Dicen que la guerra saca al relieve lo peor de cada persona. No hay el ánimo ni el tiempo para disimular virtudes. Estás bajo presión y vas a utilizar todo lo que has aprendido, porque la otra opción es rendirse. Solo los soldados mejor preparados tienen las mas altas probabilidades de salir ilesos, y ni siquiera es una garantía. Hay un refrán popular que dice: "en guerra avisada, no muere gente", pero lo cierto es que si muere gente, pero mueren menos. En una ocasión consideré entrar al ejército de los Estados Unidos por los ofrecimientos de ayudas para estudiar, que sonaban muy atractivos. Pero prontamente analicé la idea y pensé que en este mundo nadie dá nada de gratis. Así que nunca he estado en un campo de batalla en tiempo de guerra. Pero si he combatido en muchas batallas. De algunas he salido ilesa, y en muchas me han herido. En slgunas he utilizado las armas que he adquirido, y en otras no he recordado donde las dejé guardadas. He ganado batallas en el primer intento, y en otras he tenido que pelear en el mismo lugar una y otra vez. Tengo que reconocer que en ocasiones he sentido simplemente ondear mi bandera blanca y rendirme. Pero tengo un guardador por el cual aún estoy de pie. Dios amaba al pueblo de Israel, como me ama a mi, y en ese mismo amor los envió a guerras, a luchar en batallas constantemente. Hubo muchas batallas en las que Dios les dio la victoria sin tocar uun arma, como cuando dieron vueltas a los muros de la ciudad de Jericó y en la última vuelta exaltaron a Dios a gran voz y los muros cayeron solos. Dios les entregó la victoria en sus manos. Parecía fácil, ¿verdad? Pero no lo fue. Tuvieron que ser obedientes aún cuando les sonara ilógicas las instrucciones de Dios. Él nos ha dado las armas necesarias para ganar, su Palabra, la oración, la fe y muchas más, como su dirección. Pero recuerda que las guerras exponen lo peor de nosotros. Para vencer no podemos quitar la mirada de Aquél que nos dirige. Pensaremos que que no tenemos la paciencia suficiente o las destrezas necesarias, pero estamos completos en Él. Aún así he pensado que yo sola tengo las fuerzas suficientes para ganar, y es ahí donde su Gracia me levanta y me recuerda que mi fortaleza está en Él. Las batallas nos recuerdan nuestra naturaleza humana, nuestra inclinación a pecar, que es lo peor que tenemos. Pero nos enseñan que necesitamos de un Salvador y Señor que dirija nuestras vidas y nos entrene. Vendrán muchas batallas más, pero ya mi Cristo ganó la guerra. Oremos para pedir perdón al Señor por las veces que he querido batallar sola y no he dependido de Él. Perdón por las veces que he pensado que me abandonó en el campo de batalla y he sido yo la que no he levantado mis ojos para poder verle. Perdón por las veces que no he seguido sus instrucciones porque me parecen ilógicas, o no son lo que yo quiero y me han llevado a salir herida. Oremos para darle las gracias porque con todo eso, Él me rescata cada vez que caigo y venda mis heridas. Gracias porque estoy cubierta con su amor, gracia y Misericordia.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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