A veces podemos pensar que nuestra vida es como un sube y baja, o como la montaña rusa. Tenemos nuestras altas y bajas. Dios no quiere que sea así. Él nos llamó q una vida abundante, de gozo y paz en su compañía, pero el pecado nos estorba. Si le hemos conocido, ya el pecado no se enseñorea más de nosotros, pero podemos escoger pecar aún conociendo el proceso de santificación que estamos llevando. Vivimos en una lucha constante, como la describió muy bien el apóstol Pablo: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” (Romanos 7:18) Y eso va a ser parte de nuestras vidas. Pues estuve apartada del Señor, estuve yo porque Él nunca me dejó. Siempre estuvo en el mismo lugar. Y como el hijo pródigo me fui a gastar mi tiempo, mis energías y todo en cosas que no valían la pena. Tuve que pasar por situaciones muy difíciles, y hasta un divorcio. La realidad es que sin Dios no sabemos manejar las sorpresas que nos trae la vida con sabiduría. Y así, toda maltratada por las circunstancias, un día, como el hijo pródigo volvió en sí, así también Dios me abrió los ojos para ver todo lo que yo tenía en su casa, en su presencia, mientras vivía en una miseria espiritual. Entonces pude apreciar cuán grande tesoro tenía mientras lo invertía todo el migajas. Podemos sin apartarnos totalmente, aún estando congregándonos, poner nuestro tesoro en cosas que no son las correctas. Podemos anhelar una vida abundante, pero fallamos al pecar para complacer nuestra carne. Pero para eso Dios nos dio si Espíritu Santo, para mostrarnos el camino, ver nuestro pecado y volver a Él arrepentidos, porque ya abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, quien derramó su sangre por mí... y por ti. Es un proceso diario donde ponemos la mirada en las cosas terrenales y no en las de arriba. Vamos a caer, pero Dios nos levanta. Confesamos a Él nuestros pecados, nuestras fallas, y Él nos restaura. Puedes llegar a sentirte que no tienes lo necesario para poder triunfar. Y déjame decirte que tienes razón. Pero Dios lo sabe, y por eso es en sus fuerzas y en su gracia que podemos seguir luchando y disfrutar de la victoria que ya fue conquistada en la cruz. Sólo tenemos que volver a ver todo lo que tenemos con el Padre y nos estamos perdiendo. Él nos espera con los brazos abiertos para sanarnos y restaurar nuestros corazones. Oremos al Señor dando gloria a su nombre por su Gracia que ha sido derramada en nosotros. Que podamos siempre anhelar lo que tenemos en Él y si en algo le fallamos volvamos en confesión y arrepentimiento para ser restaurados y usados para la expansión del reino.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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