Comencemos por definir qué es un pacto. Pacto es un acuerdo entre dos o más personas que obliga a ambas a cumplir con una serie de condiciones, o condición en la que se ha de cumplir un acuerdo. En palabras sencillas, un pacto lo acuerdan dos partes y tienen que cumplirlo. Los pactos no deben romperse. Todo va a depender de la integridad de la persona que pacta, y las consecuencias que habría que enfrentar si no se cumple. Un pacto debe ser inquebrantable, pero el pecado que entró a este mundo, y a nosotros, nos lleva a no ser íntegros, y a no ser personas en las que se puede confiar. El adquirir al sabiduría de Dios, nos dice que nos hará discernir entre el pacto del matrimonio, aún hecho en la juventud, cuando no hemos alcanzado cierta madurez, y las circunstancias que se presentarán en el camino como más atractivas. Dios diseñó el matrimonio como un pacto tan hermoso en inquebrantable que podría compararse con el pacto que tiene Él por su iglesia. Pero el pecado nos nubla la vista, nos hace confundirnos entre lo que percibimos que es mejor y lo que es correcto. Nuestra percepción de las cosas está tan distorsionada, con el apoyo de Hollywood y la sociedad cambiante en la que vivimos, que son más los divorcios cada día, y menos las personas que contraen matrimonio, aún viviendo como si lo fueran, que lo hermoso del matrimonio se ha ido menospreciando. Ese concepto donde el esposo ama, cuida y protege a su esposa, y esa esposa que respeta a su esposo, y lo ama ayudándolo a ser la cabeza y sacerdote del hogar, ha pasado a un segundo plano, como una idea anticuada y que ha entrado en desuso. Tengo en mi hogar a la persona que amo, y me llevó ese amor a hacer un pacto ante Dios que dura para toda la vida, pero es “normal” que si fuera del hogar alguien dice o hace algo que me atraiga más, yo menosprecie lo que tengo en mi casa y me olvide del pacto. ¿Sabes qué? Siempre va a haber cosas fuera de tu matrimonio que te llamen la atención, y ofrecimientos que se verán tan maravillosos como los espejismos en el desierto. Las tentaciones nos asechan cada día. Pero Dios nos da su sabiduría y su discernimiento para poder reconocer las cosas como son realmente. Nuestra relación con Dios funciona de la misma forma. Dios comenzó un pacto de amor con nosotros, al que nos unimos cuando le entregamos nuestra vida para recibir una vida nueva en Él. Él es el perfecto esposo que nos ama, nos protege, nos cuida, y nos provee de todo lo que necesitamos. Y al igual que el matrimonio en este mundo imperfecto, llegan a nuestra vida palabras que halagan, ofrecimientos de cosas que no tenemos en esta relación y llaman nuestra atención. Estos ofrecimientos o estas tentaciones nos hacen fallar a nuestro pacto con Dios, sobre todo cuando nuestra relación está fría y no le dedicamos nuestro tiempo. Dios no va a fallarnos jamás. Él es fiel. Es su naturaleza. No es la nuestra en este cuerpo terrenal. Lo que vemos en el mundo fuera de Él, como la fama, el supuesto poder, el dinero y la lujuria, y todos esos placeres, parecen muy atractivos, pero son como los espejismos, pasajeros, no son realmente lo que necesitamos. Todo lo que encontramos fuera de Dios no nos da un verdadero gozo, nos da una emoción temporal, que como a los adictos con el efecto de la droga, nos deja en baja cuando ese momento se acaba. La sabiduría de Dios nos lleva a valorar lo que realmente importa, lo que realmente nos conviene, lo que nos dará verdadero gozo en medio de cualquier situación. Entender el pacto del matrimonio va de la mano de conocer y entender el pacto que tenemos con nuestro Señor. Es una bendición hermosa. Aún si no estás casado, el mejor pacto que puedes tener en tu vida, es el pacto de amor con tu Señor, creador, y Salvador. Yo viví un divorcio por la falta de sabiduría en Dios y por llevar las cosas en nuestra ignorancia lejos de quien hace todas las cosas perfectas. Ahora estoy en un nuevo pacto matrimonial confiando en que sea la sabiduría de Dios quien nos dirija, y eso hace diferentes todas las cosas. Oremos al Señor para que nos revele cuan hermoso y profundo es el pacto que tenemos con Él y podamos aplicarlo a nuestros matrimonios y a nuestras vidas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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