Hay algunos días en que pienso que me gustaría no ser tan apurada para las cosas. Todo lo quiero al momento y no me gusta mucho esperar. Hay días en que me gustaría ser más calmada, y agitarme menos por las dificultades. Hay días en quiero ser menos espontánea y otros días quiero ser más espontánea de lo que soy. Lo cierto es que todos tenemos muchos defectos o rasgos que quisiéramos cambiar. Rasgos que nos afectan en nuestra vida Cristiana, y que a su vez nos afectan con los que nos rodean. Vamos a la iglesia, escuchamos un mensaje, o Dios nos ha revelado de otra forma algo que debemos cambiar y nos proponemos a hacerlo: decidimos dejar eso que nos estorba atrás. El resultado ante la nueva situación: volví a cometer el mismo error... Dios nos va transformando día a día, es todo un proceso. Mientras más le conocemos, más queremos serle fieles y parecernos mas al carácter de Cristo. Pero está aquel defecto, muy arraigado en mi, que me da mucho trabajo soltar. Me recuerda al aguijón en la carne de que habló Pablo. Desearíamos ser transformados instantáneamente al momento de la conversión, pero no es nuestra realidad. Sí podemos mirar hacia atrás y ver el largo camino que hemos recorrido, y miramos hacia adelante y vemos el largo trecho por recorrer aún. Lo cierto es que mientras tengamos que cambiar algo en nosotros, vamos a depender del Señor porque esos defectos nos recuerdan nuestra naturaleza, que solo puede funcionar diferente si Cristo está haciendo la obra. Tiene que llegar el momento en que diga al Señor que no puedo más, que necesito ser más fuerte ante algo, o que necesito tener más de, quizás necesito tener más paciencia. Esas debilidades nuestras nos acercan a Dios y nos llevan a rendirnos ante el único que puede obrar en nuestras vidas. Nos damos cuenta que siempre tenemos que depender de Él. Es cuando reconozco en actitud de humillación quien soy yo ante Él, que puedo crecer más. Tengo la opción de seguirlo intentando en mis fuerzas o rendirme totalmente ante los pies del que me dice: " Bástate mi gracia..." Oremos al Señor presentando a sus pies, las cosas que me estorban para seguir adelante, entregando todo en sus manos para que su poder se glorifique en nuestras vidas. Entonces toda la gloria será solamente de quien la merece, mi redentor.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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