Estaba leyendo la historia de Lea y Raquel, unas hermanas muy diferentes, pero ambas anhelaban lo mismo en la vida. A Raquel se le describe como de hermosa figura y cara bonita, mientras que a Lea la describe como la que tenía unos ojos sin brillo. Quizás Lea tuvo que vivir bajo la sombra de halagos que eran para su hermana, ella no llamaba la atención como Raquel, y su desilusión le hacía mostrar un rostro apagado, ojos sin brillo. Aparece Jacob en sus vidas y queda enamorado de Raquel al punto de trabajar siete años por tener su amor, obteniendo como premio el engaño de su suegro quien le pagó, no con la mujer que él amaba, sino con su hermana por ser la mayor. Y tal era su amor e ilusión por Raquel que trabajó para ganarla siete años mas. Y así Lea, quien quizás pensó que no tendría esposo, se ve casada con un buen hombre, pero no tenía su amor. Parecía que a Lea le tocaba siempre la peor parte. Ella buscaba un solución a su desdicha y oraba al Señor por hijos que le trajeran el amor de su esposo. Dios le concedió los hijos, Dios la escuchó. Pero aún buscaba el amor y la aceptación de su esposo ya también esposo de su hermana. Y es que Lea estaba enfocada en un solo anhelo. Pero Dios sí la amaba y conocía su dolor. Lea pudo entender que su felicidad estaba en la adoración a Dios, y como fruto llamó a este próximo hijo Judá que significa "alabanza" y ahí dejó de tener hijos. Ya se sentía completa. Su actitud de adoración tuvo como fruto a la tribu de Judá de la cual nacería el León de Judá que es Jesucristo. En esta vida he visto muchas historias como la de Lea y Raquel. Hermanos o hermanas que han vivido sus vidas sintiendo desventaja, pensando que uno es favorecido por Dios y las circunstancias y el otro no. Yo puedo decir que viví una situación parecida donde mi hermana muchas veces se sintió desfavorecida o que yo tenía la mejor parte. Mi madre no podía tener hijos y cuando ya había dejado su sueño de tener una familia, a los nueve años de casada quedó embarazada de mí. Fue toda una algarabía y el retomar su sueño la hizo muy feliz. Me celebraron por cuatro años como la princesa hasta que nació mi hermana. Nuestros padres no son perfectos y tratan de mejorar lo que ellos recibieron, y mi madre recibió una buena educación pero no mucho amor de su madre quien no sabía expresarlo. Cometió el error de hacer sentir a mi hermana que yo era la favorita en varias ocasiones. Sé que mi hermana tuvo que vivir bajo la aombra de su hermana mayor. Pero igualmente he visto la mano de Dios obrar en au vida. Raquel tuvo también sus angustias, no podía tener hijos, su vida tampoco era perfecta. ¡Nada en este mundo lo es! Mi vida no ha sido perfecta, yo tuve hijos pero pasé por un tormentoso divorcio que me trae consecuencias todavía al dia de hoy. Pero hay algo que nos sostiene a ambas: la mano de Dios. La bendición está en alabarle en medio de nuestras angustias y problemas. Poner nuestros sueños junto a los sueños de Dios. La alabanza siempre va a rendir un buen fruto. El detenerte a alabar y adorar a Dios es reconocer quien Él es, y su poder y magnificencia permanecen igual sin importar mi situación. Dios siempre escuchó las oraciones de Lea, pero también escuchó las oraciones de Raquel. La solución no estaba en ver cual era mas favorecida de las dos. ¡Ambas necesitaban del poder de Dios en sus vidas! Necesitamos del poder y la misericordia de Dios en nuestras vidas. Ríndamósle alabanza y demos como fruto a Judá. Oremos primeramente para que el Señor escudriñe nuestros corazones y traiga sanidad y liberación a heridas que tengamos con nuestros padres o hermanos. Que su Espíritu Santo nos ayude a reconocer que en la alabanza y adoración está nuestra victoria, nuestra paz y nuestro gozo.
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Fue una historia muy emotiva, porque muchas veces uno se siente así. Porque al centrar los ojos en lo que él otro tiene, no puede ver sus propias bendiciones, Raquel parecía ser que tenía todas las bendiciones: amada por Dios y el hombre, pero de Lea va a nacer, de su descendencia, vino el Salvador 🙂🙌! Ella resultó ser la bienaventurada! No miremos las bendiciones de los demás, y glorifiquemos a Nuestro Señor, en espíritu y en verdad.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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