Recuerdo las veces que alguien paró frente a nuestra casa a pedir un vaso de agua y algo para comer y mi mamá les dio agua o jugo más un sándwich. Recuerdo las veces que mi prima, mayor que yo, iba al supermercado y escogía con este amor y detalle paquetes de pan, paquetes de jamón y queso, leche, jugos, entre otras cosas y luego íbamos con los bolsos a la casa de alguna señora que asistía a su iglesia, a dejárselos allí porque tenían necesidad. Recu eso la señora que pasaba por casa a pedirle a mami la ropa que ya no nos servía, y que estaba en buenas condiciones. Estos detalles quedan marcados en nuestras vidas para siempre. “Un plato de comida no se le niega a nadie”- así decía mi mamá. No solo marcaron mi vida, marcaron las vidas de los que recibieron esa mano de ayuda. ¿Qué vidas estoy marcando yo el día de hoy? Ya Dios marcó la mía, con su sangre derramada en la cruz. Eso me lleva a tener compasión por los demás y no solo a tener una simpatía, sino debe llevarme a actuar. Quizás no conozco a alguien directamente en necesidad, pero por ejemplo, mi iglesia recoge alimentos una vez al mes para darle a los que piden ayuda. Pero, quizás no recuerdo a nadie en necesidad porque no estoy dedicando tiempo a las personas que me rodean como para conocer que tienen necesidad. Vivimos hoy dias tan ocupados, y tan entretenidos que el dedicar tiempo a conocer y compartir genuinamente con nuestros hermanos en la fe o nuestros vecinos ya casi no ocurre. Tenemos un llamado a ser sensibles a las necesidades de otros, no solamente físicas sino ayudarlos a encontrar ayuda espiritual y emocional. A veces solo se necesita un abrazo, a veces solo se necesita ser los oídos de alguien, a veces solo se necesita una mano para cruzar la calle o levantarse del suelo luego de una caída. Se habla de una cualidad de la Mujer virtuosa no solamente porque la mujer tiene esa sensibilidad especial, y somos dadas a los detalles, sino porque tenemos la responsabilidad de ser las que dirigidas por Dios marquemos las vidas de los pequeños para desarrollar personas bondadosas para el futuro. Podemos ser ese ejemplo, esa anécdota que quede en sus corazones por siempre y deseen imitarla. Es un gran privilegio servir cuando entendemos que ya Cristo nos sirvió primero. No espero que ellos lleguen a mi, sino que extiendo mi mano hasta donde esté la necesidad. Oremos al Señor para qu nos guíe a ser sensibles ante la necesidades de nuestros hermanos en la fe y de aquellos que nos necesiten. Qu recordemos que hemos sido llamados para con el lápiz de Dios marcar otras vidas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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