¿Le damos a la oración la importancia que merece? ¿Creemos realmente que Dios nos escucha, o lo hacemos por costumbre? Recuerdo siempre cuando mi hijo era pequeño, quizás unos cinco años, y había entendido realmente el poder de la oración. Cada vez que veía a alguien enfermo, antes que tomara cualquier medicina, él lo resolvía orando. Oraba por todos en la familia y para sus cosas de la escuela, o cosas que él quería. Creía fielmente que si oraba por alguien, éste sanaría. Según no arrancaba el carro antes de que nos pusiéramos los cinturones de seguridad (cosa que aprendieron desde bebés), no comenzábamos a comer sin orar. No importa el lugar donde estuviéramos, nos tomábamos de las manos para orar. Lamento decirles que no estamos haciendo esta práctica en estos días. ¿Será que nos volvemos rutinarios, o que se nos olvida lo que es para nosotros la oración? No sólo es importante nuestro tiempo a solas con Dios para orar, sino el hacerlo junto a nuestra familia, y en cualquier lugar que sea necesario. Aún tenemos la bendición de que podemos orar en lugares públicos sin sanción alguna. Podemos bendecir a otros orando por ellos. La oración es gratis, y aunque lo que pidamos orando no lo recibamos, siempre seremos bendecidos en la presencia de Dios. Y es que olvidamos el privilegio tan grande e inmerecido de que el Dios creador de los cielos y la tierra nos escuche. Se nos hace difícil muchas veces que personas que amamos nos escuchen con paciencia, y sin embargo, Dios con toda su majestad, por medio de su misericordia nos permite llegar directamente ante su trono por la sangre de Jesucristo, y nos escucha. Podemos ir ante Él con transparencia y encontrar descanso allí. Por medio de la oración podemos buscar dirección para nuestras vidas o simplemente deleitarnos en el silencio donde Él aquieta nuestras almas y nos muestra su amor. Es en la oración que ganamos batallas y recuperamos nuevas fuerzas. Sin la oración nos secamos en nuestra vida espiritual. Tengamos como importante no sólo orar solos, sino unirnos espiritualmente con otros orando. Oremos al Dios Padre junto a alguien que tengamos cerca. Que nos dé fuerzas para no desmayar ni desanimarnos y decaiga nuestro tiempo de oración. Que podamos entender el gran tesoro que tenemos cuando oramos y podamos derramar poder de Dios sobre otras vidas al llegar en oración hasta su presencia.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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