Estaba un sábado en la mañana trabajando en el laboratorio clínico y llega esta paciente que nos visita con regularidad. Luego de preparar todo para tomarle unas muestras de sangre, le busco un lugar para la punción venosa y no le encuentro. Le reviso el otro brazo, y tampoco encuentro nada. Me pareció extraño porque siempre es fácil tomarle las muestras. Le verifico sobre las manos como otra alternativa, y tampoco podía palparle sus venas. Entonces le pregunto si se encontraba un poco deshidratada, y me contestó que ya ella no tomaba agua. Me sorprendió su respuesta y le pregunté cuál era la razón. Ella me dijo que el médico le había prohibido consumir sal y entonces ya no le daba sed, y por lo tanto, ya no tomaba agua. ¡Wow! Por eso estaba deshidrata. No la intenté. Le dije que volviera el lunes temprano luego de hidratarse un poco. Y así fue, y lunes sus venas se veían claramente.
La sal no solo da buen sabor a nuestros alimentos, también tiene su función en nuestro cuerpo. Jesucristo nos dice que nosotros somos la sal de la tierra. Tenemos una función importante en este mundo. El mundo es soso o desabrido, sin nuestra sazón. Somos representantes de Dios ante los demás. Nosotros tenemos las buenas nuevas y la ùnica esperanza verdadera que existe. ¿Estoy haciendo el trabajo para el cual Dios me envió? Como le ocurrió a mi paciente, yo soy la sal que le provoque a otros tener sed de los ríos de agua viva que Dios ofrece, del cual no tendremos sed jamás. Oremos para que Dios ponga en nosotros una sed insaciable por llevar su Palabra a otros. Que pueda ser la sal que este mundo necesita
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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