Llegamos a esta serie de la hospitalidad cristiana porque es un aspecto que Dios está transformando en mi vida en estos momentos. Me crié en un ambiente de fiestas y de celebrarlo todo; así que no es extraño para mí el que me guste hacer fiestas e invitar gente a mi casa. Me encanta cocinar y decorar actividades. Así que mi casa siempre estaba abierta a actividades y fiestas donde me gusta preparar de todo para todos los gustos. Podría decirse que soy una buena anfitriona, y mi esposo no se queda atrás y ambos estamos en la misma línea de pensamiento. Pero eso me deja muy lejos de la verdadera hospitalidad cristiana. El propósito nunca va a ser lucir mis talentos o habilidades, y mucho menos mis posesiones. Comienza por una actitud en mi corazón. Shauna Niequist dijo que “La verdadera hospitalidad es cuando la gente al salir se siente mejor acerca de ellos mismos que hacia mí.” No es para llevarme la gloria, todo lo que hagamos para el Señor y en nuestra vida cotidiana es para darle la gloria a Dios y que otros igualmente puedan glorificar a Dios a través de lo que ven. Pero tenemos también una base bíblica que repasar sobre este tema. En Hebreos 13:2: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” La palabra hospitalidad utilizada del griego filoxenia significa “amor por el extraño”. En la antigüedad, no existía hoteles como los hay hoy y las personas viajaban y se hospedaban mayormente, en hogares de familiares o amistades que tenían en algunos pueblos. Para la cultura de aquella época, el recibir y hospedar extranjeros, te daba cierto prestigio y respeto en la sociedad. Tenemos un ejemplo, el de Abraham, al cual se refiere el pasaje de Hebreos que acabamos de leer. Génesis 18:1-8 dice: “Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y éste se dio prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron.” Abraham los atendió con gran dedicación. No es solamente abrir tu hogar, es como le demuestras a tu prójimo que son importantes para ti, reflejar el amor de Dios hacia ellos. Jesucristo nos habla en Mateo 25:14-30: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” No necesariamente tienes que convertir tu casa en una posada, pero más adelante en la semana hablaremos de cómo podemos adaptar estas enseñanzas a nuestros tiempos. Vivimos tan aislados por nuestras prisas y nuestros trabajos y nuestras metas, que ya no damos importancia a dar tiempo a nuestros hermanos en la Fe, o vecinos, compañeros de trabajo o amistades para sentarnos compartiendo un café y hablar de corazón, sobre nuestras necesidades o nuestros problemas; aún en tiempos de gozo para contarnos sobre las maravillas que Dios está obrando en nuestra vidas. Hoy día los psicólogos están llenos de personas que pagan, lee bien, PAGAN para que alguien los escuche sin reproches y sin juzgarlos por una hora. Nosotros como cristianos deberíamos estar haciendo este trabajo y que los psicólogos tuvieran espacio para personas que realmente tienen problemas y no consiguen una cita. Hay algo diferente, se abre algo diferente cuando compartimos una taza de café, o té, o un jugo con alguien y nos sentamos a platicar. Así comenzó la iglesia primitiva: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” Muchas veces tenemos un vecino o un hermano en necesidad y ni nos enteramos. Oremos al Señor para que escudriñe nuestros corazones esta semana y que su Palabra viva hable a nuestra vidas para que a través de su Espíritu Santo nos guie a hacer su voluntad.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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