Hemos estado celebrando en estos días la Navidad, que se traduce en el nacimiento del Dios encarnado en Jesús. Para nosotros los cristianos esta fiesta tiene un significado muy especial. Es para nosotros, los que habríamos de creer en Él, que vendría a nacer al mundo, el Dios omnipotente. Dios sabía que el pecado nos alejaría de tener una relación con Él desde antes de la fundación del mundo. También conocía que no podríamos hacer nada para remediarlo y restaurar la comunión, con un Dios perfecto y Santo, que ya perdimos. Pero Dios en su amor y misericordia tenía un plan. No sólo lo conocía, sino que nos los dio a conocer a través de una Promesa. Una promesa hecha por un Dios que es inmutable, que no miente y que es Todopoderoso. El camino al Padre, ya estaba trazado. Lo imposible, se hizo posible. Tenemos ya accesible una salvación gratuita para nosotros, pero pagada con sangre preciosa. La realidad: no todos van a salvarse, aún habiendo sido pagado el precio. Basta con solo ver cómo celebramos la Navidad en este mundo para darnos cuenta de tan grande verdad. ¿Es sólo una fiesta más? ¿Es un día feriado más? ¿Es el tiempo del año donde exaltaremos las posesiones materiales? ¿Recordamos su significado? Lamentablemente aún entre los mismos que se llaman cristianos, no hay una consciencia de lo que estamos recordando con estas fiestas. Muchos lo pasan por alto y no creen que haya un Dios real. Por eso al leer los pasajes de Éxodo donde Dios constituye los sacerdotes para su templo, podemos leer toda una descripción de cómo Dios ordenó que fueran vestidos para ser aptos ante su presencia. Todo lo que no utilizaran en los sacrificios sería descartado para que los extraños no participaran, porque era santo y ellos no tendrían acceso. Así mismo la salvación aunque está accesible por la fe, no todos participarán de ella. Nosotros no conocemos quienes se unirán a la familia de la fe, así que debemos ver a todos como pecadores igual que nosotros que necesitan de un salvador. Dios nos ha entregado un regalo de valor incalculable. Ese es el mayor regalo. Que nuestras vidas muestren lo agradecidos que estamos y vivamos cada día conscientes de que la mayor promesa fue cumplida. Cada día es Navidad. Oremos dando gracias al Señor por tan grande promesa y sacrificio aunque las palabras nunca serán suficientes para poder expresarlo. Que cesen de nuestra boca las quejas y los lamentos cuando hemos sido galardonados con tan valiosa salvación. Toda gloria de nuestras vidas le pertenece a Cristo, a quien damos loor.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |