Mi esposo y yo nos encontramos en ocasiones en nuestra hora de almuerzo para comer juntos en medio de un atareado día de trabajo. Normalmente nos encontramos en algún restaurante de comida rápida y luego cada cual regresa a su lugar de trabajo. Pues, este fue el caso que nos ocurrió en estos días. Llego a encontrarme con él y ya estaba haciendo fila dentro del lugar para ahorrarnos tiempo y lo veo hablando con este muchacho. Era la primera vez que yo lo veía y hablaban con esta confianza que llegué a pensar que se conocían de años y hacía mucho tiempo que no se encontraban. Cuando me acerco y me uno a su conversación, fui impactada por la pasión y el gozo con que el muchacho le contaba sobre las cosas tan tremendas que él Señor había hecho en su vida y como le había suplido con detalles durante esta época en que todavía la isla maneja el volver a la normalidad luego del azote de huracán María. Su amor por Cristo se dejaba ver y las otras personas en la fila escuchaban calladamente sus palabras. Mi esposo y yo salimos ministrados en ese pequeño tiempo en que esperábamos en línea. Cuando ya nos entregan la orden y vamos a la mesa le pregunto quien era el muchacho y me dice que no lo conocía. Simplemente comenzó a hablarle mientras esperaban su turno. !Wow! Justo en estos días me entristecía porque ya muchas de las emisoras de radio cristianas ya no se escuchan en el área sur, o se escuchan solo a ciertas horas del día. El huracán acabó con las antenas de transmisión o la falta de energía eléctrica en el lugar donde se encuentran les dificulta el poder hacer su trabajo. Pero aún cuando en la radio no se escuche sobre Jesús, la Palabra de Dios será llevada de cualquier otra manera. He estado en lugares donde hay gente mencionando la Palabra y dando testimonios. Ésto me llevó al versículo que acompaña este escrito. Es nuestro trabajo llevar la Palabra y proclamarla, pero aún cuando nosotros no lo hagamos, las piedras hablarán. Seamos parte de esta bendición. No nos perdamos este privilegio de proclamar las buenas nuevas de salvación. El tiempo es propicio. Oremos pidiendo al Señor que nos dirija para poder hablar sin ningún temor o inseguridad su Palabra a donde quiera que vayamos. Que veamos como un privilegio el proclamar la verdad de evangelio y podamos experimentar ese gozo de primer amor todos los días.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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