Somos bendecidos de que en nuestro país no hay necesidad de alimentos, sino que al contrario, tenemos disponible en exceso y los desperdiciamos de igual forma. Podemos aún escoger entre una gran variedad y podemos darnos el lujo de decidir que nos gusta y que no. Podemos darle gusto a nuestro paladar decidiendo que apetecemos el día de hoy y que no. Nuestro menú y nuestras opciones son extensos.
Pero si hay algo muy cierto y es que sin tener hambre es muy difícil comer y se nos hace mas difícil aceptar lo que tenemos a nuestra disposición. Cuando tenemos mucha hambre todo sabe mejor, y estamos dispuestos a comer cosas que normalmente no escogeríamos. Así es nuestra vida espiritual. Debemos tener hambre por las cosas de Dios o las pasamos por alto. Peor aún, nos comportamos como cuando examinamos el menú de un restaurante y descartamos algunas cosas y escogemo otras. Cuando no tenemos hambre de Su presencia, de Su Palabra, de rendirle adoración podemos escoger lo que nos gusta del evangelio y descartamos lo que nos cuesta. Por eso vemos muchas personas viviendo su vida espiritual al mínimo posible. Sólo los que tienen hambre pueden ser saciados. Dios lo promete en Su Palabra y Él es una fuente inagotable. Alimentémonos con lo que nos saciará por la eternidad. Oremos para que Dios coloque en nosotros hambre insaciable por Su Palabra, por la oración para estar en comunión con Él, por brindarle adoración. Oremos para que sea contagioso a los que estén a nuestro alrededor. Seamos canal de bendición para los que tienen hambre física y espíritual.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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