El pueblo de Israel había pasado por mucho. Luego de haber estado como esclavos en Egipto, su liberación trajo malestar, quejas y un largo caminar por el desierto. Pero Dios no se había olvidado de ellos. Ellos salieron de la tierra de Egipto con muchas cargas, pero con muchas promesas. Dios había trazado un plan para la descendencia de Abraham. Él no iba a sacarlos de Egipto sin un propósito especial para ellos. Dios les ofreció una tierra fructífera para que se establecieran allí. Y tenían la tierra delante de ellos, pero no creían que fuera suya. Se sentían cómodos y conformes con lo que tenían, perdiéndose la bendición de la promesa. Nosotros somos como los israelitas, sobre todo cuando hemos pasado por mucho, y sufrido, como ellos. Como mecanismo de defensa, queremos tener el control de nuestras vidas y de nuestro entorno. Lo que ya conocemos y dominamos nos da un sentido de seguridad y confianza. Pero Dios también tiene un propósito especial para nuestras vidas, y también compartimos unas promesas. El problema es que cada vez que debemos movernos tenemos ante nosotros una tierra por conquistar. Dios quiere llevarnos de gloria en gloria, pero para eso debemos movernos a cosas nuevas. En nuestra vida cotidiana a veces necesitamos movernos de trabajo, mudar nuestra residencia, movernos de un grupo de amistades o alcanzar nuevas metas. En lo espiritual a veces debemos incursionar en un nuevo ministerio, si no hemos servido todavía en algo al Reino. En ocasiones, Dios utiliza algún ministerio para capacitarnos y movernos a cubrir otra necesidad en otro lugar. Nuestra relación con el Señor debe ir en movimiento, donde ya no me encuentro en el mismo lugar que cuando vine a sus caminos. Mi sed por su Palabra, por la oración deben ser mayor, y deben rendir fruto. Ya no sólo debo estar capacitándome, debo estar sirviendo, evangelizando a otros, y teniendo una carga en oración y en servicio por lo que falta por hacer. Es fácil quedarnos en la zona de "comfort", o donde nos sentimos cómodos, por temor a fallar, por temor a que nos decepcionen, o por un simple temor a enfrentar cosas nuevas sobre las cuales no voy a tener el control. Pero el control siempre lo ha tenido Dios. Nuestro camino lo ha trazado Dios. Y podemos descansar porque sus planes son de bien para nuestras vidas. Solamente busquemos Su voluntad para que a donde vayamos sea de bendición. ¿A dónde Dios quiere que me mueva? Oremos poniendo delante de Dios nuestras cargas, nuestras inquietudes y nuestras metas para que sea Él dirigiendo nuestras vidas, quitando todo temor a los cambios y nos haga sensibles a la voz de su Espíritu Santo para que podamos honrarle en todo lo que hagamos.
1 Comment
Jenny
5/30/2016 11:20:53 am
Gracias, excelente enseñanza. ¡Dios la comtinúe bendiciendo!
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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