Nuestros cinco sentidos están conectados. Sobre todo el escuchar y el hablar. Comenzamos a hablar de bebés por lo que vamos escuchando. Por eso, los que nacen con problemas de audición, tienen mucha dificultad para poder expresarse. Todo lo que escuchamos, lo retenemos, y en algún momento lo transmitiremos. Igualmente ocurre con lo que vemos. Nuestra vida va a depender mucho de el insumo que hemos guardado, y que más adelante, consciente o inconscientemente vamos a transmitir a otros. Proverbios, nos hace un llamado a la sabiduría a través de todo el libro. Cuando quieres que alguien no olvide algo, como técnica de enseñanza, lo repetimos las veces que sea necesario. En este verso, no sólo nos habla de adquirir la sabiduría, sino de prestar oído para retener consejo. Nuestras decisiones van a estar marcadas por los consejos que hemos atesorado, los que hemos escuchado. Para poder llenarnos de buenos consejos, tenemos que rodearnos de sabios, de personas que han alcanzado una madurez de la cual podemos aprender. En estos días he estado observando los acontecimientos que han ocurrido en mi isla, Puerto Rico, donde el gobernador fue instado por e Pueblo a renunciar. Todo esto a consecuencia de sus malas decisiones y las imprudencias cometidas, que fueron expuestas a la luz. Hablábamos mi esposo y yo, que gran parte de este problema lo constituyen las personas de las que se rodeó. Como la historia del rey Roboam que dice en 1 de Reyes 12:8 “Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él.” El resultado fue una gran carga para el pueblo y no obró para bien. Debemos andar con sabios, y escuchar buenos consejos para que tomemos buenas decisiones y hablemos palabras de bendición y sabiduría a otros. Tú puedes ser la persona que dé un buen consejo a otro. Debemos llenarnos de sabiduría para poder dejar un legado de bendición a nuestros hijos y a las próximas generaciones. Tú puedes ser de bendición a tus familiares y amigos. Tenemos la Biblia como fuente inagotable de sabiduría, y al Espíritu Santo que nos ayuda a interpretarla y a recordarla en el momento preciso. Retén el buen consejo para que tus labios hablen sabiduría. Oremos al Señor para que nos ayude a discernir que personas traen sabiduría a nuestras vidas y que consejos debemos desechar. Que nos use para llevar bendición a través de lo que hablemos y los consejos que impartamos a otros.
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Una bombilla. ¿La has observado bien? ¿Puede brillar solo porque es una bombilla? No. Necesita estar conectada a la corriente para poder brillar. Ella no puede brillar en sí misma. Existen ahora unas recargables o de baterías que igualmente dependen de una fuente de energía que se agota. Una sola bombilla puede iluminar una habitación y disipar la oscuridad. Pero la corriente es necesaria, una bombilla conectada a un bajo voltaje, no puede iluminar con la misma intensidad y hasta tiende a prender y apagar cuando la corriente eléctrica no es la correcta para funcionar. Nosotros somos luz. Dios nos convirtió de las tinieblas a la luz. Pero no, no brillamos con luz propia. Necesitamos estar conectados a la fuente de electricidad que es Jesús. Nos creemos a veces que porque aprendemos a brillar que somos capaces de hacerlo por nuestro conocimiento y porque nos creemos buenos, pero no funciona así. “el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5 Necesitamos y dependemos de Él para ser luz. Cada dia este mundo se hunde mas y más en la oscuridad, y ¿qué hago yo para poder brillar? ¿Estoy siendo luz? ¿Mis vecinos podrían decir que yo soy luz donde vivo? ¿Mi comunidad puede decir que soy luz donde vivo y me muevo? ¿Mis compañeros de trabajo o estudios pueden decir que yo soy luz? ¿Mi familia, que me conoce en lo secreto puede decir que yo soy luz? ¿Estoy alumbrando y aportando a mi país? Dentro de la iglesia o congregación debo trabajar para ayudar a la obra del Señor, pero allí ya hay muchas luces. Debo sentir la urgencia de brillar donde hay oscuridad. Mi ministerio no de ejerce solo dentro de sus cuatro paredes de la iglesia. Mi llamado al evangelio no tiene horarios de trabajo, es 24/7. Mi llamado al evangelio no tiene un lugar específico, es en todas partes donde yo esté. Pero debo estar conectado a la fuente de luz. Recuerda que no puedes brillar con luz propia. El problema de la vida tan cómoda que tenemos como cristianos en este lado del mundo es que no estamos conectados a la fuente todo el tiempo. Nuestras metas personales, económicas y nuestro entretenimiento ocupan demasiado tiempo y perdemos de vista todos los que se pierden sin Jesús. Nuestras prioridades no reflejan que somos luz, que debemos iluminar en las tinieblas. Cuando estás pegado a Jesús se nota, no tenemos que esforzarnos para brillar, la luz comienza por alumbrar nuestro interior, mostrando las sombras del pecado que debemos eliminar y alcanzará a los que estén a nuestro alrededor. Oremos al Señor para que nos ayude y tengamos la revelación de cuán lejos aún siendo cristianos estamos de Él. Que crezca en nosotros un fuego que no se acaba como pasión por las almas que se pierden. Que el evangelio tome un nuevo significado para nosotros el día de hoy. Las palabras que hablamos den ven como algo intangible, pero lo cierto es que una vez dichas, no pueden retirarse, y quedarán grabadas. Pueden quedar grabadas en algo que escribas, o en el corazón de quien las escuchó. Por eso es tan importante tener control de lo que sale de nuestra boca. Nuestros sentidos se complementan. Y el versículo que sigue habla de la que miramos. Nos invita a mirar lo que es recto. A través de nuestros ojos vamos alimentando nuestro cerebro y nuestro corazón, y creando un archivo, como un banco de datos, el cual vamos a usar cuando nos expresemos, y al relacionarnos con otras personas, incluyendo a Dios. Hablábamos ayer que “de la abundancia del corazón habla la boca “, y todo lo que atesoremos, surgirá de forma espontánea a través de nuestra comunicación. ¿De donde brotarán palabras de iniquidad cuando solo nos llenamos de palabras de vida? Nuestra pasión, nuestros intereses, lo que leemos, lo que vemos, serán nuestros temas de conversación. Alguien que solo habla mal contra el prójimo, que ofende a otros, que no se tiene estima por si mismo, no ha llenado su vida con la Palabra de Dios. Puedes llamarte cristiano, pero lo que hables con normalidad va a reflejar la relación que tienes con Dios en lo secreto. ¿Quieres cambiar? Tienes que pasar tiempo llenándote de la Palabra, de amistades que te ayuden a crecer, de cosas sanas. Con la ayuda de Dios podemos ir removiendo de nuestro banco de datos, todo aquello que será estorbo para reflejar amor. Trabaja un día a la vez. Medita todo el día si estás usando palabras que construyen. Queremos un lugar saludable donde habitar, pues comienza con nosotros. Comienza a construir. Llénate de los materiales correctos primero. Oremos al Señor para que nos ayude a limpiar todo aquello de nuestras vidas que no será de provecho para la edificación. Que podamos llenarnos cada día de palabras que nos ayuden a construir un mejor ambiente, a construir mejores personas. En tiempos de guerra, el soldado usa protección para su cuerpo, y he visto en diferentes ocasiones, que muchas veces protegen más as su cabeza que el cuerpo. Aquí Dios nos aconseja a guardar el corazón, porque de él mana la vida. Nuestro cerebro acumula ideas, pensamientos, recuerdos, enseñanzas; pero en el corazón guardamos las emociones, los sentimientos, las alegrías, pero también atesoramos las tristezas, las lágrimas derramadas, los rencores, los deseos de venganza y las envidias. Todo lo que nos afecta, positiva o negativamente, lo guardamos en el corazón. Como seres humanos, aunque queremos vivir bajo el espíritu, nuestras emociones tienden a dominarnos frecuentemente. Las emociones no son malas, es como las manejemos. Cuando hemos depositado allí desilusiones, rencores, decepciones, dolor, o desesperanza, quedan encerrados de tal forma que se nos hace difícil removerlas luego. Solo con la ayuda del Espíritu Santo podemos limpiar todo eso que nos trae peso y aflicción. Pensamos que todas esas cosas están muy ocultas allí, pero la Palabra nos dice que “de la abundancia del corazón habla la boca”. De forma muy automática y natural, lo que haya en nuestro corazón se reflejará en lo que hablamos, en cómo actuamos. David tenía un corazón conforme a Dios, perfecto para Dios. Así le describe en la Biblia. David no era perfecto, pero su corazón era íntegro. Por eso David tenía una relación de transparencia con Dios. Él no ocultaba nada, no escondía nada. Se abría delante de Dios mostrando sus mejores ideas y sentimientos, y también acudía a Él en oración mostrando sus temores, sus inseguridades, sus debilidades. Todo lo presentaba ante Él. Mostraba una humillación de sus deseos, para que Dios le mostrara su voluntad y lo guiara en medio de las circunstancias que pudiera estar viviendo. Debemos procurar un corazón que pueda estar abierto sin nada que esconder. Del corazón nacen todas las intenciones. ¿Puedo mostrarme ante Dios pensando que no tengo nada que esconderle? Para guardar mi corazón debo cuidar lo que entra y lo que atesoro. Es una limpieza constante, bajo la ayuda salen Espíritu Santo de remover todo lo que no es conforme al corazón de Dios. Digo que es constante, porque todo el tiempo, mientras estemos en este mundo, personas nos van a herir, nos van a calumniar, nos van a poner el pie para que tropecemos, pero recuerda que Dios es quien nos sostiene, quien sana nuestras heridas, quien nos socorre en tiempos de angustia. Acude a Él, y no escondas nada en tu corazón. Si endurecemos nuestros corazones, nos endurecemos para escuchar a Dios. De mi corazón, ¿mana vida, o manan cosas negativas? Es tiempo de sanar, es tiempo de vendar heridas. Cristo vino para sanar a los quebrantados de corazón. No hay corazón que Él no pueda sanar y llenar de su amor. Llevemos todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo y anhelemos tener un corazón conforme a Dios. Oremos para que Dios nos lleve a escudriñar nuestros corazones. Que podamos remover todo aquello que nos endurece y nos aflige y que sea el Señor sembrando allí sanación y amor. Cuando nacemos no podemos caminar. Nuestro cuerpo pasa por un proceso de irnos nutriendo y fortaleciendo hasta que podemos comenzar a gatear primero, y más adelante, damos nuestros primeros pasos. Esa es una etapa muy retante para los padres, ya que con los primeros pasos llegan las primeras caídas. A medida que vamos adquiriendo las destrezas del balance y el enfocarnos en lo que tenemos delante, vamos dominando el arte de caminar de tal manera, que seguiremos caminando por el resto de nuestras vidas, de una forma tan natural, que ya no tenemos que pensar como hacerlo. Todo está en nuestro cerebro. Hay personas que sufren alguna lesión cerebral y sí deben aprender nuevamente a caminar. El libro de Proverbios nos habla constantemente de que debemos adquirir la sabiduría que proviene de parte de Dios. Justo el versículo anterior a estos que comparto aquí hablaba de que debemos caminar por el camino de la sabiduría. Cuando llegamos al Señor solos como niños recién nacidos. La Biblia nos compara así. Hemos nacido a una vida espiritual de la que no conocemos casi nada. Ahí comienza el proceso de ir nutriéndonos y fortaleciendo en su sabiduría, a través de al oración, la lectura de la Biblia y congregándonos con otros hermanos en la fe. Son esos mismos hermanos los que en un comienzo nos van ayudando a caminar, de manera que nos caigamos lo menos posible. Se supone que según vamos adquiriendo esa sabiduría y esa madurez espiritual, caminemos mejor en el Señor y tropecemos poco. Es esa sabiduría la que nos llevará a detenernos a pensar antes de tomar una decisión, sabiendo que toda decisión tienen consecuencias, sean buenas o malas. Hay decisiones que pueden marcarnos toda la vida, y hay otras que sólo marcan el momento. En todas ellas debemos dar testimonio del que nos llamó. La Biblia nos da miles de consejos para que vayamos aprendiendo a vivir de una manera íntegra y escogiendo el camino que nos acerca a Dios. Cada decisión, cada acto, llevado a la presencia de Dios nos llevará al camino de la bendición. Oremos al Señor pidiendo que nos ayude a detenernos ante cada decisión para que obtengamos la victoria que ya Él ganó para nosotros y demos testimonio como sus hijos. La envidia la define Wikipedia como “un sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas tangibles e intangibles. La Real Academia Española la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee.” Es muy fácil dejarnos llevar por la vista, más que por los otros sentidos. Por ejemplo, un plato de comida bien adornado y colorido nos parece más apetitoso que una comida servida sin ningún detalle. Un carro nuevo, con mucho brillo y un color llamativo, nos parece mejor que uno desteñido por el sol. Luce más hermosa una mujer en un traje de diseñador, realzado por su maquillaje, que una mujer ama de casa atendiendo a sus hijos. La vista mueve nuestra atención a lo que la sociedad y la cultura nos ha ido programando sobre lo que es mejor. Y los ojos se nos van y se nos hace difícil distinguir entre lo realmente mejor de la vida, y lo que debemos anhelar para estar mejor según la propaganda social. Eso nos lleva a la envidia. Envidiamos lo que no tenemos, que nos aparenta que nos daría una vida mejor, o más reconocimiento de los demás, o un estatus social más alto para que nos admiren. Todo al final de día se basa en la vanagloria y el deseo de aceptación humano. Mientras as todas esas cosas son una gran distracción a él llamado que hemos recibido de parte de Dios de llevar el evangelio y ser usados para que otras personas lleguen a conocer a su único salvador, gastamos nuestras vidas, nuestras energías en trabajar para obtener lo que otros ya tienen. Perdemos de vista todas las bendiciones que Dios nos ha dado, los momentos aparentemente simples, pero que nos llenan la vida, como un beso de tu cónyuge o un beso de un hijo, el cuidar a nuestros padres en su vejez, o el deleitarnos leyendo la Biblia. La publicidad nos ha hecho creer que no somos nada sino lucimos como ejecutivos, sino somos invitados a las galas de la alta sociedad, o si no nos endeudamos para conducir el carro último modelo. Todas esas cosas en la vida son vanidad, y no aportan nada a nuestra felicidad y a que seamos amados. La grama de vecino siempre se verá más verde. No le busques lo especial. Dios te hizo único. ¡Único! ¡Entre millones de personas, Dios te hizo especial! Tienes habilidades, y dones especiales. Tú eres muy bueno en lo que Dios te dotó. No serás bueno en lo que hace tu prójimo, pero eres un prodigio en lo tuyo. Dios te ha suplido de comer y vestir, y te ha dado gozo eterno. Cuando verdaderamente podemos lograr entender un poquito de el privilegio que es poder orar y que el único Dios eterno, omnipotente, que creó el universo, lo que vemos y lo que no hemos descubierto aún, que ese Dios se inclina a escucharte, entonces verás que ya lo tienes todo. Oremos al Señor dando gracias por todo lo que tenemos que perdemos de vista ante los ofrecimientos de espejismos que nos rodean. Que podamos vivir una vida de gozo y veamos que tenemos para compartir con otros lo mejor de este mundo. — “Si yo tengo la razón, no me le quedo callada a nadie”— eso decía yo todo el tiempo. Pero la vida nos da muchos cántaros y vamos aprendiendo que no siempre ganar un argumento es el mejor premio. Aprendemos que nuestra paz interior vale mucho más que ganar cualquier discusión. Muchas veces, no hay un problema verdadero, excepto una colisión de orgullos y vanaglorias que jamás van a ponerse de acuerdo. Lamentable te, aprendí esta lección después de muchas batallas verbales, argumentos y discusiones que no llegaban a ninguna parte al final del día, pero si me quitaban la paz y la tranquilidad. La Palabra de Dios nos provee consejos y es nuestra mejor guía ante cualquier situación en que nos encontremos. Por pequeño que nos parezca, sí podemos encontrar respuestas a todas nuestras interrogantes. Claro, para eso debemos leerla y meditar en ella, con la ayuda del Espíritu Santo. Dicho esto, aquí encontramos otro gran consejo que aunque parece liviano, solo busca el que vivamos esa vida abundante que Dios quiere para nosotros y modelemos un testimonio vivo de que Él vive en nosotros y es nuestro Señor. A veces, el irnos a discutir sin grandes razones, no nos afecta a todos los temperamentos. Los que son de temperamento flemático o melancólico, que son los introvertidos, tratan de evitar conflictos de manera natural, pero los que somos coléricos y sanguíneos, nos cuesta quedarnos callados. Nuestra cultura latina es muy dada a levantar la voz, a discutir por todo, sobre todo por política y religión. Veo tantas peleas y “tiraeras” en las redes sociales que nos desvían de lo que verdaderamente debemos hablar. Hemos sido llamados a llevar un mensaje de buenas nuevas, el evangelio de Jesús, que puede cambiar una vida de la condenación eterna a la salvación eterna. Vemos por ejemplo al apóstol Pablo, que utilizó para comunicar el evangelio, todo lo que tenía disponible en sus tiempos. Escribió cartas, visitó y predicó en persona, caminó largas distancias, viajó en barco, y hasta en sus prisiones vio una manera de llegar a otros que no andaban libres por ahí. ¿Que tú crees que hubiera pensado Pablo de las redes sociales hoy día? ¿Qué hubiera pensado de la facilidad de los carros que tenemos hoy? ¿Piensas que Pablo iba a pasar su tiempo en discusiones doctrinales, en política, o en criticar y burlar a otros? ¿Formas tu una discusión o un argumento con facilidad? Cuando vayas a verte envuelto en una discusión piensa rápidamente, ¿qué voy a ganar con esto? Si es aumentar tu orgullo, demostrar que sabes más que alguien, o dejar en ridículo a otra persona, ya sabes la respuesta. La verdad no grita. La verdad se lleva en amor. El amor no ofende y no busca lo suyo. Al final e mejor premio será la paz en tu vida. Oremos al Señor para que sea su Espíritu Santo advirtiéndonos cuando vayamos a entrar en un pleito sin razón. Que nos ayude a enfocarnos en llevar el evangelio a cada momento de nuestras vidas, para su gloria. Amén. Aquí vemos otro consejito práctico de Proverbios para nuestras vidas. Es un consejo, porque de nuestra naturaleza egoísta y codiciosa, el dar a otros no sale natural. El consejo nos dice que no ayudemos mañana, en lo posible debemos ayudarlos cuando tenemos la necesidad de frente. Eso requiere un esfuerzo adicional y no nos da oportunidad a hacernos de la vista larga. Jesús se detenía en su caminar a sanar a los que se le acercaban. No les decía que estaba ocupado, que vinieran luego. Según su necesidad los sanaba, o perdonaba sus pecados. Tenemos mucho que dar. Pero no tendremos una buena práctica de esto si esperamos a que nos sobre algo para entonces dar. Lo que nos sobra, ya no es bendición para nosotros. Dios ama al dador alegre, no al que quiere retenerlo todo y da de lo que le sobra. Vemos en la Biblia a la viuda que dio en el templo lo que le quedaba en la ofrenda, y aunque era muy poco, para ella era todo. Jesús reconoció el corazón de ella y la puso de ejemplo. Dar no solamente es dinero. Puedes dar a otros el mensaje del evangelio para que salven sus almas. Puedes sacar de tu tiempo para ayudar a otros. Puedes comprar comida a alguien hambriento. Puedes abrir tu casa para escuchar a alguien angustiado. Puedes llevar en tu carro a alguien que está a pie. Puedes bendecir a otro, visitándolos en la enfermedad. A veces, algo Yam simple como una taza de café puede crear una conversación cálida a alguien que se siente solo. Lo cierto es que no podemos dar a otros lo que no tenemos. Todo lo bueno que haya en nosotros proviene de Dios. Mientras más crezca nuestra relación con Dios, más podremos dar, más efectivos podremos ser. Damos lo que tenemos, y todo lo que tenemos ha sido provisto por Él. Cuando vamos creciendo y madurando en la fe, podemos ver que no poseemos nada, no nos hemos ganado nada, todo lo ha suplido Él para que seamos simplemente mayordomos y administradores de sus bienes. El buen mayordomo del Señor invierte, y no busca retener todo para sí. La bendición de dar no solo es para el que recibe, también trae gran gozo al que da. ¿Qué puedo dar hoy? ¿Qué necesidad tengo ante mis ojos? Oremos al Señor para que sea Él usándonos para su obra al bendecir a otros. Que pongamos todo lo que somos y todo lo que creemos poseer a sus pies para que sea de bendición. Dicen por ahí que la mejor almohada a la hora de dormir es una conciencia tranquila. Yo siempre comparo el momento de dormir con el “shutdown” de la computadora, donde comienzan a cerrarse todos los procesos antes de apagarse para que luego al encenderla de nuevo, todo suba en orden y funcione bien. A la hora de dormir, cuando ya estamos tranquilos, en silencio, para conciliar el sueño, es cuando comienzan a pasar por nuestra mente, lo que hicimos en el día, lo que dejamos pendiente y lo que queremos hacer al otro día. Puede ser que el cansancio nos venza muy rápido, pero cuando hay inquietudes, problemas, o grandes preocupaciones, la mente vence al cansancio, y no al revés. La sabiduría de la que habla Proverbios, y ese meditar en la Palabra de Dios y su ley, tienen como propósito que vivamos conforme a la voluntad de Dios, una vida en integridad, justicia y verdad. Es cierto que los problemas siempre llegarán a nuestra puerta aún viviendo de esa manera, pero serán asuntos externos que no juegan con nuestra paz interior. El vivir de acuerdo a la inteligencia de la Palabra nos aleja de muchos problemas. Una visa de integridad nos hace ser transparentes y no vivimos para escondernos de otros. El alejarnos de la mentira trae paz. Es muy agotador sostener una mentira. Los secretos invaden la mente cuando más tranquilo estés. Las heridas sin perdonar van a hablarte en tus momentos de sosiego. Los rencores susurran constantemente a tus oídos, quitándote la paz, sobretodo a la hora de dormir. Toda la ley de Dios lo que busca es el bienestar para nuestras vidas. ¿Quieres dormir tranquilo? Dedica tu día a caminar por la vereda que te muestra la palabra de Dios, vive tu día en oración, y duerme con la confianza que tu Señor te da. Señor, nos presentamos ante ti, echando toda ansiedad a tus pies y pidiendo tu ayuda para llevarnos por la senda correcta y vivir en paz, aún en medio de los problemas que puedan llegar. Que nuestra alma esté anclada en ti. Recuerdo de pequeña, la imagen que tenía de Dios: un ser divino, en los cielos, que debía respetarse, que todo lo veía, que podía concederte alguna cosa si le rogabas o hacías un sacrificio, y un Dios que castigaba fuertemente, sin piedad. Ahora que le conozco mejor, puedo ver como tenía un con concepto algo tergiversado de lo que es Dios realmente. Y esa parte de que —“Dios te castiga”— que era para meter miedo, formó una imagen borrosa de lo que se la realidad y los atributos de Dios. Si Dios castigaba muy fuerte, y el castigo y las pelas de mi mamá no eran nada placenteras, me estaba enfrentando a algo realmente indeseable, y según lo que me decían, que podía quitarme la vida en un instante. Y Dios tiene el poder para hacerlo. Pero Dios es también amor, y es perfecto. La imagen que forjamos en nuestras mentes de lo que es un castigo, o una corrección, de la debemos a padres que nos amaban, pero que eran imperfectos, padres pecadores por naturaleza y alejados de Dios, como fue mi caso. No es el mejor marco de comparación para entender como Dios obra. El castigo y la corrección son buenos. Tienen un fin bueno para quienes lo reciben. La corrección según el diccionario es la modificación que se hace en una cosa o a una persona para corregir sus fallas, errores, defectos o imperfecciones. El pecado nos hizo imperfectos. Por lo tanto, necesitamos corrección. Dios quiere el bien para nuestras vidas. Él es bueno en sus atributos, y no provoca mal a nuestras vidas. Pero vivimos en un mundo pecador que cada día, cada promoción, cada cosa que leemos, vemos o escuchamos quiere llevarnos al pecado. Necesitamos la corrección de Dios para volvernos al camino, para no desviarnos, para no cargas con malas consecuencias. Y aunque Dios la habla de diversas maneras y tenemos su Palabra escrita como guía, somos testarudos, y el pecado nos atrae, y caemos. La corrección de Dios, que es en amor, nos va formando cada día para parecernos más a la imagen de Cristo. Ese castigo y corrección nos va llevando a ser mejores cristianos y a pecar menos. Nos va llevando hacia la vida abundante que Él tiene para nosotros, y nos lleva a ir adquiriendo sabiduría, y nos aleja de una vida contristada. Que tu percepción de la corrección de Dios se adapte a quien es Él. Iremos al Señor dando gracias porque gracias su amor, podemos ir creciendo en Él, y su corrección nos ayuda a tener una vida mejor. Que anhelemos su presencia cada día y seamos agradecidos por su amor. Recuerda que si Dios te castiga y corrige es porque eres su hijo. Gózate en Él. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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