Recuerdo cuando era pequeña el olor a café que colaba mi mamá mientras nos preparábamos para ir a la escuela. Ella comenzaba su día con una taza muy pequeña, justo del tamaño que ella necesitaba para su café negro al despertar. Ya mi papá usaba una taza más grande para acompañarlo con leche. No podía faltar el café de las tres de la tarde, en casa de mis tíos, donde nos criaban mientras nuestros padres trabajaban. Éste lo compartíamos todos con alguna galletita o pedazo de pan. Luego, por muchos años, mientras la familia comenzaba a disminuir, por las pérdidas físicas, que son parte de la vida, y el migrar del país de los más jóvenes, así también fue disminuyendo mi amor por el café. Ya tenía mis dos hijos, y me encontraba sola, con el lastre de un divorcio, lo que me llevó a volver a los caminos del Señor que había dejado en mis años de universitaria. Ya no era la niña rodeada de familia, sino la joven adulta, que se encontraba con una nueva familia de la fe. El grupo de adultos solteros de mi iglesia fue de gran bendición y recibía allí un complemento de enseñanza espiritual a las predicaciones de los domingos y la escuela bíblica. Iba dirigido a mis necesidades como joven adulta soltera y cristiana. Y como regalo adicional, proveyó compañerismo sano y de edificación. Todos los viernes al terminar la reunión, salíamos juntos a tomar café y comer sándwiches. Aquí volvió el café a tomar parte importante en mi vida, al brindarme el calor entre mis hermanos de la iglesia, mi nueva familia. Unos años más tarde, entre tazas de café y el compartir la Palabra, Dios trajo a mi vida a mi actual esposo. No sólo es una bendición de Dios, sino que es más amante del café que yo. De ahí en adelante son muchas las tazas de café que hemos compartido y las que nos faltan. Nuestra casa siempre tiene café para compartir con nuestros amigos, mi familia adquirida y nuestros hermanos en la fe. No es solo el café, sino el compartir y el conversar a la manera antigua, y no simplemente en un chat a través de una pantalla. Todos debemos sacar ese ratito para conocernos mejor, compartir el pan y la Palabra de Dios, y estar atentos a las necesidades de los que amamos, que las prisas de este mundo no nos permiten enterarnos a tiempo. Y esta es la introducción a la nueva serie del blog: La ruta del Café. Espero que me acompañen y la disfrutemos juntos, pero sobre todo que demos gloria a Dios por lo que aprendamos a través de ella. Iremos conociendo un poco sobre el proceso del café y aplicaremos principios bíblicos a nuestras vidas. Oremos al Señor dando gracias por su presencia en nuestras vidas. Que podamos compartir lo que tenemos, sea poco o sea mucho con los que nos rodean. Que podamos reflejar el carácter de Dios al compartir amor con nuestros hermanos. Amén.
2 Comments
Genny Kú
2/4/2022 02:21:47 pm
Muy edificante
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Myrnaly Sepúlveda
3/15/2022 02:39:59 pm
Gloria a Dios por eso. Dios utiliza todo lo que tenemos o hacemos para hablarnos, de la misma manera que Jesús hablaba utilizando parábolas. La Ruta del Café está disponible en una versión impresa para regalar a través de Amazon. Se encuentra en inglés y español.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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