En el laboratorio donde trabajo recibimos los reactivos que utilizan las máquinas para hacer las pruebas desde Estados Unidos hasta Puerto Rico, donde nos encontramos. Para preservarlos a una temperatura correcta, nos llegan empacados en unas neveras muy gruesas de poliestireno o “foam” como le decimos acá. Llegan con sus empaques helados y plásticos que los cubren. Las neveritas son muy buenas y como nos llegan varias todos los meses, nos las llevamos para nuestras casas, y como ya todos tenemos, le regalamos a veces a amistades o pacientes que nos visitan. Ese fue el caso del sábado cuando estaba trabajando. Recién recibimos una entrega el viernes y estaba terminando de acomodar las cosas que recibimos, lo que no era de nevera, y había varias neveritas allí. Cuando fui a atender un paciente me vio sacando los plásticos de una de ellas. Decidí preguntarle y detallarle mientras le tomaba las muestras de sangre, lo útil que son esas neveritas y le ofrecí una. Me dijo que si gustosamente. En ocasiones he tenido varías neveras y las ofrezco de igual forma a varios pacientes, y aunque son muy útiles, y totalmente gratuitas, no todos las aceptan. Me hizo recordar la salvación que Dios nos ofrece por medio de la fe en su Hijo Jesucristo y el sacrificio que hizo en la cruz. Es una salvación totalmente gratis, y ni siquiera podemos pagarla aunque así lo quisiéramos. Y Dios nos usa a los que la hemos recibido para que llevemos las buenas nuevas a otros. Podemos hablarle de lo maravilloso que es un encuentro verdadero con Cristo y como ha transformado nuestras vidas, pero no todos van a aceptarlo o van a verlo como algo que realmente necesitan. Dios dice que el evangelio sea predicado a toda criatura, pero no todos creerán. Todos estamos condenados por el pecado nuestro, que no puede cohabitar con la santidad de Dios a una eternidad separados de Dios. Más Dios nos dio la solución a nuestra separación, haciéndonos aceptos en el amado, su Hijo. No sabemos quienes aceptarán el mayor regalo de todos, por lo que debemos llevar el mensaje a todos. Es el Espíritu Santo quien convence de pecado y puede obrar en los corazones. Debemos dar gracias todos los días por esa salvación tan Grande. Oremos al Señor dando gracias por que su amor y su gracia nos han traído hasta aquí. Es un gran deleite meditar en su sacrificio y en su misericordia, y cómo ha llenado nuestras vidas. Presentémonos ante Él como obreros dispuestos a llevar su Palabra a todo lugar.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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