Recordaba hoy una conversación que tuve con un tecnólogo médico que trabajaba conmigo. Él, antes de estudiar tecnología médica había aprendido de construcción y sabía poner losetas y prácticamente remodelar una casa, lo que hizo con la suya. Un día los visité a él y a su esposa y me mostraron su casa para que viera todas las remodelaciones que él había hecho. Entre las remodelaciones se encontraba el baño, que se veía de lujo, y todo lo había construído él. Hablamos sobre las nuevas duchas en los baños donde trabajan como una serie de duchas para una experiencia de spa en tu casa. Pero él me recordó un pequeño detalle: todo depende de la presión de agua que llegue a tu casa. Él había instalado una de ese tipo a un amigo, y le trajo problemas porque para el área en que residía, no llegaba presión de agua suficiente para que ese sistema operara como se esperaba. Sin la presión de agua suficiente, de nada vale cuán caro o sofisticado sea el sistema. Nosotros en la vida, antes de tener un encuentro con Dios somos como plumas de agua rotas. Nada puede fluir a través de nosotros. Por más que tratemos, no hay presión para funcionar. Luego el Señor en su amor y misericordia llega a nuestras vidas y nos transforma en nuevas plumas o llaves de agua, dándonos una vida nueva por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz por nuestros pecados. Pero para poder tener vidas que le glorifiquen a Él, vidas llenas de gozo y su poder, necesitamos estar conectados a Él, como la ducha debe estar conectada a la tubería del agua. A veces ponemos nuestro enfoque en cómo nos vemos, que otros piensan de nosotros, en que otros me vean trabajando para el Señor cuando lo más importante es el agua que fluye y refresca, el agua de vida, la esencia de Dios mismo en nuestras vidas. Sin Él nada somos. Debemos anhelarle como dice en los Salmos, como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así debe clamar por Dios nuestra alma. Todo lo bueno en nosotros proviene de Él. Somos como vasijas vacías que toman valor cuando están llenas de Él. Oremos al Señor para que siempre ponga en nosotros una sed insaciable por su presencia. Que podamos reconocer que no somos nada sin Él y que las obras que son producidas a través de nosotros le dan toda la gloria a Él.
2 Comments
11/5/2016 09:19:52 pm
Formidable analogía y muy bien desarrollada. Disfruté mucho la lectura. Gracias, Myrmaly.
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Myrnaly
11/10/2016 10:03:20 pm
Toda la gloria es de Dios. Dios te bendiga mucho.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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