¿Te has sentido como que estás en pausa? Como que el mundo sigue girando y yendo muy de prisa mientras van los días y ya hasta hemos entrado en un nuevo año y tú te sientes como que has estado de pie en el mismo lugar... como detenida en el tiempo. Así me he sentido.
Puedo mirar hacia atrás y solo veo el anhelo de crecer espiritualmente que tenía hace unos meses donde me sentía preparada para enfrentarlo todo. Solo pedía a Dios que me ayudara a seguir madurando y creciendo porque quería trabajar mucho más en su obra. Y de momento.. ¿qué sucedió? Esa que se sentía completamente fortalecida espiritualmente y que estaba alerta a las tentaciones y pruebas que pudieran aparecer en el camino siempre que buscamos ser obedientes y enfocarnos en la obra del reino, ya no se encontraba así. Sabemos que cuando más apasionados estamos por las cosas espirituales, más pruebas aparecen en nuestras vidas. Así que nos ponemos en modo de alerta y esas primeras pruebas las derrotamos sin mucha esfuerzo. Es ahí donde nos podemos caer. Pensamos que somos invencibles y ocupamos el protagonismo. No hay nada más fácil que desviar la mirada de Señor para ser nosotros los protagonistas. Y me ha sucedido a mi. Mis necesidades y mi quebrantamiento de salud se volvieron mi mayor preocupación y vertí todas mis energías hacia eso. Es algo muy sutil. Todos tenemos un precio y tenemos algo que puede detenernos de seguir al ritmo que íbamos en nuestra carrera espiritual. No debemos olvidar que e reino de Dios y su justicia siempre deben ocupar el primer lugar en nuestras vidas. Que no somos nosotros los que desarrollamos una fuerza para vencer las pruebas, sino que el Señor nos da la victoria. Dependemos totalmente de Él. Por simple que nos parezca las soluciones que nos planteamos, no podemos hacer las cosas mejor que Dios. Él conoce lo que es mejor para nuestras vidas y no nos deja solos nunca. Él ha prometido estar con nosotros todos los días de nuestra vida y sus promesas siempre son cumplidas. Su amor y misericordia se extienden para cada día que podemos despertar y su gracia nos acompaña en nuestro caminar. Él no toma pausas. No se dormirá el que te guarda. Él sigue obrando en todo momento, aún cuando experimentemos tiempos de quietud y silencio. Su gran fidelidad me asombra. Oremos al Señor para que recordemos que Él es nuestra roca firme, inconmovible y que su fidelidad es por siempre. Que recordemos que ante cualquier prueba, Él está presente y obrando en nuestras vidas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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