Nunca falta quien venga a criticarte sin brindarte ayuda. Nunca falta quien te menosprecie porque no conozca quien realmente es. Nunca falta quien quiera hablar mal de ti, aún cuando no hayas hecho nada malo que los haga hablar. Nunca falta esa persona de la que esperas mucho pero no te da nada. Nunca falta alguien que esperas que te ame y te obsequie una traición. Nunca falta alguien que te excluya de sus actividades porque no te comportas como los que aparentemente se están diviertiendo. ¡Bienvenido a la realidad! Vivimos en un mundo corrompido por el pecado, donde el hombre le falló a Dios. ¡Cuánto más nos fallarán a nosotros! A veces es difícil entender el amor de Dios y su misericordia para personas que no le amaron, y que aún diciendo conocerle y amarle le fallan a diario. Más difícil aún es pensar que el Señor delegue en nosotros que amemos a los demás como Él nos ha amado. Hemos sido llamados a salvación y nos envió a llevar testimonio de su obra en nuestras vidas, y que más obvio, e indiscutible, el que podamos amar como Él amó. Eso implica dejar atrás todo lo que desde pequeños hemos aprendido, y lo que nuestra carne nos impulsa a responder. Quedarse callado ante una calumnia, ante un insulto, no es algo que fluye naturalmente en nosotros, pero es algo que el Espíritu Santo provoca en nosotros. Como hijos de Dios debemos ser imitadores de Él, pero este mundo nos enseña a buscar y anhelar la justicia, implicando que no soportemos nada que creamos injusto. Pero, ¿quién define la justicia? Prefiero la justicia de Dios que la de los hombres. Dios muestra su misericordia amándonos cuando aún éramos pecadores, cuando no le buscábamos. Ante una salvación tan grande e inmerecida, ser obediente es lo menos que debe fluír en mí. Mis derechos, y mi sed de justicia o aprobación quedan en un segundo plano porque no concuerdan con el plan de Dios para mi vida. Que nunca falte un cristiano que ejerza la templanza y la mansedumbre cerca de donde yo esté. Que nunca falte quien se preocupe por las necesidades de otros donde yo me encuentre. Que nunca falte quien lleve la Palabra de Dios a los que no la conocen a mi alrededor. Que nunca falte quien pueda hablar y mostrar el amor de Dios a las personas difíciles con quien yo trato. Que no falte quien ore por las personas que no me inviten y me rechacen por ser cristiano. Oremos para que Dios nos pueda usar para testimonio de Él. Que pueda ser yo útil para el Reino donde yo me encuentre dejando en sus manos los que nos tratan como no esperamos, no deseándoles mal, sino bendiciéndolos.
0 Comments
Estábamos anoche mi esposo y yo trabajando con unos documentos y al imprimirlos, uno de ellos generó un error, lo que impidió que el resto de los documentos imprimiera. Para poder continuar cancelé la impresión del documento con el error, y envié nuevamente el resto de los documentos a imprimir, sin obtener resultado alguno. Cuando vuelvo a verificar en los documentos pendientes, todavía se encontraba en la lista el documento del error tratando de borrarse, y deteniendo los demás documentos para imprimirse. Algo parecido nos ocurre con las heridas que llevamos cuando no hemos pasado por el proceso de sanación. Nos dejamos llevar por lo que hemos escuchado desde pequeños sobre que el tiempo es el que sana las heridas. En mi experiencia, no sólo no sanan, sino que se vuelven más difíciles de trabajar. Ocurre con ellas como con el archivo de error, creemos que ya hemos sanado porque hemos decidido enviar todo al olvido, pero están realmente todavía muy presentes y nos causan tropiezos en nuestras relaciones con las demás personas, y en nuestra relación con Dios. Todas estas situaciones sin trabajar, detienen el sentir paz, que sintamos gozo, y que podamos amar sinceramente a nuestro prójimo. No es tarea fácil perdonar y poner todo en manos de la justicia de Dios, por eso Él mismo es nuestra ayuda. Sin su poder sanador y restaurador, no podemos alcanzar ese nivel de madurez espiritual, y el deleitarnos en su presencia por lo que Él es y no por mis circunstancias. A fin de cuentas, para resolver el problema, le di un re-encender a la computadora y desconectamos la impresora al mismo tiempo para que volvieran a conectarse y el archivo desapareciera. Así también nosotros debemos volver a conectarnos con Jesús, y dejar atrás las enseñanzas que nos deja el mundo como lo son la sed de venganza, los odios, y el guardar rencor y amarguras. Debemos volver a los pies del maestro, quien vino a sanar las heridas y los corazones quebtantados, y como dice Pablo, ciertamente dejando atrás el pasado y fijando los ojos en la meta. Si no decido sanar, el tiempo va a ir corriendo en mi contra. Oremos a nuestro Padre celestial para que nos muestre que heridas llevamos por dentro que nos detienen en nuestro caminar con Él. Que podamos rendirnos para ser sanados y poder recibir las bendiciones que nos rodean. He tenido, ya hace algún tiempo, una petición especial delante del Señor y es que Él sea el centro de mi hogar, y todo allí gire en torno a Él y para Él. Le pido que otros puedan percibir que es un hogar donde Dios habita. Hay otra petición especial o un anhelo de mi corazón que también le he presentado a mi Padre celestial, y es que quiero servirle, y que me use para ayudar al Reino de Dios y otras vidas puedan ser impactadas. Justo ayer hablábamos del poder de la oración y de cómo Dios en su misericordia y gracia nos escucha. DIOS HA ESCUCHADO MIS PETICIONES. Dios nos escucha siempre, pero Él tiene un modo de obrar que nosotros no entendemos en muchas ocasiones, o lo asimilamos mas tarde. Ante ambas peticiones, lo que encontré en mi caminar fueron muchas pruebas. Tuve que enfrentar injusticias, calumnias, problemas y se afectó un poco mi salud. Fue entonces cuando Dios comenzó a hablarme a través de Su Palabra, por medio de mensajes y predicaciones, y cánticos. Todo comienza por mi corazón. Dios debe cambiarme a mi primero para que haya un cambio en mi hogar. Al ser mi petición, la transformación comienza conmigo. Eventualmente, va ha ocurrir cambios en mis hijos y en mi esposo. Para tener un hogar poderosamente cimentado en el Señor, Él debe ser nuestra prioridad. Para que sea el centro de nuestra casa, debe ser primero el centro de nuestras vidas. En mi anhelo por ser un instrumento de servicio, hay que quitarme del medio para que Él pueda obrar. No puedo servir en su nombre si mi "yo" estorba, si en mí hay egoísmo o no estoy dispuesta a cederle toda la gloria a Él. Queremos ver y experimentar el poder de Dios en nuestras vidas, muchas veces de forma milagrosa, donde Él venga y mueva las cosas de lugar y tome el control. Y Dios sostiene todas las cosas, no pierde nun a el control y tiene todo el poder de hacerlo, pero Él anhela perfeccionarnos hasta que Él venga. Para poder ver cambios, algo en mí debe rendirse. Voy a ver el poder de Dios obrar en mi vida y en mi hogar cuando pueda reconocer que no son mis méritos, ni mis habilidades los que trabajan, aunque todos ellos me los dio el Señor. Necesito saber que dependo totalmente de Él, que mi recompensa no es terrenal, y que todo lo bueno que ocurra le glorifica a Él. Los cambios comienzan en mi interior. Oremos al Señor presentándole qué áreas de mi vida necesitan cambiar y que nos muestre qué debemos rendir, qué debe morir en nosotros cada día para poder glorificarle a través de nuestras vidas. ¿Le damos a la oración la importancia que merece? ¿Creemos realmente que Dios nos escucha, o lo hacemos por costumbre? Recuerdo siempre cuando mi hijo era pequeño, quizás unos cinco años, y había entendido realmente el poder de la oración. Cada vez que veía a alguien enfermo, antes que tomara cualquier medicina, él lo resolvía orando. Oraba por todos en la familia y para sus cosas de la escuela, o cosas que él quería. Creía fielmente que si oraba por alguien, éste sanaría. Según no arrancaba el carro antes de que nos pusiéramos los cinturones de seguridad (cosa que aprendieron desde bebés), no comenzábamos a comer sin orar. No importa el lugar donde estuviéramos, nos tomábamos de las manos para orar. Lamento decirles que no estamos haciendo esta práctica en estos días. ¿Será que nos volvemos rutinarios, o que se nos olvida lo que es para nosotros la oración? No sólo es importante nuestro tiempo a solas con Dios para orar, sino el hacerlo junto a nuestra familia, y en cualquier lugar que sea necesario. Aún tenemos la bendición de que podemos orar en lugares públicos sin sanción alguna. Podemos bendecir a otros orando por ellos. La oración es gratis, y aunque lo que pidamos orando no lo recibamos, siempre seremos bendecidos en la presencia de Dios. Y es que olvidamos el privilegio tan grande e inmerecido de que el Dios creador de los cielos y la tierra nos escuche. Se nos hace difícil muchas veces que personas que amamos nos escuchen con paciencia, y sin embargo, Dios con toda su majestad, por medio de su misericordia nos permite llegar directamente ante su trono por la sangre de Jesucristo, y nos escucha. Podemos ir ante Él con transparencia y encontrar descanso allí. Por medio de la oración podemos buscar dirección para nuestras vidas o simplemente deleitarnos en el silencio donde Él aquieta nuestras almas y nos muestra su amor. Es en la oración que ganamos batallas y recuperamos nuevas fuerzas. Sin la oración nos secamos en nuestra vida espiritual. Tengamos como importante no sólo orar solos, sino unirnos espiritualmente con otros orando. Oremos al Dios Padre junto a alguien que tengamos cerca. Que nos dé fuerzas para no desmayar ni desanimarnos y decaiga nuestro tiempo de oración. Que podamos entender el gran tesoro que tenemos cuando oramos y podamos derramar poder de Dios sobre otras vidas al llegar en oración hasta su presencia. Me iba a dar un baño anoche y al abrir la llave del agua escuché algo como una explosión. Al parecer era el tomacorrientes donde está conectado el calentador del agua. Le avisé a mi esposo, quien trabaja con electricidad a diario en su trabajo, y él fue a revisarlo. Mientras buscaba donde estaba el problema, yo le decía que tuviera cuidado. Yo sé que él sabe de esas cosas, pero en ocasiones, como trabaja con cables a diario, le pierden un poco el miedo a un accidente, y lo he visto trabajar en cosas en la casa mientras los cables tienen corriente. A mi también me sucede. En mi trabajo en el laboratorio, cuando uno comienza, le tiene temor a contagiarse o contaminarse con todo lo que tenemos allí, pero según pasan los años, a veces uno vé todo tan normal que hasta puede hacer algo sencillo sin guantes en un momento dado. Nuestra vida espiritual no se encuentra muy lejos de esta realidad. Al convertirnos al Señor pasamos a una vida nueva donde el pecado ya no reina en nuestro cuerpo terrenal, pero estamos expuestos, y somos tentados todo el tiempo a pecar. Tenemos ahora un Espíritu Santo que nos advierte y nos da la salida ante las tentaciones. Pero cuando decidimos exponernos, cada vez lo vamos a ver mas normal, menos peligroso tal vez. Este mundo está muy corrompido por la maldad y el pecado y si no nos dedicamos a crecer en el estudio de la Palabra y la oración, podemos llegar a aceptar lo que el mundo nos presenta como normal, como algo aceptable en nuestras vidas, le vamos perdiendo el temor, nos vamos protegiendo menos. El pecado nos conquista primero, y nos hace verlo como agradable, y posible ante el estilo de vida que llevamos. Por eso es importante el compañerismo con hermanos en la fe que nos ayuden y nos apoyen a caminar esta nueva vida. Debemos tomar todas las precauciones necesarias y no confiarnos demasiado. No podemos dejar pasar nada por alto, o lo vamos a ir asimilando. Dios quiere obediencia de nuestra parte. No nos arriesguemos al peligro, antes resistid. Oremos presentando al Señor las áreas de nuestra vida que están expuestas sin protección para caer ante una tentación. Debemos tener precaución, y que nos haga sensibles a la voz de su Espíritu para poder resistir y darle gloria a Él por guardar nuestras vidas de la esclavitud del pecado. Ayer cuando salimos del trabajo fuimos con los nenes a realizar unas diligencias y se hizo un poco tarde. Necesitaba ir al supermercado para suplirme de lo que necesitaba para preparar la cena. Como ya era mas tarde de la hora acostumbrada, decidí comprar pan, un pollo asado, y varias cosas adicionales. Entonces ya otro había cocinado para mí, y yo solo llegué a preparar sandwiches de pollo asado. Básicamente yo sólo acomodé los ingredientes ya preparados, y tuvimos una cena saludable sin tener que cocinar. Me vino a la mente el pasaje con que comienzo esta lectura. Dios ya nos proveyó su Palabra, la cual necesitamos para nuestro alimento espiritual y tener crecimiento. Él lo hizo todo. Hasta nos dio por escrito todos sus mandatos, sus proezas, sus promesas. Al menos en el lado del mundo que vivimos la tenemos accesible, y en el idioma de preferencia. Dios ha protegido su palabra a través de los tiempos para mantenerla pura. Pero no sólo es para nosotros. Los que hemos creído en Jesús como salvador de nuestras vidas tenemos la responsabilidad de presentar el evangelio a otros. Al igual que yo solo presenté la cena, nosotros los cristianos debemos presentar la Palabra que Dios nos proveyó a los demás. Es cuando le tomamos ese amor especial a la Biblia, y esa sed por escudriñar sus pasajes, que entendemos cuán vital es para nuestras vidas. Es ahí donde entendemos la importancia que tiene el que otros puedan conocerla. Mientras más importante sea en nuestras vidas, mas pasión tendremos por hablar de ella. No sólo de pan vivirá el hombre. Es día de compartir el alimento espiritual. Oremos al Señor dando gracias por habernos regalado su Palabra junto a su Gracia y Misericordia. Que ponga en nosotros una pasión fuerte por llevar su Palabra a otros. Mr gusta ir a una tienda que abrió este año en Puerto Rico donde sus productos de belleza son manufacturados de forma natural y con un cuidado a mano, no por máquinas. Allí encuentras jabones, para cuidar la piel y el cabello, cremas que restauran y mantienen humectada tu piel, y mascarillas para el rostro, entre otras cosas. En mi última visita me quedé observando el área de las mascarillas y había de varios colores, olores, y cada una para un uso diferente. Había para piel grasosa, para piel seca, otras su acción es de aromaterapia y según el olor puede reducir el stress, entre otros tipos más que pude observar. La especialista se acercó y me explicó su variedad y llegó a encontrar una que cubría mi necesidad. Aunque todas eran mascarillas, actuaban de maneras diferentes. De esa manera Dios trabaja con nosotros. Él nos creó con una individualidad que nos hace muy diferentes los unos de los otros, pero tenemos todos la misma necesidad básica: estamos perdidos sin un salvador que nos rescate del pecado y del camino al infierno. La necesidad básica de una mascarilla es darnos una piel saludable. La necesidad básica de nosotros es el poder acercarnos a Dios. En su amor y misericordia ya el Señor hizo provisión para nuestra salvación, acercándonos a Él por medio de la fe. Pero a diario tenemos necesidades y situaciones físicas, emocionales y espirituales. También hay provisión para cada problema, cada situación, cuando necesitamos dirección porque no conocemos el camino que debemos seguir, en fin, en la Biblia podemos encontrar una Palabra para cada momento que estemos viviendo, sea para expresar gozo o angustia. Dios nos provee consejos para las finanzas, para la familia, para como relacionarnos a nuestro entorno, como criar nuestros hijos, como sanar y como adorarle. Cada uno de nosotros ha vivido experiencias diferentes y requerimos acciones diferentes para lograr nuestra restauración. Dios trabaja con nosotros individualmente y nos escucha a cada uno. Él nos da una vida nueva, una esperanza y una fe. Oremos al Señor para presentarle nuestras necesidades, sean físicas o intangibles. Que podamos tener sed por su Palabra para encontrar en ella el consejo apropiado y a tiempo para todas nuestras situaciones. Usemos la mascarilla apropiada. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |