Se dice que una de las cosas más naturales de la vida es el proceso de la lactancia. Dios ha diseñado el cuerpo de la madre y del bebé de tal manera que la madre puede suplir el alimento que el bebé necesita, con todos los nutrientes, de una manera hermosa, que va también creando ese vínculo emocional, que va llenando las necesidades emocionales de amor, aceptación, y seguridad. Para mí no fue un proceso fácil y hay que tener paciencia en el comienzo. Mientras más el bebé se alimenta, más leche materna se produce, para ir saciando el hambre del recién nacido. Es maravilloso ver cómo un bebé llora desesperado por pegarse a su madre, y lo tranquilo y pacifico que queda al sentirse saciado. Se siente tan satisfecho que puede dormirse, sintiéndose confiado. Meditaba en el pasaje que comparto al principio: “Señor, mi corazón no es orgulloso; mis ojos no son altivos. No me intereso en cuestiones demasiado grandes o impresionantes que no puedo asimilar. En cambio, me he calmado y aquietado, como un niño destetado que ya no llora por la leche de su madre. Sí, tal como un niño destetado es mi alma en mi interior.” Salmos 131:1-2 NTV ¿Puedo yo decir al Señor que he dejado atrás mi orgullo, mi altivez, mis ambiciones? ¿Puedo sinceramente decirle a mi Señor que me he aquietado…como un niño destetado de su madre? Debo acercarme al Señor para recibir ese alimento que sacia. Es su presencia y el deleite que encuentro en ella lo que trae paz a mi vida. He sentido esa paz, pero igualmente, a veces me siento muy preocupada por las cosas. Soy de las que pienso constantemente en lo que debo hacer y como solucionar mis situaciones. Me he visto muy envuelta en cosas de trabajo o planes, aún para servir al Señor, pero mi propósito principal es mi relación de amor con mi Salvador. Todo lo demás puede esperar. Cuando me lleno de Él, todo cae en su lugar. Mientras más tiempo pasé llenándome de Él, menos me llenaré de las cosas que no sacian. Quiero que mis metas y mis planes sean los suyos. El éxito de mi vida es cumplir su voluntad. Mi anhelo es poder decirle esas palabras sabiendo que realmente me siento calmada y aquietada. Que mi alma pueda experimentar esa paz que solo el Príncipe de Paz me puede dar. Oremos al Señor presentando nuestras vidas para que sea Él guiándonos a caminar hacia su voluntad. Que podamos escoger acercarnos a Él para que aquiete nuestras almas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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