Me he encontrado en situaciones donde he estado tan entretenida u ocupada en algo que se me pasan las horas, y me doy cuenta de que hasta se me ha olvidado comer. Esto no es algo muy común en mí, pero me ha ocurrido en varias ocasiones. Y es que cuando algo te cautiva, o tienes pasión por algo, las horas se nos van volando. ¿Has ido de tiendas y cuando miras la hora de te ha ido todo el día? ¿Has hecho una fila para asistir a un evento donde no te has movido ni para ir al baño? Nuestro tiempo es muy limitado a veces y nos sobra o parece ir más lento cuando algo nos aburre o no nos interesa. Me llama mucho la atención esta porción de la Palabra porque para aquella multitud el escuchar a Jesús fue tan importante que pasaron las horas y no se movieron de allí ni para comer. Ellos no pensaban moverse tampoco. Fueron los discípulos que vieron cómo las horas habían transcurrido y pensaron una necesidad básica de la gente que allí se encontraba. Jesús vio la sed que ellos tenían por su Palabra. Él pudo ver que más allá del hambre física tenían un hambre espiritual que solo Él podía saciar. Se olvidaron del pan que podían tocar para buscar el Pan de Vida. Y Jesús proveyó para ambas. Los retuvo más tiempo allí haciendo el milagro de los panes y los peces. El coro de mi iglesia, al que pertenecemos por la gracia de Dios mi hija y yo, llevó a cabo un día de ayuno y oración, sábado en la mañana, para orar por nuestro primer viaje misionero como coro a Santo Domingo, que va a ser, con la ayuda de Dios, este miércoles. Yo trabajo todos los sábados y nos pusimos de acuerdo en que los que no pudiéramos asistir, ayunaríamos donde nos encontráramos para estar unidos en el mismo espíritu como ministerio. Les confieso que hice el compromiso pero pensé que en horas de trabajo no podría cumplir, así que me llevé una barrita de cereal por si tenía que comer. Dios me sostuvo aún trabajando desde las seis de la mañana, hasta el mediodía que duraba el ayuno. Vamos muchas veces a la iglesia y miramos el reloj si se pasa el tiempo. Nos da hambre, nos da sueño, pensamos en las miles de cosas que tenemos en casa pendientes por hacer, y no vamos a la casa de Dios con una sed insaciable por Dios. Si realmente tuviéramos hambre espiritual, podrían pasar las horas y no querríamos irnos del lugar. Podríamos orar en nuestras casas por horas sin hacer nada más que el solo disfrutar su presencia. No damos el valor, o muchas veces nuestras prioridades no están conforme a ser hijos de Dios. Perdemos de vista que Él se encarga de lo demás y nos pide que dejemos a un lado el afán. Sé que me falta mucho, así que le pido al Señor, hambre y sed insaciables por el alimento espiritual y por estar tiempo a sus pies. Oremos al Señor abriendo nuestro corazón pidiéndole que lo escudriñe y nos muestre cuales son nuestras prioridades, y cómo nos comportamos cuando vamos a congregarnos como un solo cuerpo. Que podamos anhelar día y noche su presencia y su Palabra.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |