Si algo tenemos bien claro es nuestra lucha contra el pecado, aún siendo redimidos por nuestro Dios. Este cuerpo trae en él la tendencia a pecar y nuestro espíritu quiere todo lo contrario. Me he visto muchas veces queriendo agradar al Señor, y termino cometiendo alguna falta, que al momento el Espíritu Santo me señala. He dicho alguna mentira (aunque normalmente no lo hago, soy malísima en eso), he pasado alguna luz amarilla o roja de un semáforo por ir tarde, sabiendo que eso viola la ley de los hombres. Aún esas cosas tan sencillas, que se ven "normales" porque "todo el mundo las hace", violan los principios de Dios en como Él quiere que nos comportemos. ¿Cuántas veces vas en la carretera y ves un vehículo conduciendo mal, no respetando los semáforos, no dando un pase de cortesía a nadie, y cuando te acercas tiene una estampilla en su auto diciendo que es cristiano o que ama a Dios? Y ahí llegamos al punto del cual Dios me ha estado hablando. Mi lucha contra el pecado no es algo sólo mío, no me afecta solo a mí, afecta a los demás. ¿Cuántas veces le has estado hablando a alguien de el Señor y lo invitas a la iglesia, y luego presencian un comportamiento de alguien cristiano que hace que esa persona no quiera lo que tu le estás ofreciendo? Veo cosas en las redes sociales de gente cristiana que hoy ponen un versículo bíblico y mañana publican algo totalmente contrario a Dios, o se burlan de los que no son creyentes. Yo siento verguenza ajena y dolor por el daño que le hacen al evangelio. Y yo estoy metida en esa misma lucha. Debo estar consciente que soy parte de un solo cuerpo en Cristo, lo que yo hago siempre va a afectar a los demás. No puedo verme como alguien aislado, y que ma hago daño a mi solamente. Aún cuando cargamos con pecados que no son visibles a otros, contristamos el Espíritu y podemos ser estorbo para algún ministerio o en alguna ministración. Debo velar por ser parte de la unidad de la iglesia, que somos uno en Cristo. Y si hemos pecado, fiel sacerdote tenemos que intercede por nosotros ante el Padre, uno que padeció lo que nosotros vivimos pero sin pecado. Acerquémonos confiadamente al trono de su gracia y hallemos el perdón de nuestros pecados. Confesémonos como a cara descubierta para que Dios en su misericordia nos restaure y nos siga perfeccionando hasta que Él venga. Oremos al Señor presentando nuestras vidas para que Él nos revele en que hemos fallado. Que podqmos estar concientes de que nuestro pecado no sólo nos afecta a nosotros, sino que podemos ser causa de verguenza y estorbo al cuerpo de Cristo. Que cuando vea a otros hermanos en la fe en pecado no los juzgue, sino que los cubra en oración porque somos uno solo.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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