Le llaman cápsula del tiempo o caja del tiempo a un envase o caja que se prepara colocando objetos, fotos u otros recuerdos que quieres guardar para redescubrirlos años más tarde. A veces los colocan cuando comienzan una familia y quieren abrirlos cuando ya los hijos son grandes o tienen sus nietos. En ocasiones, un grupo de amigos quiere colocar algo preciado para cada uno en símbolo de amistad, enterrarlo en el patio de alguno y años más tarde desenterrarlo juntos como un símbolo de una amistad que ha perdurado a través de tiempo. Suena como una idea muy interesante pero no siempre resulta como lo esperábamos. A veces se han olvidado de lo que guardaron, otras veces los lazos de amistad se han roto, y hasta personas han fallecido sin llegar a transmitir su tesoro a otros. Estas cajas han sido descubiertas en construcciones muchos años más tarde, donde nadie las buscó al término establecido. Recordaba sobre estas cajas mientras meditaba en el consejo que comparto con ustedes hoy: el perdón. ¡Cuánto nos cuesta perdonar! Sobre todo cuando fue grande la ofensa, inesperada como una traición y cuando el dolor es difícil de sanar. En ocasiones no sólo debemos perdonar a otros, debemos perdonarnos a nosotros mismos, y quizás a veces, también necesitamos perdonar a Dios en nuestro corazón. Así vi el caso de Noemí, la suegra de Rut. Vemos como Noemí tuvo la pérdida de su esposo, y luego la de sus dos hijos, quienes velaban por ella al enviudar. En aquellos tiempos, mayormente era el hombre quien traía el sustento al hogar, así que Noemí se sintió desamparada y hasta castigada por Dios. Podemos verlo en estos pasajes donde sus nueras se ofrecen a quedarse con ella para acompañarla en esta situación. “No, hijas mías, regresen a la casa de sus padres, porque ya soy demasiado vieja para volverme a casar. Aunque fuera posible, y me casara esta misma noche y tuviera hijos varones, entonces, ¿qué? ¿Esperarían ustedes hasta que ellos crecieran y se negarían a casarse con algún otro? ¡Por supuesto que no, hijas mías! La situación es mucho más amarga para mí que para ustedes, porque el Señor mismo ha levantado su puño contra mí.” Rut 1:12-13 NTV Noemí sentía que el puño de Dios estaba contra ella. En nuestra humanidad, pensamientos negativos podrían llevarnos a pensar que en medio de las circunstancias de la vida en este mundo imperfecto por el pecado, Dios nos ha abandonado o causado dolor. Pero esa no es la naturaleza de Dios, no es parte de sus atributos. Dios es amor y no hay nada malo en Él. Todo lo usará para su gloria y nuestras vidas serán bendecidas de maneras que no pensamos. Cuando no perdonamos, es como si enterráramos esa ofensa, ese dolor para guardarlo para el momento oportuno, como la caja del tiempo. Comenzamos echando poca tierra sobre él, mientras tenemos a flor de piel el dolor y en nuestra mente esa ofensa continuamente. Pensamos que el tiempo sanará las heridas y le seguimos echando tierra encima hasta que creemos que ya no lo vemos más y podemos llegar a pensar que estamos sanos, pero solo nos engañamos a nosotros mismos. Porque… ¿sabes? El día menos pensado, alguien va y desentierra nuestra caja. Entonces una palabra, una acción la lleva a traer de vuelta la situación de falta de perdón que creíamos olvidada, y ya se encuentra en mal estado, ya nos ha ido corrompiendo por el moho que genera, ya ni siquiera podemos recordar perfectamente como ocurrieron los hechos porque nuestros recuerdos están corrompidos por el rencor, la amargura y la falta de perdón. Como mujeres y hombres (para los que me leen) de Dios, necesitamos llevar la Palabra del evangelio, las buenas nuevas a tantas vidas que así lo necesitan, y no podemos estar viciados por todas esas situaciones enterradas sin solución. Es día de liberación. Es día de volver a sentir el gozo de nuestra salvación. Es día de disfrutar de esa paz que solo Cristo puede dar. ¿Sabes que pasó con Ana? Puedes leer el libro de Rut que es muy corto, solo 4 capítulos, pero quiero que sepas que Rut la acompañó, vieron la provisión del Señor con ellas y sus vidas llevaron a otros a alabar el nombre de Dios. Linaje escogido bendijo sus vidas. “Entonces las mujeres del pueblo le dijeron a Noemí: «¡Alabado sea el Señor, que te ha dado ahora un redentor para tu familia! Que este niño sea famoso en Israel. Que él restaure tu juventud y te cuide en tu vejez. ¡Pues es el hijo de tu nuera que te ama y que te ha tratado mejor que siete hijos!».” Rut 4:14-15 NTV Oremos hoy al Señor pidiéndole que escudriñe nuestros corazones y nos revele que todavía necesitamos sanar. Que nos ayude a través de su Espíritu Santo a perdonar las ofensas que cargamos para poder experimentar ese gozo que solo Él puede dar.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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