Es tan común pensar que entre las mujeres hay mucha rivalidad entre las mujeres. Es posible que por nuestra manera de pensar y facilidad para hablar, expresamos directamente entre nosotras lo que no nos gusta. Desde pequeñitas nos compartimos nuestros juguetes, muñecas, y hasta nuestros sueños y anhelos. Con el tiempo, esa inocencia y amistad se puede ver quebrantada por las críticas, y nuestra necesidad de aceptación. Con los hogares rotos que van en aumento cada día, esa necesidad de aceptación puede reflejarse en envidias, celos y el querer llamar la atención en nuestros círculos sociales. Pero las mujeres podemos crear unos vínculos de amistad muy fuertes y tenemos la habilidad de ayudarnos a sanar unas a otras, al sabernos escuchar y formar unos lazos de empatía envidiables. Es esa fortaleza y sensibilidad que Dios nos regaló la más atacada. Al igual que los vínculos familiares están siendo atacados, los lazos de amistad entre mujeres están siendo puntos de ataque emocional y espiritual. Pero la Palabra de Dios es como bálsamo ante el dolor, las emociones exacerbadas y nos brinda la sabiduría necesaria para vivir en gozo abundante y constante paz. Leía la historia de Ana, la cual he leído un sinnúmero de veces, pero esta vez, desde una nueva perspectiva. El esposo de Ana tenia dos esposas, pero Ana no había podido tener hijos. Constantemente, la otra esposa se burlaba de Ana y hasta recibía un trato diferente de su esposo por no tener hijos. “Cuando Elcana presentaba su sacrificio, les daba porciones de esa carne a Penina y a cada uno de sus hijos. Sin embargo, a Ana, aunque la amaba, solamente le daba una porción selecta porque el Señor no le había dado hijos.” 1 Samuel 1:4-5 NTV Ana lloraba cada vez. Hoy día, ¿cuántas de nosotras hemos tenido que pasar situaciones por ex esposas de nuestros cónyuges o por sus actuales esposas o novias si nos hemos divorciado? Aún hemos tenido situaciones donde mujeres que considerábamos nuestras amigas en un momento, hoy pueden ser las que se burlen de nosotras y nos critiquen. Pero me ministra la vida de Ana porque ella llevó sus problemas y sus emociones en oración al Señor, reconociendo que era el lugar correcto para desahogarse y era quién verdaderamente podía entender lo que ella estaba pasando. Dios le concedió su petición de tener hijos. Y cuando tocó allá oportunidad de ir a lucir a su hijo, de mostrarlo a la cara de quien tanto de ella se burló, decidió ser fiel a la promesa que había hecho al Señor y mejor ir a adorar a su presencia. “Al año siguiente, Elcana y su familia hicieron su viaje anual para ofrecer sacrificio al Señor y para cumplir su voto. Pero Ana no los acompañó y le dijo a su esposo: —Esperemos hasta que el niño sea destetado. Entonces lo llevaré al tabernáculo y lo dejaré allí con el Señor para siempre.” 1 Samuel 1:21-22 NTV Era en ese viaje anual que ella se sentía inferior, triste y rechazada. Era su oportunidad de venganza. Pero su corazón estaba enfocado en el Señor y su voluntad. Es un ejemplo para nosotras en cómo debemos comportarnos en situaciones similares. Las enseñanzas de la Biblia son contrarias al mundo pero traen bendición a nuestra vida. Yo experimenté el odio hacia otras mujeres como consecuencia de las experiencias negativas vividas en mi primer matrimonio. Pero Dios… (ese pero que llega a nuestras vidas para cambiar su curso) es quien milagrosamente sanó todas mis heridas y cambió el odio por empatía y amor. Fue una obra sobrenatural que me dio un propósito nuevo a mi vida y un nuevo ministerio, que es este blog Mujeres de Fe. Dios puede hacer nuevas todas las cosas. Dios sigue transformando vidas hoy. Tu vida puede ser bendecida hoy. Su propósito es mayor que las burlas, rechazos o heridas que puedan hacernos. Tú tienes una vida de esperanza y fe por delante. Comencemos juntas hoy. Quiero orar por ti para que Dios forme mujeres de fe en estos tiempos en que debemos ser guerreras por nuestras familias, por nuestro país. Oremos juntos al Señor presentando nuestras vidas sabiendo que en sus propósitos hay bendición y vida abundante. Que las enseñanzas de mundo sean transformadas por los principios de su Palabra y seamos testimonios vivos de un Dios todopoderoso.
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Recién ví esta foto que les comparto al final del texto, sobre una filosofía de vida de ciertas regiones de África que le llaman el “Ubuntu”. A muchos en este lado del mundo les ha llamado la atención este estilo de vida donde el egoísmo no tiene espacio y promueven que un individuo no puede ser feliz si los que están alrededor suyo no lo están. Resaltan el bienestar de todos sobre el bienestar individual. Una antropóloga que estudiaba las costumbres de una tribu africana, estuvo en uno de esos poblados. Quiso conocer su cultura y averiguar cuáles eran sus valores fundamentales. Y así les propuso un juego a los niños que allí se encontraban. Ella colocó una cesta llena de fruta junto a un árbol. Ellos se encontraban a cierta distancia. El juego consistía en que el primero que llegara hasta la cesta habría ganado y tenía el privilegio de comerse toda la fruta. Cuando la mujer dio la señal para que iniciaran su carrera, ellos primero se cogieron todos de las manos y luego empezaron a correr juntos. Cuando llegaron donde se encontraba la cesta junto al árbol, se sentaron todos juntos a disfrutar su premio y se repartieron las frutas. Ella les preguntó por qué habían hecho eso, cuando uno sólo podía haberse quedado con toda la cesta. Y uno de los niños respondió: ‘Ubuntu’. ¿Cómo va a estar uno de nosotros feliz si el resto está triste? Una práctica que llevan a cabo es cuando una persona en esa sociedad falla. En lugar de rechazarle o juzgarle, hacen un círculo donde todos participan y colocan a la persona en el centro. Comienzan a recordarle las cosas buenas que ha hecho, para motivarle a encontrar nuevamente su propósito y son su apoyo en ese momento. No estoy de acuerdo en la parte del ritual que les describí en que la persona es buena naturalmente. La realidad es que todos somos pecadores y solo podemos salvarnos y alejarnos del pecado por la gracia de Dios. Dios en su diseño divino, muy alto para nuestro conocimiento, nos salva pero nos deja habitando en este mundo pecador, con el apoyo de su Espíritu Santo y la iglesia, compuesta de pecadores redimidos que aguardan por su levantamiento a las moradas celestiales. La iglesia tiene un propósito y es a través del amor de Dios que se puede alcanzar una unidad perfecta, que glorifica a Dios, que da testimonio de que hoy día sigue obrando en nosotros y ayuda en el proceso de restauración de los pecadores redimidos que la componen. Porque es que mientras habitamos en este cuerpo, mantenemos la inclinación hacia el mal, el pecado, pero está muy viva esa lucha espiritual donde el espíritu vivo debe dominar el cuerpo. Me gustan estos pasajes: “Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros. Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía. Y que la paz que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos.” Colosenses 3:12-15 NTV La iglesia puede alcanzar esa unidad cuando hay transparencia entre sus miembros, amor, corrección en el Espíritu y ese animarse unos a otros para seguir todos corriendo en la carrera de la fe. Se acercan tiempos difíciles para la iglesia y es esa unidad en oración y en amor la que nos llevará a alcanzar la misericordia y la gracia de Dios para un avivamiento en medio de la persecución. Basta con mirarnos a cara descubierta y reconocer que no somos perfectos y si estamos hoy aquí es porque alguien nos amo, nos perdonó y nos sigue perfeccionando hasta que venga. Oremos al Señor presentando nuestras vidas en transparencia y que nos ayude a mirar a nuestros hermanos como Él los vé. Que nos dé el amor, la sabiduría y el discernimiento para caminar hacia la unidad de la iglesia para gloria de su nombre. Las películas, y hoy día las series de zombies han existido por muchos años y son parte de las temáticas más populares en la industria cinematográfica. La idea de unos “zombies” o personas que han sido infectadas por un virus y terminan caminando estando muertos, e infectando a los demás que tienen contacto con ellos, nos parece muy fantasiosa y quizás por eso cautiva tanto a su audiencia, entre el suspenso y el miedo. En todas estas historias la trama consiste en cómo escapar de los zombies, no infectarse y conseguir una cura que pueda ir revirtiendo el proceso y salvar a la humanidad. Nuestra humanidad real y actual no está muy lejos de esa fantasía de los zombies. La mayor parte del mundo camina estando muerta, espiritualmente hablando. La entrada del pecado contaminó a toda la humanidad y a todas las generaciones. Es imposible poder conseguir una cura por nosotros mismos y es imposible no infectarse porque nacemos en pecado. ¡Estábamos muertos y siguiendo la corriente de este mundo sin voluntad propia! Dios en su infinita misericordia y su gran amor con que nos amó, nos dio la cura para el pecado y nos trae de nuevo a la vida y a la comunión con Él. ¡Existe una cura! Nos trae a la vida eternamente. Pero...¿porqué nos rodean tantos zombies? ¿Recuerdan la trama de encontrar la cura y salvar la humanidad? Ya la encontraste si estás leyendo este blog. Ahora ¿que estás haciendo para llevarla a los infectados? Dios nos dio la tarea de predicar el evangelio a toda criatura, a todas las naciones. ¡Tenemos la cura! ¡Pueden salvarse! Pero... ¿Estamos huyendo de los zombies? Ya estás inmune. ¿Porqué ver así la humanidad y no ofrecerles la cura? Lamentablemente, no todos pueden ver que la necesitan. Pero vale la pena ser obedientes al Señor y por amor al prójimo, ofrecerles que hay una esperanza de vida real. Yo sé lo que es estar caminando sin vida, y vivo agradecida por el sacrificio de Jesucristo en la cruz. Yo puedo hoy experimentar gozo y paz en medio de este mundo que camina hacia la perdición. Conozco que es la única esperanza disponible que no cambia y que no hay que ganársela. Nadie nunca me había amado de tal manera, Él es amor. Nadie se preocupó más por mi sanidad y mi vida que mi Salvador. Él permanece fiel, algo que yo no logro entender, pero es su naturaleza. Oremos al Señor para que nos ayude a amar al prójimo de tal manera que no dudemos en llevarles el mensaje de salvación, confesión y arrepentimiento de los pecados y esperanza. ¡Tenemos la cura para las vidas que caminan muertos espiritualmente! Que Dios nos inquiete en llevar su mensaje en todo lugar, dándole a Él la gloria y la honra que merece. Estamos construyendo y edificando constantemente en nuestras vidas. Construimos un futuro cuando terminamos la escuela. Construimos nuevas metas, nuevos sueños y planes. Construimos un hogar. Construimos un ambiente de trabajo para ganarnos el sustento necesario. Construimos relaciones de amor, amistad y cordialidad. Construimos con los fundamentos que conocemos. Vamos colocando ladrillo a ladrillo. Podemos ser cristianos y tener un conocimiento de la Palabra de Dios, y aún así, nuestro primer instinto es a construir con lo que hemos aprendido en la vida. Vemos como fundamento lo que aprendimos de nuestros padres como el modelo a seguir, aunque no siempre estemos conscientes de ello. En un matrimonio, un lugar de trabajo, en una relación, vamos a traer diferentes fundamentos, diferentes experiencias y diferentes bloques de construcción. Todos estos chocan entre sí. Siguen trabajando en paralelo pero nunca se encuentran para llegar a un punto medio. El fundamento que nos puede llevar a edificar juntos es la Palabra de Dios. La voluntad de Dios nos lleva a caminar en la misma dirección. Esto es algo que debemos hablar y discutir para no dejarlo al azar. “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” Amós 3:3 Todos en algún momento hemos luchado por defender los bloques de construcción que traemos. Cambiemos poco a poco lo que traemos por verdades y principios de la Palabra. Estaremos edificando en la roca para tener estructuras que permanezcan para siempre y glorifiquen a Dios. Oremos al Señor para que nos ayude a identificar sobre qué fundamento edificamos. Que nos ayude a ir renovando nuestro entendimiento por la Palabra y a poder renunciar a bloques que hemos usado y defendido por mucho tiempo que no son cónsonos a su voluntad. En estos días estuvieron regalando árboles para sembrar, en un área del centro comercial cerca de mi casa. Como no tenemos árboles en mi patio, decidí ir a buscar. Allí tenían varios expertos que basados en la información que le proveyeras sobre el lugar, terreno y propósito principal del árbol, te conseguían las especies más adecuadas para la siembra y te orientaban sobre el proceso. Yo no tengo esa experiencia ni mucho conocimiento en esa área porque no me he dedicado a hacerlo. A veces pienso que no tengo la paciencia que se requiere para ese pasatiempo. Así que se los traje a mi esposo para que él se encargue de la tarea. Pero en nuestras vidas, el panorama es muy distinto. Todos sembramos. A diario todos estamos sembrando y cosechando. El problema es que aunque no estamos conscientes de esto, que ya aquí no es un pasatiempo, sino que define nuestras vidas, no nos orientamos de la mejor manera para poder obtener buenos frutos en el tiempo de la cosecha. Realmente, toso lo bueno que puede salir de nosotros proviene de Dios. El mundo nos ha estado orientando toda la vida sobre cómo sembrar. Nos enseña que seas egoísta porque a la larga, nadie va a pensar en ti. Nos enseña que tienes derechos, así que no des tu brazo a torcer. Nos enseña que el que tira el golpe primero es el que gana. Nos enseña que tenemos que vengarnos del que nos hizo daño. Nos enseña a criticar en los demás lo que nos parece distinto. Nos enseña a ser fanáticamente políticos y religiosos y que nos metamos en discusiones. Nos enseña que a nuestros hijos les provéanos más cosas materiales que tiempo y amor. Nos lleva a pensar que somos superiores a los demás y que así debemos tratarlos. Todas estas conductas y todas estas semillas se trabajan solas en nuestras vidas, sin mucho esfuerzo. Nos cuesta más sembrar en justicia que sembrar en pecado. La Biblia nos enseña cómo debemos sembrar. Nos alerta que cosecharemos en base a lo que sembramos. Por ejemplo, nos dice que sembremos la semilla de la bondad. Pero para poder sembrar bondad debemos dejar de sembrar con orgullo y egoísmo, y eso nos cuesta; porque el mundo nos ha enseñado que no hagamos nada que nos haga parecer como tontos. Pero...¿y el resultado final? ¿Voy sembrando pensando en lo que voy a cosechar? Sembrar con el conocimiento de la justicia de Dios nos cuesta, pero obtendremos mejores cosechas. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.” Salmos 126:5 Muchos conflictos familiares y en cómo nos relacionamos con otras personas podrían sanarse si se deja a un lado el orgullo, el egoísmo, el odio y la sed de venganza por lo que recibí. Aunque nos cueste, sembremos bondad. Este mundo la necesita, y como la sal que sazona los alimentos para que los podamos disfrutar, así nosotros hemos sido llamados a ser la sal del mundo. Las instrucciones las tenemos en la Palabra y nos guía el Espíritu Santo. Si obramos como el mundo, estamos ayudando a la deforestación. Seamos los que pongamos la buena semilla que el Padre nos da. Oremos al Señor presentando nuestras vidas para que nos ayude a ir despojándonos de las enseñanzas que son contrarias a su voluntad y que podamos ir sembrando en justicia. Amén. Consumado es. En ese día se cumplía una promesa... Una promesa dada a la humanidad desde el tiempo de Adán: la única solución posible para restaurar nuestra relación con Dios. Tantos años de espera. Tanto trompo agarrados de una esperanza que parecía tan lejana. Solo la fe nos ayudó a sostenernos esperando el gran día. Dios nunca falla. Sus promesas siempre se cumplen. Su Palabra permanece sobre todo aparente obstáculo o adversidad. Consumado es. El día que cambio el curso de la humanidad. El día que marcó la historia. Un día del cual todavía en la actualidad se escucha su eco. Consumado es. Palabras que retumbaron en los cielos. Palabras que cumplían muchas profecías. Palabras que causaron el dolor más grande posible. Palabras que tendrían mayor sentido tres días más tarde. Palabras que muchos en el momento no entendieron. Algo se rompía. Algo terminaba, pero algo nuevo comenzaba. La cuenta regresiva se había activado. El silencio esperaba por... su resurrección. Su gloria no se había terminado. Su gloria se manifestaría una vez más. Sus milagros no habían cesado. Su regalo de salvación se estaría ofreciendo. El camino necesario para ir al Padre se estaba forjando. Las letras de la ley ya no nos podrían condenar. El perdón de nuestras iniquidades se hizo real. Un amor tan grande. Un amor incondicional. Un amor sacrificado. Un amor consumado. Consumado es. Esas palabras que hoy pueden cambiar tu vida. Esas palabras que me recuerdan que mi vida cambió. Esas palabras que me renuevan hoy mis fuerzas. Que su eco retumbe en mi espíritu cada día y me lleven a la cruz. De niña solía enfermarme frecuentemente de infecciones en la garganta. Es posible que fuera debido a que en la escuela que estudiaba había un patio con mucha tierra, que con el viento contaminaba mucho el aire. El problema es que por alguna razón de temor, le ocultaba a todos cuando mis síntomas comenzaban. Trataba de hablar normal, aunque me dolía la garganta al pronunciar palabra. Trataba de ocultar si me sentía cansada. Pero mi papá siempre se daba cuenta del cambio en mi voz y le decía a mi mamá que me chequeara. Efectivamente, ya estaba con la fiebre de 40 grados Celsius, la garganta casi cerrada por la inflamación, y ya era de noche y terminaba en la sala de emergencia del hospital, porque a esa hora la oficina del pediatra ya estaba cerrada. Encima de eso, recibía el regaño de mi madre por la preocupación y el mal rato que le hacía pasar. Callar no ayudaba a mi causa. Empeoraba la enfermedad sin tratar y me ponía en un cuadro clínico más complicado por no tratarme a tiempo. El miedo a qué diría mi mamá y el tratamiento que posiblemente era en inyecciones, me llevaban a callar y tratar de ocultar los síntomas. Igual nos sucede en nuestra vida espiritual. Lamentablemente se ha proliferado en medio de las iglesias que se juzga a las personas que tienen alguna lucha con un pescado en particular. Entonces, nos hemos vuelto religiosos, que vamos a la iglesia y les decimos a todos que estamos bien, en victoria, aunque nuestra vida espiritual haya decaído, el pecado nos abrume y no veamos una pronta salida. Escondemos nuestras depresiones, debilidades y fallas para presentar un “cristiano perfecto” que todos acepten, que pueda servir en ministerios y no lo juzguen por inmadurez espiritual. Pero si algo he aprendido por las Escrituras es que cuando encubrimos nuestro pecado, nos agobia, nos consume y contristamos el Espíritu Santo. Tenemos el ejemplo de David, que aunque tenía un corazón conforme a Dios, el encubrir su pecado le afectaba profundamente. La iglesia está compuesta por pecadores redimidos solo por gracia y no por méritos, que vamos experimentando una transformación progresiva hacia la santidad por medio del Espíritu Santo. Hay luchas que no las podemos vencer sin ayuda. Por eso, la Biblia nos dice que tenemos dones para ministrar nos, animarnos y el amor de Dios para cubrir multitud de faltas. La unidad perfecta del cuerpo se da cuando nos reunimos sin fingimiento, nos quebrantamos en la presencia de Dios sin pensar en qué pensarán de nosotros. Nos unimos en espíritu cuando podemos apoyarnos, orar juntos por nuestras luchas y debilidades, y cuando tenemos hermanos en la fe que estarán pendientes a levantarnos y animarnos a no caer. Cuando podemos acercarnos a Dios desnudándonos de todas las máscaras y apariencias, entramos en una actitud de humildad, y Dios se glorificará en medio nuestro. Entonces realmente podremos crecer. Entonces nuestros roles de liderazgo en la iglesia rendirán fruto. Entonces los que se sienten heridos y buscan esperanza en medio de este mundo caído, pueden llegarse a la iglesia al admirar un amor tan profundo que no hace caer a otros, sino que los levanta y los acerca al Señor. Comienza por mí, continúa contigo. Ansiamos un avivamiento espiritual colectivo en estos tiempos, y comienza con la humillación, con llegar ante Dios a cara descubierta, y teniendo amor por nuestro prójimo, no juzgándolos, sino orando juntos, poniéndonos de acuerdo, para que nos rindamos juntos ante Dios, y de esa forma, su nombre sea glorificado. Si siento que no necesito la oración de otros, o el apoyo de otros, es hora de rendir mi orgullo en la presencia de Dios. Cuando nos acercamos ante su santidad, sólo podemos ver nuestras imperfecciones y asombrarnos por su maravillosa gracia derramada sobre mí. Para sanar nuestras vidas a tiempo, no podemos callar. Que Dios ponga en nosotros un amor incondicional hacia los demás, teniéndole a Él como modelo perfecto. Oremos al Señor presentando nuestras vidas en actitud de humildad y transparencia. Que seamos ministrados para ministrar a otros. Que su Espíritu Santo nos guíe a ver a los demás como a nosotros mismos y podamos ministrarnos y apoyarnos unos a otros para que juntos sigamos creciendo y madurando espiritualmente. Que en medio de la unidad del cuerpo se derrame su Espíritu de forma sobrenatural. El comienzo de este año me ha tenido meditando en donde me encuentro actualmente y hacia donde quiero dirigirme. Solo sé una cosa, no soy persona de hacer muchos planes a largo plazo, más bien a lo que quiero inmediatamente alcanzar. Antes solía ser más impulsiva, pero con los años he aprendido que no siempre es la mejor alternativa. Dios ha bendecido mi vida en gran manera, y aunque he tenido mis altas y mis bajas en la vida y en mi relación con Dios, Él siempre ha sido fiel y sus respuestas a mis oraciones, realizadas dentro de la limitación de mi conocimiento que se basa en el presente y mi pasado, han sido más de lo que hubiera imaginado, ya que Él da sus respuestas basado en el futuro porque lo conoce. Hoy miro hacia atrás y puedo ver que muchas cosas que he vivido nunca fueron planeadas, muchas cosas que sufrí eran inevitables para mi, pero en todas ellas, Dios me acompañó,Él me levantó. He entendido que sus planes son mejor para mi vida y me llenan de gozo y paz. Eso ha cambiado mi perspectiva y mis oraciones. En lo posible, trato de pedirle que sea Él quien trabaje mi agenda y que me muestre las citas y las tareas que la componen. Como toda agenda, hay días más cargados que otros, hay citas que esperas con ansias y hay otras con las qué hay que cumplir. Es una oración constante porque aún cuando Dios me muestra el camino, es fácil entretenerme en otras cosas y salirme de la ruta, pero su Espíritu Santo vuelve y me recuerda el propósito al que he sido llamada. Hay veces en que pienso que no puedo alcanzar lo que Dios pone delante de mí y es cierto, solo depende de Él. Cada obstáculo puede ser vencido con la fe, dominado por su gracia y conquistado con la humildad que nos lleva a postrarnos delante del que todo lo puede, todo lo conoce y en todo me ama. Que sea Dios quien trabaje tu agenda este año para que todos tus compromisos sean de bendición. Oremos al Señor dando gracias porque hasta aquí nos ha traído Él, asidos de su mano. Que podamos venir ante su presencia con actitud de humildad para que se glorifique en nuestras vidas y podamos seguir su voluntad y andar en las obras que preparó para nosotros de antemano y vivamos la vida abundante que compró para nosotros en la cruz. Desde que era niña comencé a escuchar sobre las tan mencionadas resoluciones de Año Nuevo. El recibir un nuevo año es percibido como una nueva oportunidad de vida y donde todo puede comenzar de nuevo. Es el tiempo de hacer borrón y cuenta nueva, y proponernos alcanzar aquello que siempre hemos anhelado pero no hemos podido palpar. Es también un tiempo frustrante cuando recuerdan todas las resoluciones que se hicieron al comenzar el año y a esta fecha no han podido hacerse realidad. Siempre en alguna medida, todos reflexionan sobre lo que vivieron durante el año que termina y todo lo que quieren que cambie para el año siguiente. Aquellos que alcanzaron sus metas, se proponen ser más ambiciosos para esta nueva oportunidad y aquellos que no las alcanzaron quizás ya no creen en hacer resoluciones porque se dieron por vencidos en el proceso. El 2020 fue un año que nos sorprendió a todos. El mundo no vivía una pandemia hacia muchos años y son muy pocos los que hoy día están vivos que pudieran contar sus experiencias. En Puerto Rico el año comenzó con un terremoto el 7 de enero y cambió nuestras vidas desde antes del encierro. Muchas cosas han cambiado, pero si algo Dios me ha mostrado y enseñado del 2019 a la fecha es que, no importa como estén las cosas en nuestro exterior, a nuestro alrededor, es esa paz que experimentamos en nuestro interior lo que nos lleva adelante, lo que nos permite actuar con sabiduría y estar anclados en medio de los vaivenes de la vida. El mundo nos ofrece paz en medio de la prosperidad económica, las reuniones y fiestas sociales, los placeres, las sustancias como el alcohol que adormecen nuestros problemas, y todos ellos fueron trastocados este año. ¿Cómo han vivido los que necesitan constante aprobación? ¿Cómo han vivido los que dependían de su trabajo para tener paz y por la pandemia lo han perdido? ¿Cómo han vivido los que no han podido reunirse socialmente? ¿Cómo han vivido los que viven cuidando su salud al extremo en medio de un ambiente de potencial contagio en todo lugar? ¿Cómo hemos podido vivir los que nos han movido el suelo? ¿Cómo han podido vivir los que encuentran su paz estando informados viendo noticias que no han sido nada alentadoras? Algo tengo por seguro, el mundo que se ha ido alejando de Dios va a seguir en decadencia. Todo se rige por el egoísmo, el deseo de poder, el oprimir a otros y el vivir tratando de obtener posesiones materiales, sin detenernos a cultivar relaciones familiares o de verdaderos amigos. Algo que nunca va a cambiar es Dios. Todo el mundo está bajo el control de sus manos. Él es el único que conoce el pasado, el futuro y nuestro presente. Él es el único que puede ofrecernos paz y verdaderamente cumplirlo. Soy testigo, aunque mucho me falta, de la Paz que Dios puede ofrecernos en medio de circunstancias difíciles y cómo nuestras prioridades se van alineando de acuerdo a su voluntad y dando la espalda al mundo, pero es entonces cuando lo que nos ataba en nuestros planes pasa a ser el mayor de nuestros anhelos y resoluciones. La mejor decisión que puedes tomar para este nuevo año es rendirte a los pies del Maestro, para que sea Él quien te dé paz y dirija tu vida por caminos inesperados pero mejor de lo que hayas soñado jamás. Quiero que su voluntad me siga guiando a mí y a mi familia. El que todo lo conoce y todo lo controla, es quien más me ama y dio su vida por mí. ¿Te has rendido a Él? ¿Has dejado que guíe tu vida? No tengo resoluciones ni planes concretos. Tengo unos anhelos que pongo en sus manos y permito que cambie según le plazca. Sigo leyendo su Palabra y orando para que me guíe a sus planes de bienestar para mi vida. Sus planes siempre se cumplen. Oremos al Señor dando gracias por la bendición que ha sido siempre en nuestra vida y que podamos rendirnos ante Él cada día para vivir en esas obras que preparó de antemano para que vivamos en ellas. Que podamos experimentar su paz en nuestro interior en este año en medio de todo lo que acontezca. Escuchaba en el noticiero ayer de una denuncia hecha por varios trabajadores salubristas sobre el manejo de la administración de la nueva vacuna para el COVID-19. Su alegación era que aunque se estableció un orden que determinaba los grupos a ser vacunados por prioridad, se había dado el caso de administrar vacunas a familiares y otras personas que no estaban en la lista de los primeros en recibirlas. Pensaba en que aunque haya un esquema determinado, la corrupción de los seres humanos afectan cualquier plan, por perfecto que parezca. El ideal del comunismo, el socialismo y la democracia, plantean soluciones muy viables para la administración de los gobiernos, pero es su implementación y su desarrollo, contaminados por la maldad del hombre, muy arraigada por el pecado, cambia por completo el resultado esperado. Ahora entiendo mejor y me asombro de la sabiduría y el amor de Dios para nosotros. Dios no dejo en manos de los hombres la salvación. Mostró a través del pacto de la ley que no podíamos, por más que nos esforzáramos, cumplir la ley, y ser imparciales con nuestro prójimo. En su amor incomprensible para nosotros y su divina gracia, Él tiene en sus manos nuestra salvación y es accesible a nosotros por medio de la fe, el creer en Jesucristo y su o es redentora. Es para mí un motivo de gran gozo, y sentimiento de seguridad el que todo dependa de Él. Su justicia no es comparable a lo que en este mundo entendemos por justicia y tenemos unas Escrituras que así lo confirman. Hemos estado viviendo tiempos difíciles y quizás nos hemos sentido faltos de justo en este mundo, pero nuestra justicia y nuestra salvación está segura ante todo. Está guardada en las manos de quien dio su vida por amor a ti y amor a mí. Si a aún no le conoces, es tiempo de encontrarte con Él. Si ya le tienes por Padre, rinde tu vida a Él a diario y vive gozoso por una salvación y tan Grande. Oremos a Dios presentando nuestras vidas en rendición ante su santidad y grandeza. Demos gracias por su salvación y su redención. Que podamos compartir con otros las nuevas de salvación guiados por su Espíritu Santo. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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