Para mí la fe es como el mar, como el océano. Todo el mundo conoce o ha escuchado sobre el mar, y hasta conocen los nombres de los mares y los océanos. Están las personas que viven como nosotros aquí en Puerto Rico, rodeados de mar, y aunque lo vean a diario, no entran a darse un chapuzón. Están los que lo usan como medio de transporte o pesca, y nada más. Pero existen aquéllos que aman el mar, nadan en él y van a lo profundo, y lo disfrutan. No difiere mucho de la fe. La mayoría de las personas, al menos aquí en Puerto Rico conocen algo de Dios, hasta conocen el nombre de Jesús. Muchos creen que Él existe, aunque de lejos le han oído. Aquí hay muchos que viven al lado, o cerca de alguna iglesia, y hasta con ver televisión se topan con algún programa cristiano. Hay otros que han vivido tan cerca de Dios, como que los han criado en la iglesia, en el evangelio, pero no han entrado a darse el chapuzón de conocerle personalmente. Y están los cristianos, que entran al mar, pero buscan sólo los beneficios de Dios y sus promesas, y siguen viviendo su vida como lo hacían antes de conocerle. Pero dichosos son aquéllos que no sólo le han oído, que le conocen y le ven a diario, que son bendecidos con sus promesas, pero también le disfrutan al máximo en la vida abundante que Él nos ofrece. Ésos se atreven a ir mas lejos, más profundo, hasta donde el agua del Espíritu los cubre por completo. Esos saborean la sal, y gastan sus energías nadando, mientras van descubriendo que las olas los mueven sin mucho esfuerzo. Y es que la fe es la confianza que depositamos en Dios, que nos ha sido dada por Él. Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí porque creo que realmente es el Dios verdadero y el único, creo que es el Rey de Reyes y Señor de Señores, dueño de la tierra y su plenitud, el mundo y los que en Él habitan. Y esa fe es fruto del Espíritu, porque otros deben verla, otros deben anhelarla con lo que ven en nuestras vidas. Es entrar al océano sin miedo a naufragar, sin miedo a lo desconocido. Podemos mojarnos sólo los pies, pero disfrutamos de verdad cuando nos zambullimos. Es tener la certeza del Dios que adoramos y que nuestras vidas están en sus manos, y no hay un mejor lugar donde pudiéramos estar. ¿Hasta dónde has llegado tu? Oremos al Señor dando gracias porque podemos poner nuestra confianza en el único que es fiel. Demos gracias porque nos permite en su gracia y misericordia tener una experiencia verdadera y profunda con Él, que nos da una vida abundante. Que nos ayude a liberarnos de todo aquello que no nos permita llegar a las profundidades de su amor.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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