Ayer desde la mañana mientras trabajaba sentí un leve pero molestoso dolor de cabeza. A cada rato el dolor me recordaba que estaba ahí pero no me gusta tomar pastillas, así que pensaba que quizás durante el día se me aliviaría o se me quitaba por completo. Entre ratos, como estaba bastante ocupada trabajando, se me olvidaba que lo tenía pero él se encargaba de recordármelo. Así pasé el día y hasta se lo mencioné a mi esposo en dos ocasiones por teléfono. Llegué a casa en la tarde y pensando en que iba a cocinar, sentía el dolor aún. Ya pensé que debía tomar algo porque era obvio que no se me quitaría. Varios minutos pasaron hasta que por fin me detuve y tomé el medicamento para el dolor. En un corto tiempo, ya el dolor que me acompañó durante todo el día había desaparecido. Todos hemos tenido momentos de dolor como el profeta Jeremías. Hay situaciones en la vida que podemos sobrellevar fácilmente pero hay otras circunstancias que nos causan mucho dolor. Hay problemas o situaciones en las que somos totalmente impotentes y no podemos resolver nada. Pero, si eso es cierto, también es cierto que Dios nos nos salvó para que sufriéramos solos, para que enfrentemos la vida solos. Dios valida nuestros sentimientos y nuestras emociones. Dios válida nuestro dolor, sin importar el tiempo que llevemos cargando con él. Jeremías expresó como se sentía, y es el mismo Jeremías que Dios le dijo que con amor eterno le había amado. Dios quiere restaurar nuestras almas y sanar nuestro dolor. Solo debemos dar el paso de Fe y entregárselo. Podemos seguir entreteniéndonos y dejar pasar el tiempo, pero el dolor va a estar ahí, igual que estuvo mi dolor de cabeza. Nos va a recordar que sigue ahí. Es nuestra decisión tomar la cura y terminar con él. Jesucristo vino a sanar a los quebrantados de corazón. No hay razón para seguir cargando el dolor. Oremos al Señor presentando eso que llevamos cargando, que se ha ido acumulando y nos duele. Que podamos confiar en su poder sanador, quien con amor eterno nos ha amado, por tanto nos prolongó su misericordia.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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