No soy perfecta, pero hay algo que si puedo decir al día de hoy: Dios me ha ido transformando y ya no estoy donde estaba antes. Si algo me caracterizaba es que no me quedaba callada con nadie si pensaba que tenía la razón en algo. Dios me ha ido enseñando a través de su palabra y su Espíritu Santo que es mejor tener paz que tener la razón. He mejorado, pero aún me falta crecer en este aspecto. He visto como en ocasiones he callado, dejando todo en las manos de Dios y Él me ha defendido. Pero todavía hay algo que me hace fallar cada vez, y es cuando tengo que hablar con mi ex-esposo. Peleábamos muchísimo y al día de hoy todavía se hace muy difícil entendernos o lograr una comunicación efectiva. Y sé que los divorcios no son parte del plan de Dios y tienen sus consecuencias para toda la vida, pero no es excusa para no obrar de la forma que Dios espera de nosotros sus hijos. Estábamos mi esposo y yo viendo un poco de televisión cuando recibí su llamada telefónica. De inmediato, realmente me alteré y comencé a levantar la voz inconscientemente pero mi esposo, quien se encontraba a mi lado me comenzó a decir que debía bajar mi tono de voz y hablar calmada. Necesitábamos discutir algo sobre nuestros hijos, una simpleza, pero nuestros ánimos convirtieron algo pequeño en una discusión. Comencé entonces a bajar la voz y él también y pudimos calmadamente hablar sobre el tema y llegar a un acuerdo. Al terminar la llamada, mi esposo me recuerda el versículo mencionado aquí sobre la blanda respuesta. Me sentí un poco avergonzada luego porque no quería reaccionar así. Quiero agradar a Dios en todo, y dar testimonio pero recuerdo a Pablo cuando hablaba sobre la lucha entre nuestra carne y el espíritu. En este caso debemos reconocer nuestros puntos débiles para poder prepararnos para lo que nos quiera afectar. Si le confieso a mi Dios, con toda sinceridad como me siento y qué se me hace difícil llevar, Él me brinda su ayuda. Él usó a mi esposo en esta ocasión y está siempre pendiente de nosotros. En la Biblia encontramos consejos para cualquier situación que podamos enfrentar o ayuda para cualquier decisión que debamos tomar. El seguir sus consejos o sus mandatos traerán bien a nuestra vida y nos alejarán de muchos problemas. Debo aprender a tener una blanda respuesta. Sé que el Señor me lo va a recordar. Solo debo evaluarme con toda transparencia y reconocer que me hace perder la calma para así estar mas alerta y ponerlo en las manos de Dios. Y no es quedarnos callados siempre, sino, como podemos expresar lo que resulta difícil o que trae desacuerdos. La blanda respuesta, tendrá la paz como resultado. Oremos al Señor para entregarle aquéllo que nos quita la paz, aquéllo que nos hace perder el control de nuestro carácter. Que nos ayude a ejercitar nuestra blanda respuesta, y le demos a Él toda la gloria por los buenos resultados
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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