizamos más en la Palabra y la oración. El Invierno llega y recordamos que estamos aquí gracias a ese sacrificio de Jesucristo al venir a nacer y morir por nosotros en la cruz. Es tiempo de celebrar y compartir las buenas nuevas con otros. A veces es tiempo de frialdad y soledad pero podemos calentarnos con sus promesas. Porque recuerda que la Primavera está a la vuelta de la esquina. Oremos para que Dios nos prepare y nos dé las fuerzas para pasar cada estación con fe y obtener la victoria que ya El ganó para nosotros. Que podamos prepararnos y preparar a nuestra familia para los tiempos que se avecinan. ¿En que estación te encuentras tú? ¡Por fin es viernes! Esta es una de las frases que más escucharemos y leeremos hoy. La gente disfruta y espera con ansias la llegada del fin de semana. Desde los niños que no tienen clases sábado y domingo hasta los adultos que no tienen que trabajar. La mayoría de las personas se adelantan a hacer planes para salir, pasear, compartir con amistades o dormir, que es tan placentero cuando has madrugado y trabajado mucho en la semana. Es tiempo de compartir un tiempo de mejor calidad con la familia, o de encargarnos de la limpieza del hogar y las otras tareas que no se pueden acumular. En otras familias llegaron los días de las competencias deportivas de los hijos, o de aquellos padres que juegan softball. El fin de semana, comenzando prácticamente el viernes es símbolo de que llega el descanso, el compartir y la diversión.
En cambio, por otro lado, nos encontramos los que trabajamos sábados. En algunos casos, todos los sábados (aquí me incluyo), y en otros casos trabajan domingo también. Desde este punto de vista, la llegada del viernes no es tan esperada y no tiene el mismo significado. Pues desde otro punto de vista, los que hemos aceptado a Jesús como nuestro Salvador y Señor podemos referirnos a su segunda Venida como nuestro viernes. Significa para nosotros, nuestro descanso, nuestra eternidad en comunión con Dios disfrutando de cielos nuevos y tierra nueva. Es el fin de las angustias, el dolor, el llanto y las enfermedades; disfrutaremos de las Bodas del Cordero. Pero, como los que trabajan sábado, hay personas que no han hecho esa profesión de fe, y no tienen la revelación y no esperan por ese evento. ¡Hasta no lo creen real! ¿Y tu? ¿Esperas espiritualmente la llegada de tu viernes? Oremos para que mantengamos nuestra fe y compartamos con otros las buenas nuevas de salvación para que celebren con nosotros ese viernes espiritual. Soy tecnóloga médica de profesión. Estudié en la universidad todo lo relacionado a los fluidos corporales, pero sobre todo la sangre. Podríamos estar hablando del tema por días y no terminaríamos. En la sangre podemos detectar básicamente casi todas las enfermedades y condiciones que afectan nuestro cuerpo. Se podría decir que es la suatancia de la vida en nosotros. Si tenemos pérdida de élla tenemos un gran riesgo a morir.
Lo que siempre me ha estado curioso es como nacemos con un instinto a preservarla. Cuando tomo muestras de sangre a bebés, muchas veces ellos no lloran al introducir la aguja, pero tan pronto ven una gota de sangre comienzan a llorar y ponen cara de asombro. Es una reacción natural que nadie les enseñó. En la literatura y películas de ciencia ficción tenemos a los vampiros. Éstos se alimentan de la sangre de humanos, para hacerse fuertes y mantener la eterna juventud. La sangre es imprescindible para vivir. Igualmente la sangre es imprescindible para poder tener vida espiritual. La Palabra dice que por nuestra condición de pecado, sólo sacrificios con sangre pueden borrarlos y limpiarnos para ser aptos para la Santidad de Dios. Jesucristo vino a ser el Cordero del Supremo sacrificio dando Su vida por nosotros y derramando Su sangre para el perdón de nuestros pecados. Su sangre nos da la vida eterna, si tan sólo creemos en ese sacrificio y lo reconocemos como Señor de nuestras vidas, porque a precio de sangre nos compró. Oremos para que diariamente podamos recordar ese sacrificio en la Cruz, y nos rindamos ante el que derramó Su sangre por mí. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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