Mi hijo llevaba varios meses diciéndonos que le interesaba tomar clases de dibujo. Muchas veces nuestros hijos dicen que quieren algo y al otro día se les olvida o ya no les interesa porque luego cambian de parecer. Así que lo escuchamos varias veces hacer su petición hasta que nos percatamos que hablaba en serio: realmente quería mejorar sus técnicas para dibujar. Así que pensamos en la escuela de bellas artes de nuestro pueblo por varias razones, siendo la principal de ellas el hecho de que es gratis. Investigamos entonces los requisitos para solicitar y uno de ellos era pasar una audición. En este caso, debían hacer dos dibujos observando unos objetos que le mostraban, y el tercer dibujo debía ser producto de su imaginación. Hace más de un mes lo llevamos a la audición, quedándonos a la expectativa de si lo eligirían o no. Pues agraciadamente, le avisaron hace tres días y nos citaron para entregarnos la lista de documentos requeridos para la matrícula. Eran varios documentos para buscar y varias formas para completar. Pues bien, al final, ya pudo ingresar y comienza esta semana sus clases. Estamos acostumbrados a que en la vida todo lo ganamos a través de nuestros esfuerzos. Es como si estuviéramos en una eterna audición para ganar la aceptación y el amor de los demás. Audicionamos para obtener un trabajo. Audicionamos para ganar un noviazgo. Audicionamos para encajar en la sociedad en que vivimos. Y realmente...es agotador. Para cada vez que queremos ganar algo ponemos nuestra mejor cara o la que queremos que otros vean. Podemos ser sinceros también, pero en todos los casos tenemos la ansiedad de si lo hicimos bien, y si obtendremos el resultado que queremos. Pero Dios rompe nuestros esquemas. Él no requiere una audición. ¡Es más, Él no quiere ni le interesa que audicionamos! Él nos conoce tal y como somos, conoce nuestras buenas cualidades, al igual que nuestros peores defectos. Conoce nuestro interior, mejor de lo que nosotros mismos podríamos describir. Conoce perfectamente nuestras debilidades, y conoce aún mejor nuestra incapacidad para poder salvarnos. Por eso en su amor, la salvación nos la ofrece gratis. Él hizo todo lo necesario. Fue Él quien cumplió con todos los requisitos, venciendo la muerte y el pecado en la cruz. No existe nada que podamos hacer para ganar tal salvación. NO HAY NADA QUE PODAMOS HACER PARA MERECERLA. Tuvo misericordia de mí...y tiene misericordia para ti. Sólo debes creerle por medio de la fe en Jesucristo, y entregarle lo único que puedes darle: tus pecados. Tal amor me derrite y me muestra la necesidad que tengo de un Dios tan grande. Oremos al Señor dando gracias, en actitud de humillación al reconocer que no somos merecedores de nada, sino que Su misericordia y amor nos rescataron. Demos gracias porque no se requiere audición de nuestra parte.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |