La verdad nos hace libres, pero sin la misericordia de Dios y su gracia, no podríamos ser salvos. Debemos conocer la verdad. Jesucristo dijo “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. El primer paso para ser salvos es llegar al conocimiento de la verdad, que es Jesús. Su Espíritu Santo nos convence de pecado y abre nuestros ojos a la verdad. Justo ahí podemos entender que necesitamos de su gracia, y que sólo por su misericordia hemos llegado hasta donde nos encontramos hoy. Como hijos de Dios, Proverbios nos aconseja a llevar la misericordia y la verdad juntas, y tenerlas muy presentes. Dios es verdad y en Él no hay espacio para la mentira. Somos llamados a ser imitadores de Él, por lo tanto, no puede haber mentira en nosotros tampoco. Eso no da testimonio de un Dios santo. Ejercemos eso sin olvidar que somos llamados a tener misericordia. Esos dichos populares de que la verdad duele, y “yo hablo con la verdad les guste o no”, y como dicen en Puerto Rico, “no tengo pelos en la lengua”, no van muy de la mano con la misericordia. Previamente hablamos de la prudencia. La verdad podemos llevarla en amor, teniendo misericordia con el prójimo. El prójimo incluye a nuestros cónyuges, nuestros hijos, familiares, vecinos, hermanos en la fe y el resto del mundo. Nuestra verdad no ofende, nuestra verdad puede llevar al arrepentimiento y a que reconozcan a Dios. ¿De que me vale hablar verdad a la gente y no compadecerme de sus necesidades y sus aflicciones? A veces cubriendo una necesidad hablamos más de lo que podemos decir en palabras. A eso nos llamó Dios. Debemos ejercer la verdad sin orgullo ni vanagloria. El conocer la verdad nos lleva a ver que sin su gracia nada somos. Debo ver al prójimo como a mi mismo: no merezco nada, no puedo ganarme nada, solo soy un pecador que ha recibido por gracia la salvación y el perdón de Dios. Que esto lleve nuestras vidas a ser transparentes, con integridad, para que lo que tengan que reprochar de nosotros sean calumnias. Llevemos la misericordia (sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda) más allá de nuestra zona de comodidad. No podemos confundirla con una simple simpatía. Hagámoslo en verdad, no para ser vistos o por vanagloria. Que sea el Señor quien se lleve toda la honra y toda la gloria. Recuérdalo como una ley de vida. Oremos al Señor pidiéndole que nos ayude a recordar cada día que debemos vivir en verdad y misericordia. Que sea aún Espíritu Santo dirigiendo nuestras vidas y enseñándonos cómo debemos andar.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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