“Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.” Conozco dos marinos mercantes que visitan mi trabajo. No tenía idea de lo sacrificado que es ese trabajo. Es un trabajo fuerte y pasan muchos días en alta mar, por lo que trabajan seis meses consecutivos, y luego descansan seis meses. En medio año ganan el salario del año completo. Desde muchísimos años atrás, podemos conocer a través de la historia que los barcos de mercader eran muy importantes en las culturas y civilizaciones, porque un país no lo produce todo, ya sea por la variedad de climas, suelos y recursos naturales, y dependen de adquirir de otros lugares las provisiones que necesitan. Por ejemplo, en Puerto Rico se cultiva el mangó, la piña y la china, pero se compran fuera las fresas, las manzanas y las peras. Ayer hablábamos de la mujer virtuosa que sabe utilizar bien los recursos que tiene disponibles para el bien de su hogar. Pero no todo lo que necesita lo tiene disponible en su casa. Por ejemplo, hay mujeres que les proveen la educación en su casa a sus hijos, pero la mayoría deben escoger una buena escuela o institución para que reciban la enseñanza. La mujer sabia debe planificar el que su hogar tenga todo lo necesario, tanto físico como espiritual y emocional. Es el ayudar a su esposo, a sus padres o si es soltera a su propio hogar a que no haya carencia de nada importante. Necesitamos una enseñanza espiritual, necesitamos congregarnos, necesitamos buscar una forma de servir a otros. Si hay situaciones difíciles y debemos buscar un recurso que nos aconseje y nos dirija en el camino, nos ayude a limar asperezas, un buen chequeo de salud o necesitamos consejeria financiera. Ella debe ser sensible y alerta a las necesidades que se presentan. Ella debe ver si hay carencia de amor, de compañerismo y de muestras de bondad y pedir a Dios que la ayude a suplirlas. Pero lo más importante es la intersesión en oración por su vida y la de los suyos. Ella busca la dirección del Espíritu Santo. Ella busca la Palabra que se necesita para cada situación. Ella pide fuerzas al Señor cuando siente que ya no le queda ninguna. Ella ora por sanación cuando hay enfermedad presente. Ella busca sabiduría de lo alto para ser ayuda idónea y para hablar y aconsejar a sus hijos. Ella puede ser la amiga que da consejos sabios a otras mujeres. Ella no se cruza de brazos porque sienta que no tiene lo que le falta. Si ella se siente que no es capaz para realizar una tarea, ella va a buscar que Dios la capacite o la dirija a donde debe ir. Si ella se siente con poco conocimiento sobre algo, ella busca estudiar y aprender lo que carece. Y es de sabios pedir ayuda, porque no lo podemos hacer todo nosotras solas. El decidir buscar ayuda, sea para alguna tarea física o para ayuda emocional o espiritual, no es y nunca será una señal de debilidad, al contrario, es de fuertes y sabios reconocer nuestras debilidades y limitaciones. Hablábamos de la importancia de los barcos mercantes, porque nadie puede solo producir ni tener todos los recursos que necesita. Por eso Dios nos mandó a congregarnos, porque sabía que aparte de su Espíritu Santo necesitábamos dirección y apoyo, y para eso nos proveyó de la familia de la iglesia. Como mujeres que venimos por años luchando para no ser llamadas “el sexo débil”, es difícil a veces reconocer que necesitamos buscar ayuda. Y vuelvo y te repito, no es señal de debilidad, sino de madurez y fortaleza. La mujer virtuosa no se conforma cuando de momento carece de algo, o no encuentra algo rápido, como una solución a un problema, ella sigue buscando. Si tiene que ir más lejos, allá irá. Si de camino debe sobrevivir la tempestad, ella lo hará. La marea y las olas no siempre son serenas. Pero podemos estar confiados en que el mismo que creó el mar y las olas es el que nos acompaña, nos cuida y nos dirige, solo debemos estar atentos a su voz. Oremos al Señor para que nos dirija en este caminar diario, aún en las cosas pequeñas, para que todo lo que hagamos sea para su gloria y para el beneficio de nuestra propia vida y de las personas que amamos. Que no nos cansemos de seguir adelante buscando lo que carecemos en nuestro hogar.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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