El sentido del olfato es uno muy importante en nuestras vidas. Comenzamos a detectar olores desde pequeños. Los bebés pueden detectar el olor de su madre entre el olor de otras personas. Cuando tenemos hambre el olor de la comida nos abre mas el apetito. Nuestro cerebro se va programando y guardando en memoria los olores que vamos aprendiendo y experimentando. Es un mecanismo de defendernos también, por ejemplo, si un alimento huele a podrido no lo ingerimos porque sabemos que nos va a caer mal.
¿Y los olores a perfumes o flores? Esos nos deleitan. Poder sentir el olor del perfume de la persona amada es un placer. Pero igual, puede traernos a la memoria una mala experiencia amorosa. Así que siendo nuestro olor algo que nos identifica y causa una impresión en otros, nos preocupamos por oler bien y gastamos dinero en cremas, perfumes, colonias, desodorantes, etc. Hasta juzgamos muchas veces a los que no huelen bien y los rechazamos. Pues la Biblia dice que somos el olor de Cristo aquí en la tierra. La gente debe oler a Cristo al acercarse a mi. Somos enviados con un mensaje, el mensaje de las buenas nuevas de salvación. ¿Pueden olerme y piensan en Cristo? Oremos para que Dios nos examine y nos ayude a agradarle llevando Su mensaje a otros.
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Piensa por un momento: ¿Qué ves cuando te miras en un espejo? ¿Te gusta mirarte por un rato, ó prefieres no mirarte?
Yo por ejemplo, depende de la hora del día o el estado de ánimo en que me encuentre. Hay días en que me veo hermosa, y decidida a todo. Hay otros, que me veo desanimada, cansada y no nuy atractiva. Dicen que los espejos nunca mienten...¿y entonces? La realidad es que el concepto que tenemos de nosotros mismos es lo que cambia. Quizás si aumentamos de peso no nos queremos ver mucho en el espejo, o si estamos deprimidos. Hay personas que se hablan a sí mismas frente a un espejo para darse ánimo. Hay quienes practican frente al espejo lo que quieren decirle a otros pero no tienen el valor suficiente. Así que, básicamente vemos en él lo que pensamos. La Biblia nos dice que Dios nos ve como a cara descubierta en un espejo. Él nos ve tal y como somos, no hay nada que esté oculto para Él. Conoce nuestras virtudes y defectos, nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Y aún así nos ama y nos va a ir transformando cada día y renovando nuestra mente para que nos vayamos pareciendo mas a Él. No encontramos rechazo de su parte, al contrario, nos vamos embelleciendo conforme a Su Gracia y Misericordia. Mírate en el espejo de Dios. Oremos para que busquemos mirarnos a través del espejo de Dios, buscándole por medio de la oración y su Palabra para ser transformados, para parecernos cada día mas a El. Recuerdo una canción que me gustaba que hablaba de que como mujer quería vivir lo suficiente para contarle a otras lo que había aprendido en la vida sobre los hombres: "Live to tell" de Madonna. Y así pensamos muchas veces y de esa misma forma criamos a nuestras hijas o aconsejamos amigas. Pensamos que las malas experiencias que hemos vivido no pueden pasar a la historia en vano y ellas deben utilizarse para fortalecer a nuestras hijas o a nuestras amigas para que no sufran lo que yo sufrí.
Pero lo real del caso es que estamos entonces relatando las historias incorrectas o tratando de fortalecer a una adolescente u otra mujer con la técnica errónea. El asunto no está en hablarle mal de los hombres a nadie, lo importante, y en lo que debemos invertir nuestro tiempo es en reforzar en esa mujer desde niña su valor para que tenga una buena autoestima y acepte quien la trate por lo que ella vale como persona y no tenga estándares bajos qie la lleven a tomar malas decisiones. debemos hablarle de la integridad y el papel de la mujer con el propósito que Dios la creó: como ayuda idónea para el hombre, y eso no le resta importancia ni valor. Dios también da instrucciones a los hombres de como deben tratar a las mujeres, y si ellas conocen Su Palabra conocerán como deben ser tratadas y no aceptar menos de eso. Por eso la Biblia nos dice que debemos hablarles en todo tiempo de el plan de Dios a nuestros hijos, reforzarles su valor, darles amor e instrucción. Vivamos para contar lo que realmente es y vale una mujer y esa mujer fortalecida en Dios, que conoce su valor tomará mejores decisiones. Oremos por nuestras hijas, y mujeres que conozcamos para que sean fortalecidos sus fundamentos en el Señor. Estamos en la generación donde lo que queremos y deseamos está tan accesible como un "click". Tenemos variedad de tiendas, centros comerciales y lo que aún no encuentres lo tienes al alcance de tus dedos (y mas barato) por internet. El dinero para obtener lo que queremos adquirir: ¡No es necesario! Para eso están las tarjetas de crédito, porque hoy día si no tienes crédito no eres nadie. La publicidad cada vez es mas creativa y mas real gracias a la tecnología. La imagen que aparentamos lo es todo, y si no reflejas abubdancia y lujos no has llegado a tener éxito en la vida. La vida de los "ricos y famosos" es nuestro modelo a seguir y las amistades las ganas con lo que tienes o puedes comprar.
Y así seguimos siendo llevados por la corriente, pensando que lo sabemos y lo controlamos todo, pero somos nosotros los que somos controlados como marionetas. Vemos una economía tambaleante y los centros comerciales llenos. Yo he vivido esas etapas de adicción a comprar, o de gastar para minimizar el stress de los problemas y la vida diaria. Yo sé lo que es acogerse a la ley de quiebra y perder mi crédito. Sé lo que es sentirse que estoy perdida sin un puntaje de crédito aceptable por la sociedad. Pero Dios que es rico en misericordia y me amó primero ha ido restaurando mi vida, cambiando prioridades y abriendo mis ojos para disfrutar de la verdadera libertad que sólo Él puede dar. Mi provisión viene de Él al igual que mi valor. Ahora puedo entender que la mejor inversión es el irle conociendo para adquirirde Su sabiduría, donde como en una cuenta de ahorros vamos depositando sus promesas y Su Palabra para cuando llegan las crisis a nuestra vida hacer retiros de fe y seguir sintiendo paz, sentirnos protegidos en Él y con la esperanza de que nuestro futuro está en Sus manos y está planificado desde antes de yo nacer. Oremos para que Dios vaya revelando a nuestras vidas cuáles son nuestras prioridades y vaya transformando nuestro entendimiento a Su plan divino y a lo que hemos sido llamados. Oremos por las personas que se encuentran atadas a la corriente que este mundo desea que sigamos y encuentren libertad en Dios. ¿Te has encontrado en la situación donde el espacio donde vas pasando es estrecho y sólo puede pasar una persona? A veces vamos por una calle que tiene tránsito en ambas direcciones y dos vehículos se encuentran de frente y ninguno quiere retroceder o moverse a un lado. Lo he visto con frecuencia. Esto logra como resultado que ninguno pueda trasladarse a su destino, pierdan tiempo y termjnen hasta malhumorados. En este dilema, uno de los dos tiene que ceder. No hay otra salida. Es una solución simple pero que requiere dejar el orgullo y los derechos a un lado teniendo nuestra meta, en este caso, nuestro destino como lo mas importante.
Esta misma situación la llevamos a nuestro diario vivir en como manejamos nuestras relaciones con los que están alrededor nuestro y hasta con Dios. Podemos ser obstinados y decidir por nosotros primeramente, ó en otras palabras, ser egoístas. Pero eso no va a lograr una buena y sana relación, sea amistad, familia o matrimonio. La Biblia nos manda a ver a los demás como superiores a noaotros mismos, y no es para menospreciarnos, es un consejo sabio que nos trae paz. A veces nos quedamos atascados espiritualmente hablando porque no estamos de acuerdo con Dios en algún asunto. Debemos ceder y reconocer que Él sabe lo que es mejor para nosotros, sea para disciplinarnos o para darnos algo mejor. Dios quiere movernos de donde nos encontramos y llevarnos a otros niveles de crecimiento espiritual. La humidad siempr nos va a abrir puertas, mientras que el egoísmo nos aisla. Oremos para que Dios nos muestre en qué área de nuestra vida debemos ser mas humides y menos egoístas. Desde que era una niña me encantaba la playa. Mi familia visitaba la playa de Boquerón en los veranos y en las vacaciones de Navidad. Tuve una experiencia que me asustó mucho porque no sabía nadar y jugando en el mar nos alejamos un poco de la orilla y pensé que me ahogaría. Eso hizo que entonces por varios años me pasara solo muy cerca de la orilla debido al temor que tenía. Con los años fui soltando el miedo y fui aprendiendo a nadar y ya puedo disfrutar más confiadamente un día de playa.
Nuestra vida cristiana y nuestra relación con Dios funciona de la misma manera que la playa. Hay personas que solo van a la playa y no entran al mar, solo miran desde la orilla. Hay otros que solo mojan sus pies al caminar por la arena. Algunos entran al agua pero permanecen a una corta distancia de la orilla. Pero, están aquellos que saben nadar y disfrutan de la playa en su totalidad sumergiéndose en un área mas profunda y relajan sus cuerpos en el agua salada. Podemos ser personas que han escuchado de Dios, del sacrificio de su Hijo Jesucristo en la cruz y le ven de lejos. Podemos visitar una iglesia y escuchar Palabra, asistir a alguna actividad religiosa pero no entregar nuestro corazón y vivir nuestras vidas sin ningún impacto de Dios en ellas. Quizás somos el tipo de persona que ha tenido un encuentro personal con Dios y le ha entregado su corazón pero no alimenta, y no buscar fortalecer su relación íntima con Dios, y es como aquél que disfruta el mar adentro pero cercano a la orilla. Pero somos bendecidos y bienaventurados si somos como aquéllos que van a las profundidades y nos dejamos guiar por Su Espíritu Santo. Cultivamos una relación personal con el Señor y Él nos va llevando de gloria en gloria, atravesando el quebranto para llevarnos a sus profundidades. ¿Qué tipo de persona eres tu? ¿Cuán profundo quieres llegar? Oremos para que seamos sensibles a la voz de Dios y nos rindamos a Sus pies para que nos lleve a experimentar sus profundidades. Despertarse de un sueño con el sonido de la alarma, y se siente la cama tan cómoda y el cuarto a poca luz...en ese momento solo queremos apagar la alarma y seguir durmiendo. A veces estamos tan dormidos que ni la alarma escuchamos. Entonces viene a mi mente un viejo refrán que escuchaba desde niña: "Al que madruga, Dios lo ayuda."
Me gustan las mañanas muy temprano cuando todo a mi alrededor se percibe en tranquilidad. Cada mañana es un nuevo día para comenzar de nuevo, para darnos segundas y terceras oportunidades. En la Biblia vemos en muchos pasajes que relata que muy temprano en la mañana hicieron muchas cosas o se reunieron o se prepararon para la batalla. Esto me llamó la atención. Madrugar o levantarse temprano no es tan solo un hábito cotidiano de los que trabajamos o estudian, podemos llevarlo a nuestra vida espiritual. ¿Estoy temprano para las tareas que el Señor tiene para mi? Si Dios me está llamando a servirle, lo estoy dejando para después o temprano obedezco Su voluntad? ¿Aprovecho mi tiempo sabiamente? En la vida tenemos sueños y anhelos por los que tenemos que trabajar y luchar. Debo comenzar mi gestión para alcanzarlos temprano, no cuando ya sea demasiado tarde. Dios creó las cosas en perfección y nos dió el día para trabajar y luego la noche para descansar. Cada día trae su propio afán. Oremos para que reconozcamos en que cosas estamos tarde y debemos madrugar para alcanzarlas. Demos las primicias de nuestros días y nuestra vida al Señor. Es que... no se porqué me ocurren estas cosas. No es justo, ¿porqué me calumnian? Si yo no hago mal a nadie, ¿por qué me pagan con mal? ¿Dónde está la justicia?......
Así nos hemos sentido, o al menos yo. En estos días he pasado por una situación donde hablaron mal de mí para hacerme daño. Sufrí coraje, no entendía, oré, clamé, leí Su Palabra buscando paz. No me desesperé, pero sí quería entender. ¿Porqué no es justo? A veces he escuchado personas que dicen que no entienden la justicia de Dios. ¿Saben qué? Este es un mundo caído, corrompido por el pecado. Jesucristo mismo nos dijo que en este mundo tendríamos aflicción pero que confiáramos en Él. A veces hablamos de justicia pero, nos dejamos llevar por el término y la definición de justicia que nos ha enseñado el mundo, la democracia, y no la vemos como Dios la ve. La justicia de Dios es perfecta aunque no se parezca a nuestra definición. Prefiero la justicia de Dios. ¿Es justo ante nuestros ojos que Jesús haya muerto en la cruz en lugar nuestro? ¿Es justo que Dios nos amó aún cuando lo despreciábamos? ¿Es justo que después de sacrificar a su único Hijo nosotros sigamos pecando, sigamos viviendo vidas que no siempre lo honren a Él? Porque según la justicia de este mundo nadie inocente debe pagar por las faltas de otro, y nadie que sea bueno debe recibir mal trato. Confío que todo es parte del plan de Dios y que estas situaciones Él las utiliza para moldear nueatro carácter y cada día reflejarlo mas a Él. Le necesitamos en nuestra vida. La victoria ya Él la ganó. Oremos para que Dios nos guíe en situaciones difíciles y que seamos agradecidos por Su Gracia y Misericordia. Somos bendecidos de que en nuestro país no hay necesidad de alimentos, sino que al contrario, tenemos disponible en exceso y los desperdiciamos de igual forma. Podemos aún escoger entre una gran variedad y podemos darnos el lujo de decidir que nos gusta y que no. Podemos darle gusto a nuestro paladar decidiendo que apetecemos el día de hoy y que no. Nuestro menú y nuestras opciones son extensos.
Pero si hay algo muy cierto y es que sin tener hambre es muy difícil comer y se nos hace mas difícil aceptar lo que tenemos a nuestra disposición. Cuando tenemos mucha hambre todo sabe mejor, y estamos dispuestos a comer cosas que normalmente no escogeríamos. Así es nuestra vida espiritual. Debemos tener hambre por las cosas de Dios o las pasamos por alto. Peor aún, nos comportamos como cuando examinamos el menú de un restaurante y descartamos algunas cosas y escogemo otras. Cuando no tenemos hambre de Su presencia, de Su Palabra, de rendirle adoración podemos escoger lo que nos gusta del evangelio y descartamos lo que nos cuesta. Por eso vemos muchas personas viviendo su vida espiritual al mínimo posible. Sólo los que tienen hambre pueden ser saciados. Dios lo promete en Su Palabra y Él es una fuente inagotable. Alimentémonos con lo que nos saciará por la eternidad. Oremos para que Dios coloque en nosotros hambre insaciable por Su Palabra, por la oración para estar en comunión con Él, por brindarle adoración. Oremos para que sea contagioso a los que estén a nuestro alrededor. Seamos canal de bendición para los que tienen hambre física y espíritual. Recuerdo las ocurrencias que mi niño me decía cuando era mas pequeño, como 4 añitos. Un día fue con su papá a las tiendas y quiso que le compraran un juguete. Su papá le contestó: "no tengo dinero". Luego cuando llegó a casa me dice: "Papi me dijo mentiras. Él dijo que no tenía dinero pero compró varias cosas en la tienda, ¡pues sí tenía!
Muchas veces nos acostumbramos a decir mentiras que por no ser para algo serio, las vemos "normales". Para un niño todo lo que escucha lo evalúa de forma literal. Ellos no piensan que hay un mensaje oculto o una historia mas allá de lo que le dijimos. En el caso de la experiencia de mi niño con su papá en la tienda, él debió explicarle que iba a comprar otras cosas necesarias y que no siempre que una va a una tienda hay que comprarle algo. Cosas así de simples le van enseñando a nuestros niños que la mentira es algo cotidiano y les va creando también desconfianza por las cosas que les decimos luego. Y así tan simple vamos perdiendo la inocencia y comenzamos a desconfiar de la gente. Y sí debemos ser cautelosos porque no todo el mundo se nos acerca com buenas intenciones, pero pasamos a veces naturalmente al punto de juzgar las personas por lo que creemos que son o por lo que vemos. Nosotras mismas las mujeres complicamos muchas veces las cosas al hablar y queremos que los hombres nos entiendan, y ésto aplica tanto a esposos, como hijos o hermanos. Les decimos que estamos bien, y ellos lo toman literal (como los niños) cuando en realidad no lo estamos. Pretendemos que ellos lean el mensaje oculto detrás de nuestras palabras, y por mas que nos amen, no somos siempre fáciles de descifrar. Esta costumbre de no hablar las cosas clara y con sinceridad, con transparencia, lo que nos trae es una mala comunicación y desilusiones porque sufrimos del síndrome "es que no me entienden". Nuestra comunicación debe ser comunicando la verdad ante todo, sencilla sin complicaciones, sin juzgar premeditadamente a la otra persona, y confiando en el Señor que sea el que nos guíe en toda circunstancia. A nuestros niños debemos enseñarles la integridad con nuestros actos, porque eso es lo que grabarán y no nuestras palabras. Que lo que comuniquemos a otros sea verdadero y sólo con el mensaje oculto del evangelio que vive en nosotros y queremos dar a conocer. Oremos para que Dios nos muestre costumbre erróneas que damos por sentado. Que reflejemos a otros Su verdad y su amor . |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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