Podría decir con mucha certeza que la mayoría de las noticias que escucho sobre mi país son negativas. También las buenas noticias al parecer no venden mucho y solo ocupan unos minutos en los noticiarios y en las notificaciones electrónicas escritas, solo alguna de cuando en vez. La realidad es que todo va de mal en peor. Y podrás decirme que la Biblia profetiza que los tiempos serán así, y tienes razón. Vemos cómo las familias se desintegran, y peor aún, como ni siquiera se consideran ya como las bases de nuestra sociedad. La maldad abunda por doquier. La corrupción de nuestros líderes es abierta y al parecer hasta aceptada por muchos como algo normal. En medio de todo esto, leo la historia de Nehemías y me confronta. Nehemías se entera de que su pueblo está en ruinas, y aunque ya no vive allí, y tenía una buena posición con el rey, siente una carga enorme por su pueblo, por su gente. Escuchó la noticia y de detuvo, se sentó, lloró... ¿Qué hago yo cuando veo las noticias a mi alrededor? ¿Veo normal los tiempos que estamos viviendo y mi corazón se ha endurecido? Probablemente. ¿Me preocupo por mi familia? ¿Qué hago cuando veo personas en necesidad? Nehemías no sólo lloró. Oró al Señor y fue a reconstruir su ciudad en el nombre de Dios, solo con Él como ayuda. Dios lo dirigió y apareció la ayuda de muchos. Comenzaron a reconstruir la ciudad. Pero no fue fácil. Tuvieron muchas críticas y estorbos por parte de sus enemigos. Su mismo pueblo no se estaba comportando como era debido a consecuencia de la necesidad. Pero siempre dio la gloria a Dios de todo lo bueno que ocurría. Reconoció la grandeza de Dios sobre las amenazas de sus enemigos y no se detuvo. Fue de aliento para sus compañeros. La iglesia es sal de la tierra. Aún así recibiremos críticas, estorbos y hasta quejas dentro del mismo pueblo de Dios. Cada uno debemos comenzar por construir como hicieron los sacerdotes del pueblo, frente a nuestra casa. Debemos ponernos en la brecha, primeramente de nuestra familia, y luego por nuestro vecindario, extendiéndonos a nuestro pueblo y orar por nuestros gobernantes. La grandeza de nuestro Dios y su gloria debe ser motivo suficiente para no detenernos. Debemos sentir una carga por las almas. Debemos salirnos de nuestra comodidad y hacer algo. Debemos orar juntos como iglesia, como pueblo. Debemos hacer más y criticar menos. Es tiempo de que su pueblo se humille. Si haya aquí hemos llegado no es por nuestros méritos, y cada día me convenzo más, que haya aquí he llegado solo por Su Gracia. No somos mejores. Somos redimidos por amor. Extendamos ese amor a otros. Señor, te pedimos que hables a nuestro corazón y pongas en nosotros una carga por las almas que nos inquiete. Que tengamos que detenernos de nuestras rutinas y nos pongamos en la brecha por nuestra gente, comenzando por nuestras casas, reconociendo que sólo somos siervos tuyos, trabajando para una obra mayor. Que tú gloria y grandeza nos dé la confianza que necesitamos, y La Paz en medio de las tormentas de la vida.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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