Toda la historia del café, todas las tazas que hemos tomado y compartido con otros, comenzaron con un grano de café. Un grano de café es en realidad una semilla. Cuando se seca, se tuesta y se muele, se usa para preparar café. Si la semilla no se procesa, se puede plantar y crecer en un árbol de café. Las semillas de café generalmente se plantan en camas grandes en viveros a la sombra. Las plantitas se regarán con frecuencia y se protegerán de la luz del sol hasta que sean lo suficientemente abundantes como para ser plantadas permanentemente. La siembra a menudo tiene lugar durante la estación húmeda, de modo que el suelo se mantiene húmedo mientras las raíces se establecen firmemente. El Café de Puerto Rico lo trajo el capitán del navío francés de nombre Gabriel Mathieu de Clieu. Este traía tres arbustos de café en su barco y dos de ellos perecieron por falta de agua. El tercero sobrevivió gracias a que el capitán compartía su ración de agua con el arbolito. Sembrado en Martinica, pronto produjo semillas que fueron traídas a Puerto Rico, lo que dió pie a un producto que llegó a ser considerado “El Mejor Café Del Mundo”. Se comenzó a observar una expansión gradual de su cultivo desde mediados del siglo XIX, no obstante, fue en la década de 1870 cuando se desarrolló aceleradamente su producción y venta mundial.El cultivo del café tiene la virtud de poder practticarse en casi todo tipo de fincas. Con el tiempo, los cafetales llegaron a dominar los paisajes agrícolas del interior montañoso y las exportaciones puertorriqueñas. Poco a poco el café se convirtió en el producto líder de la economía insular, rebasando a la caña de azúcar. Puerto Rico se había convertido en uno de los mayores exportadores de café en América. Esta se conoce como la “época de oro” del café en Puerto Rico. El café puertorriqueño que brota de la tierra volcánica de la Isla se cultiva de la semilla arábica, considerada la de más sabor entre las variedades de café. Regiones tropicales como Puerto Rico proveen las condiciones más favorables para el cultivo. Las montañas altas de la Isla, algunas que exceden 3,000 pies de altura, proveen una temperatura húmeda, fresca y abundante lluvia. Todo comenzó sembrando una semilla. Así comenzó mi nueva vida en el Señor, Dios plantó una semilla en mi. Utilizó a varias personas para ese propósito. Mi prima, que era mayor que yo, siempre sembraba en mi hermana y en mi, la Palabra de Dios desde que éramos muy pequeñas. Nos cantaba coritos cristianos, nos llevaba de visita a la iglesia, nos relataba historias de personajes de la Biblia, y modelaba con su ejemplo el carácter de una mujer cristiana. Todos somos llamados a ser instrumentos para sembrar el evangelio en el mundo. No necesitamos ir muy lejos, comenzamos con nuestro núcleo familiar y donde nos movemos a diario: el trabajo, la escuela, la comunidad. Muchos disfrutamos de tomarnos una buena taza de café, pero muy pocos de nosotros trabajamos las semillas y sembramos los arbolitos de café. Nos gusta ya disfrutarlo cuando va directo a la cafetera, la prensa, o a la taza. Muchas veces somos así en nuestras vidas. Nos gusta disfrutar de los resultados, pero no del proceso tedioso de sembrar que requiere toda nuestra paciencia. Disfrutamos compartir con los hermanos en la iglesia, pero son pocos los que disfrutan de ir a evangelizar, o les da temor hablarles a otros de Dios. Debemos darnos cuenta que somos simplemente instrumentos y que es Cristo quien siembra la buena semilla. Solo debemos hacernos disponibles, pero la obra es Suya. Las instrucciones están en la Palabra y son recordadas por su Espíritu Santo que nos guía a lo que debemos hacer. Es bueno disfrutar de los resultados pero gocémoslo desde el principio y hagámonos disponibles. Recuerda que el café que disfrutamos hoy comenzó con una sola semilla. Oremos al Señor para presentar nuestras vidas como obreros aprobados y disponibles para su obra. Que podamos disfrutar y gozar el proceso de sembrar la semilla de la fe y el evangelio en otros siendo instrumentos de Dios para el Reino. Amén.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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