Veíamos mi esposo y yo un programa donde se hablaba de la familia real de Inglaterra. Nunca he sido muy seguidora de estas historias, aunque si estoy consciente de que a nivel mundial, muchas personas se interesan por todos los eventos que ocurren en sus vidas, y muchos paparazzis ganan mucha fama y dinero exponiendo momentos privados de la realeza. Lo que para mí parecía más bien, ya en estos tiempos modernos, una figura modelo, donde el gobierno se maneja de forma independiente, no es visto de la misma forma por sus pueblos, por la gente. La corona y la casa real, la familia real, funciona con todo un misterio, con momentos tan privados y secretos que los hace parecer ante el pueblo como algo inalcanzable. Prácticamente sus súbditos los consideran dioses, o muy cerca de lo divino. El respeto y la admiración son incomparables, cosa que me resultó muy increíble. Para los que nos hemos desarrollado en países donde la realeza no es parte de nuestro diario vivir, o de nuestra formación, nos es difícil visualizar todo lo que la realeza conlleva. Jesús fue recibido al entrar a Jerusalén con el saludo que se brindaba al ver un rey: "Salve al Rey de los judíos". Y la Biblia nos dice que Jesucristo es el Rey de Reyes y Señor de Señores, y quizás por nuestra cultura no entendamos la magnitud que ésta envuelve. Jesucristo está por encima de cualquier cosa que aquí en la tierra se considere sagrada. Cualquier ejemplo de señorío, de respeto, de perfección se queda muy corto ante la figura del Hijo de Dios que vino a morir en una cruz por mí. Por encima de toda sabiduría, todo dominio, todo poder, toda riqueza, y mucho más alto reside mi rey de gloria. No hay nada en este mundo que pueda compararse a Su Majestad. El que una vez fue rey por una corona de espinas, hoy reina a la diestra del Padre y es merecedor de toda la gloria y toda la honra. Los reyes terrenales pueden tener largos reinados, que terminan con su muerte, pero el reinado de mi Dios es por la eternidad. Lo asombroso es que ese mismo rey de gloria se incline a escuchar mi clamor, se compadezca de mis debilidades y trabaja a diario para restaurarme para perfeccionarme a su imagen. Ese Rey, derrama nuevas misericordias cada mañana para mi. Y lo mejor, que me entregará la corona de vida y nos llevará a los lugares celestiales con Él. Oremos al Señor para que nos revele un poco de Su Majestad y cuán grande es Él. Que pueda darle toda la gloria, porque todo lo bueno que tenemos proviene de Él. Que podamos acercarnos confiadamente al trono de la gracia, en actitud de humillación al reconocer frente a quien estamos.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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