Es común ver en estos tiempos como cada día la gente se convierte en egocéntrica y malagradecida. Cada vez por mi trabajo veo más hijos que se olvidaron de tantos sacrificios que hicieron sus padres para criarlos en un camino de bien, llevarlos hasta ir a una universidad a hacerse de su profesión, o quizás, de las tantas veces que los llevaron a una iglesia para formar en ellos una vida cristiana. Fueron muchos los años que pudieron pan en la mesa y proveyeron de ropa para el diario. Aún así crecen y solo piensan en todo lo que quieren tener en sus vidas, y sus padres no son una de ellas. Aunque lo que hablo puede sonar duro, en muchas ocasiones hacemos lo mismo como hijos de Dios. Dios nos ha colmado de bendiciones a diario desde nuestro primer aliento de vida, o desde el vientre de nuestra madre donde dice en los Salmos que desde ahí nos conocía...Él formó cada detalle. Pero los afanes y la corriente de este mundo nos lleva a querer más y más cada día. Nos olvidamos como hicieron los israelitas de todas las misericordias que ha tenido con nosotros. El sólo hecho de salvarnos es más que suficiente para estar agradecidos por siempre. Dios anhela una relación con nosotros, que disfrutemos su esencia, admiremos quien es Él. Nuestra relación no es para pedirle y pedirle lo que quizás no necesitamos realmente, pero vivimos buscando la felicidad en cosas materiales y dejamos perder los grandes tesoros, los que duran para siempre. Como dice la canción que aquí comparto, si acaso se nos olvida, que el mismo Señor nos lleve a recordar su sacrificio en la cruz, por amor a nosotros. Oremos a nuestro Señor Jesucristo dando gracias por sus misericordias y su salvación. Agradezcamos el perdón de nuestros pecados y sus tantos detalles inmerecidos a nuestras vidas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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