Muchas situaciones he enfrentado a través de los años. Hemos tenido un huracán intenso, terremotos, pandemia, perdí mi empleo, y otras situaciones personales muy difíciles. En medio de todo esto, Dios me ha dado su paz, su consuelo, su provisión y la sabiduría para seguir adelante. Siempre me he considerado una persona nada rencorosa, y de esas que los corajes se le pasan rápido y sigo adelante. Pero lo cierto es que estas situaciones en estos dos últimos años, y en este año, han calado hondo en mí y me he estado enfrentando con la realidad de que no he sanado por completo y esto ha sido un proceso donde he ido perdonando y confiando en el Señor pero aún así, seguía albergando rencores. La Palabra de Dios nos confronta. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12 RVR1960 A través de su Palabra que ilumina hasta el rincón más oscuro del alma, mis rencores albergados salieron al descubierto. En mi corazón se susurraban estas palabras: “ Si crees que confías enteramente en el Señor, en su soberanía, y en que tu vida está en sus manos, el guardar rencor es no superar aún lo que te hirió, y ¿dónde está tu esperanza? Si tu esperanza está en Dios, sabes que todo será usado para su gloria, todo en tu vida obrará para bien”. Dios transforma el dolor y el rencor en testimonios de sanación y paz. Dios me ha bendecido y debo seguir confiando en su manera de obrar en mi vida. Mi esperanza está en quien nunca falla y siempre me acompaña. A Él le entrego mis heridas y Él las venda. A Él le entrego mis pedazos y Él los une con su infinito amor. Oremos al Señor entregando todo aquello que nos preocupe, nos duela para que sea Él nuestro consuelo y nuestra esperanza. Dejemos a sus pies todo anhelo de venganza confiando que su justicia es superior a la nuestra. Que nos ayude a sanar completamente sin albergar amarguras y rencores para que podamos disfrutar de su presencia y la vida abundante que nos regaló.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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