Vivimos en un mundo donde el egoísmo es el motor que mueve a muchos. Muchas veces me he visto montada en ese tren. Aprendemos de muy pequeños a compararnos a los demás y a luchar para alcanzar lo que no tenemos. Lamentablemente luchamos mas por las cosas materiales que no poseemos, que por las cualidades buenas que no tenemos. Lo que está al alcance de nuestra vista, parece más llamativo que lo que no podemos ver. La sociedad nos juzga y nos pone precio y nos clasifica en categorías. Para sentirnos valorados, entonces luchamos por una belleza externa que vaya camino al modelo promovido en las revistas. Luchamos por una casa más grande y un auto más lujoso. Luchamos por tener más amistades y tener un estatus social como los comerciales. Se nos pasan los días ocupándonos de nosotros mismos y soñando con lo que aún no tenemos o no hemos alcanzado. Pero hemos pasado por alto el principio más simple. “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento.” Y a tu prójimo como a ti mismo. ¿Cuánto amó a mi prójimo? Contestemos algo primero: ¿Cuánto nos amó Dios? Tenemos la contestación a esa pregunta en Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Dios nos amó tanto como para enviar a su Hijo, su único hijo, a morir por nosotros, sin merecerlo ni pedirlo, para darnos salvación. En otras palabras, el amor de Dios nos cubrió con su gracia, y por el sacrificio de Jesucristo nos libró de una muerte eterna, a una vida eterna. La Palabra no dice que su amor nos dio riquezas terrenales, ni prestigio ni un estatus social. Su amor buscó lo más importante que necesitábamos y no podíamos suplir jamás, el pago por nuestra vida de pecado para poder librarnos de el castigo eterno. Lo importante es lo que no se ve, el estatus del alma. Ahora vuelvo a preguntar: ¿Cuánto amo a mi prójimo? ¿Lo amo de manera que cuando veo a cualquier persona lo primero que pienso es en la salvación de su alma? ¿Recuerdo que Dios nos envió a predicar el evangelio a toda criatura? ¿Puedo decir sabiendo ésto que amo a mi prójimo? Por eso el apóstol Pablo oraba para que nuestro amor creciera en conocimiento. Si amo a mi prójimo no debo perder ni un solo minuto de mi vida sin hacer algo para llevar a los demás a Cristo. Esta debe ser la prioridad de mi vida. Amar a Dios, lo cual me llevará a acercarme más a Él y me enseñará el verdadero amor. Y clamar y llevar el evangelio por amor a los que se pierden. Oremos al Señor por que necesitamos de su ayuda para poder amar al prójimo como Él espera que lo amemos. Que su Espíritu Santo nos guié a toda verdad y nos muestre el camino a seguir. Que todo lo que hagamos sea para exaltar su nombre y para su gloria reconociendo que separados de Él nada podemos hacer.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |