El viernes pensé que tenía todo el laboratorio bajo control como a eso de las diez de la mañana. La tecnóloga que entra al abrir el laboratorio tuvo un percance y no podía llegar a trabajar, así que tuve que cubrirla, estando yo sola en el área de procesar las muestras por unas horas mientras llegaba el resto de personal. Me organicé y realicé mis tareas con gran rapidez, a pesar de la gran cantidad de pacientes que se habían atendido. Y entonces...¿les ha pasado que llega el elemento sorpresa? Pues a mí me llegó. El instrumento que dejé para el final, me produjo redundantemente, un final inesperado. Había preparado la máquina, le había procesado los controles y las primeras muestras y cuando fui a seguir el proceso, comenzó la computadora del instrumento a escribir alertas diversas, y una detrás de la otra. Hice lo que muchas veces me resuelve, que es lo más complicado del mundo: la apagué y al encendí de nuevo (de verdad). Al parecer no resolvió el problema está vez. Así que tuve que llamar a los ingenieros de servicio porque ya era un problema fuera de mi alcance. Por su experiencia y conocimiento me dijo que era una pieza que se había dañado. Él podía cambiarla pero se encontraba llegando a otro laboratorio a varios pueblos de distancia y llegaría casi a la hora de cerrar. Se comunicó con otros técnicos, y encontró uno que se encontraba como a 2 horas de distancia. Viendo así el panorama, me indicó que podía guiarme por teléfono para cambiarla, ya que la tenía en mi inventario de reemplazos. Dudé por un momento, pensando que quizás no podría tener éxito en esa mecánica, pero para no atrasar las muestras, accedí. Me dijo cuál era la pieza, y me dijo que buscará el manual de instrucciones de equipo porque allí había fotos de cómo hacerlo, para que tuviera una idea visual de lo que me indicaría. Luego me dijo cuál herramientas debía usar. Estuvo guiándome y yo mecaneando hasta que logré cambiarla, y todo trabajó de maravilla. Pensaba luego en esto al terminar mi jornada de trabajo, cuando pude ver la relación con mi vida espiritual. Muchas veces creo que tengo todo en mi vida bajo control, por mis fuerzas y mi conocimiento y me sorprenden situaciones que me resultan difíciles de lidiar. Pero Dios siempre está ahí. Solo debo acercarme y confiarle mi situación. Ya Él me dio la Biblia como mi manual de instrucciones y allí está descrito todo lo que necesito para resolver. Pero Él en su misericordia también me habla, por medio de su Espíritu Santo y me va guiando. Todas las cosas Él las puede resolver con tan solo su Palabra, pero hay cosas que Él va a querer que yo las trabaje asida de su mano, para poder crecer y para que aprenda a dejarle todo el control, porque a la larga, ya es Suyo, pero en ocasiones se nos olvida. Las herramientas Él en su amor también me las provee a través de hermanos en la fe, estudios y predicaciones y otros recursos que encuentro al congregarme. No importa que no sepamos de mecánica, el Maestro nos guiará. Oremos al Señor rindiendo nuestra voluntad y nuestro "control" para que podamos confiar en que Él hará. Que el saber que Él nunca nos deja sea motivo de gran gozo y entendamos que ya Él nos dio la victoria.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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