Ahora que conocemos que hemos sido llamados a amar al extraño, al extranjero, al prójimo, se crea en nosotros un deseo de servir, pero es bien probable que también lleguen a nuestra mente dudas, interrogantes o temores. Vamos a recordar las veces que fuimos rechazados por alguien, o las veces en que nos hemos sentido juzgados. Quizás vemos la tranquilidad de nuestro hogar como el lugar donde me siento seguro y protegido de todo esto; o por el contrario, quizás pienso que las cosas en mi hogar no están tan bien como para que otros presencien problemas , discusiones o sepan que tengo escasez. Pues te digo, que todo esto se trata de ser transparente. Si vamos a abrir nuestro corazón no puede ser a medias. El mostrarnos como realmente somos vas inspirar confianza en los que nos rodean, nos van a ver como personas sinceras, y va a inspirar en otros el deseo de abrirse también. Muchas veces el encierro en que vivimos, hace que no podamos ayudar a los demás, ni podamos recibir ayuda tampoco. Debemos presentarnos como personas que tienen sus tareas cotidianas, y en medio de todo lo que nos envuelve a diario, amamos a Dios sobre todas las cosas y eso crea en nosotros el salirnos de la rutina y mostrar a otros que Dios es real y muestra su amor a través de nuestros detalles. Todos hemos sido bendecidos por algún hermano en un momento dado, y eso nos hace apreciarlos aún más. Debemos dar a otros lo que por gracia hemos recibido. Muchas excusas desfilarán por nuestra mente: no tengo tiempo, no tengo un lugar para invitar a otros, mi casa no está lo limpia que quisiera, mis hijos hacen reguero en todos lados, no se cocinar, ni preparar entremeses o café, soy muy tímido y no se como comenzar una conversación ni me atrevo a invitar a otros, o hasta podemos llegar a la mentira de qué hay otros hermanos en la fe que Dios usa pero yo no tengo nada que ofrecer. Todas esas son mentiras que llegarán con el único fin de detenernos en llevar esta bendición a otros. Dios conoce todas las cosas y nos lleva de la mano, sino tenemos que hacernos disponibles y rendirnos para que sea Él quien obre. Estoy segura de que tan pronto presentes tu petición de servirle para la expansión del reino, Él va a ser tu ayuda y va a abrirte puertas, o mejor dicho, va a ayudarte a abrir tus puertas para otros. No tienes que comenzar con mucho, solo da un paso a la vez. Puedes comenzar por hacer una invitación una vez al mes, o por hacer varias llamadas telefónicas o por escribir varios mensajes. Puedes invitar a un vecino a tener una charla en tu balcón o en tu patio, en fin, puedes ser la respuesta a la oración de alguien más. Hay personas que aman a Dios y otras que no le conocen que necesitan alguien que los escuche y les diga que son importantes. A ti te toca abrir la puerta y Dios se encargará de lo demás. A medida que esto se haga realidad, podemos ir evangelizando de una manera más personal y eficiente. De igual manera podremos crear unidad en la iglesia del Señor. No hay excusas ni razones que valgan. Eres tú quien va a perderse la bendición. Dios siempre va a obrar, solo debemos pedirle que nos muestre dónde está obrando para ser incluidos en su obra,’como obreros dispuestos. Y si realmente eres creativo y bueno en al cocina, haz uso de tus destrezas para enseñar a los que no la tienen. Quizás la próxima vez, el invitado serás tú. Pero recuerda, una verdadera hospitalidad cristiana da toda la gloria a Dios. Oremos para que Dios nos libre en su perfecto amor de cualquier temor o duda que nos invada al momento de servirle. Que podamos ser fieles en la oración para poder ser dirigidos por su Espíritu para realizar toda buena obra y ponga en nuestro camino las vidas que necesitan de nuestros detalles. Que podamos aprender a amar como Él ama, sin hacer acepción de personas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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