Mi esposo y yo venimos de crianzas muy diferentes. Él siendo unos años mayor que yo y viviendo en lugares muy diferentes, crecimos viendo el mundo de maneras muy distintas. Él se crió siendo uno de once hijos, mientras que yo sólo tuve una hermana. Él jugaba en la calle, trepaba árboles, corría bicicleta en cuestas, y se relacionaba con los otros muchachos del barrio, mientras que yo jugaba con las muñecas y veía muñequitos en la televisión, ya que no me dejaban jugar afuera, a menos que fuera en el patio de la casa. Tuve muchísimos juguetes y antojos, ya que mi mamá trabajaba en una tienda por departamentos. Él tuvo sus juguetes, pero no eran su mayor diversión. Así que cuando hablamos de cosas de nuestra niñez, él siempre me dice este conocido refrán: "Tú tuviste juguetes, pero no tuviste infancia", refiriéndose a que aún teniéndolo todo, no disfruté de una niñez a plenitud. Nos pasa así en la vida. Las ofertas a través de las redes sociales, la televisión y los medios de comunicación nos hacen sentir una necesidad por las cosas materiales, que en la mayoría de las veces es desmedida, y en nada nos proveerán la felicidad. Podemos estar rodeados de los mayores lujos, y de muchas personas, y tener una vida social activa, y sentirnos vacíos...incompletos. Y es que lo que le da sentido verdadero a nuestras vidas es la presencia de Dios en nuestro corazón. No hay nada que pueda compararse ni ser sustituto para eso. No llegamos a conocer el amor verdadero hasta que conocemos el amor de Dios. No encontraremos paz verdadera hasta que experimentemos La Paz que solo Cristo puede dar. Podemos cantar y escribir mil canciones pero ninguna se compara a la nueva canción que Dios puso en mi ser. No sabremos lo que es el persón genuino hasta que nos enfrentemos a la realidad de nuestro pecado y veamos que necesitamos el perdón de Dios. Doy gracias a Dios por rodearme con su misericordia y su gracia. Hoy día vivo muy bien. No tendré todos los lujos pero tengo al Rey de Reyes y una vida abundante que perdurará por la eternidad. Oremos presentando a Dios las cosas por las cuales nos afanamos y dejemos todo en sus manos. Él nos proveerá lo necesario y nos dará su misericordia en exceso de lo que merecemos.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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