De niñas mi hermana y yo tomábamos una lupa que tenía nuestro tío para jugar. Él la utilizaba para leer algunos libros o cosas del periódico. Lo entretenido de la lupa es que eíamos las cosas muy diferentes a cómo las veíamos normalmente. Con la lupa mirábamos el piso y depende cuán cerca la colocáramos de nuestros ojos, podíamos ver grandes depresiones en las losetas del piso de la marquesina, o como pequeñas montañas que debíamos subir. Era difícil caminar porque no podíamos ver el suelo como era en realidad, pero como niñas, nos entretenía el sentirnos dentro de una aventura. A la larga, solo podíamos jugar por un corto tiempo porque nos daba como dolor de cabeza el aumento extraño. Nacemos muertos espiritualmente por el pecado, y cuando venimos a los pies de Cristo y recibimos una vida nueva y eterna en Él, también recibimos la promesa de disfrutar una vida abundante en Él. ¿Porqué muchas veces no podemos disfrutarla aunque hemos nacido de nuevo? Seguimos cargando con el cristal marcado por las experiencias del pasado. Ese cristal está manchado de desilusiones, dolor, traiciones, sentimientos de culpa, falta de amor y muchas otras heridas que fuimos recibiendo en la vida. Dios tiene grandes promesas y gran gozo para nosotros, pero solo vemos el sucio en el cristal que tenemos delante. Solo Dios puede ir limpiando y sanando nuestras heridas. Mientras no rendimos a Dios todo lo que nos estorba, veremos la vida y a los que nos rodean de manera distorsionada y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos parece tarea difícil. Cuando llevamos presente que nos fallaron y miramos a través de eso a los demás no confiamos en nadie. Cuando no recibimos amor y miramos a través de eso, se nos hace difícil recibir y dar amor saludable a los demás. Cuando no nos han protegido y miramos a través de eso, ponemos barreras que nos aíslan de los demás como mecanismo de defensa. Cuando llevamos cargando sentimientos de culpas falsas o verdaderas que no hemos trabajado y miramos a través de eso, nos vemos muy pequeños en comparación con los demás. Dios quiere que le entregues ese cristal contaminado con que miras la vida. Él quiere una relación de amor contigo real y personal. Él puede darte unos lentes nuevos, que reflejan la realidad de su amor eterno y la vida abundante que te espera. Es tiempo de entregar el pasado y abrazar un futuro lleno de esperanza, amor y gozo. Oremos al Señor presentando nuestras vidas y todo lo que llevemos arrastrando del pasado, para recibir sus promesas y su amor real para nuestras vidas. Recuerda: Es mejor mirar a través del cristal de la Palabra de Dios.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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